jueves, diciembre 08, 2016

Lee Ranaldo me firmó un disco



En reparación

Hace seis meses –para ser exactos, el cuatro de mayo– estaba saliendo del quirófano. Me suturaron una porción del esófago con una porción del estómago, para formar una válvula que impidiera que los jugos gástricos ascendieran al esófago. La cirugía no sólo me para prevenir la formación de un tumor cancerígeno que pudiera ocasionar la constante erosión del esófago por los jugos gástricos.  ha adaptado totalmente al procedimiento quirúrgico y la recuperación ha sido más lenta y más fastidiosa de lo que esperaba, pero poco a poco me voy sintiendo otra vez como una persona normal. 

Antes de que me operaran, me realizaron varias endoscopías y estuve casi dos años bajo tratamiento médico. Además de que ya estaba harto de comer siempre lo mismo –dos o tres alimentos sin irritantes ni grasas, meticulosamente preparados por mi esposa– y de beber exclusivamente agua simple para evitar que los jugos gástricos ascendieran al esófago y que lo erosionaran constantemente hasta tal punto que pudieran provocarme un tumor –por no mencionar que si no tomaba estas precauciones, los alimentos apetitosos y las bebidas dulces o ácidas me mantenían carraspeando y secretando excesivas cantidades de saliva que me provocaban una sensación de asfixia que terminaba en un episodio de ansiedad, mi salud no mejoraba. 

Todo ese tiempo tuve que consumir muchos medicamentos y antibióticos que dañaron mi estómago y mi flora intestinal –ni siquiera podía comer yogurt o tomar jugo de naranja– y que me provocaron unas terribles náuseas que experimentaba a lo largo del día –tenía que llevar una bolsa de emergencia a todas partes y evitar los olores fuertes– y mononeuropatías –unos horribles temblores incontrolables en las extremidades, mezclados con unos horribles espasmos– El reflujo gastroesofágico me tuvo casi dos años bajo tratamiento médico, me realizaron varias endoscopías y seguí al pie de la letra varios tratamientos médicos, pero ninguno funcionó. 

El exceso de medicamentos dañó mi flora intestinal y también me provocó mononeuropatías. 


Las náuseas y el hormigueo en manos y piernas podían ser tan intensos que no podía concentrarme ni para leer ni para escribir.

Además de todas estas molestias, comencé a tener esofagitis.

Tenía que tomar sucralfato diariamente, varias veces al día, para mitigarla. 

Los gastronterólogos me dijeron que las quemaduras que sufriera el esófago podrían provocar problemas más graves, como un tumor cancerígeno, y decidí optar por el procedimiento quirúrgico.

Estuve con molestias durante casi dos años.   

La recuperación de la cirugía ha sido lenta y fastidiosa. 

No puedo estar en ayuno mucho tiempo, sin sentir unos horribles deseos de vomitar. 
Debo evitar casi todo tipo de alimentos. 
Prácticamente sólo puedo beber agua simple. 



Por la noche, fuimos al Auditorio Blackberry a ver unos cortometrajes de Georges Méliès.

Nunca había visto El Viaje A La Luna ni conocía el trabajo de Méliès, pero el evento me interesó porque los cortometrajes serían musicalizados por una banda en vivo.

La banda estaría integrada por John MedeskiKenny GrohowskyMike Rivard y por Lee Ranaldo


Mi única experiencia con un evento de este tipo había sido cuando Antonio Sánchez tocó en El Teatro Metropólitan durante la proyección de Birdman en el aniversario de una revista de música y no me había gustado mucho, pero
 Lee Ranaldo es uno de los guitarristas que más admiro y no quise perderme la oportunidad de escucharlo.


No sabía qué esperar del evento.

¿Se parecería al aniversario de WARP? 

¿Pasaría a segundo término la música? 

La primera vez que vino Sonic Youth a la Ciudad de México, Lee Ranaldo y Thurston Moore terminaron el concierto con improvisaciones y feedback, y me imaginaba que la música para los cortometrajes sería semejante.

El resto de los músicos de la banda eran altamente reconocidos: Medeski, tecladista; Grohowski, baterista; y Rivard, bajista. Todos tocaban, o habían tocado,  jazz

Tenía la impresión de que la mayoría de los asistentes al evento serían aficionados al cine de culto y que le prestarían más atención a los cortometrajes que a la banda -probablemente muchos de ellos ni siquiera habían escuchado a Sonic Youth o a Morphine-, o que, en todo caso, sólo apreciarían la música como un complemento de los cortometrajes, así que compré boletos de pista, convencido de que sería más fácil (que en los conciertos, por ejemplo) estar cerca del escenario y de la banda.

Llegamos al Auditorio Blackberry casi una hora antes del evento, y hasta ese momento recordé que hacía seis meses que había pasado por el quirófano. 

Hacía un poco de frío y yo tenía arcadas y me sentía un poco mal. 


Afuera del auditorio, en la calle de Tlaxcala, había alrededor de 50 ó 70 personas formadas en tres filas. 

La mayoría de ellas vestía formalmente -como el público que va al teatro- y me dio la impresión de que no eran el tipo de gente dispuesta a permanecer de pie o frente al escenario, por mucho tiempo. 

Unos 20 minutos más tarde, las puertas del foro fueron abiertas y la gente comenzó a avanzar en las filas. 

En el mezzanine había un bar en el que vendían snacks y bebidas alcohólicas -cerveza de barril, cerveza artesanal, mezcal, whisky, ron- y no alcohólicas. 

Se me antojó una cerveza, pero sólo compré una botella de agua y después nos formamos en una de las puertas de acceso a la pista. 

Hasta el fondo del mezzanine había una mesa con mercancía del evento. 

Me acerqué a la mesa y Eli se quedó formada en la fila, junto a la puerta de acceso. 



En la mesa había algunos discos de Lee Ranaldo, algunos ejemplares de un pequeño libro escrito por él -creo que se llamaba Road Movies- y algunos pósters del evento. 

Un tipo de bigote me dijo que Lee había llevado pocos discos, que era súper buena onda y que saldría a firmar algunos de sus discos después del evento, por si me interesaba comprar alguno. 

Volví a la fila a contarle a Eli lo de los discos y ella se me quedó mirando y me dijo que parecía que me daba lo mismo tener un disco de Lee Ranaldo autografiado, o no tenerlo

Mientras hablábamos, la gente comenzaba a acercarse a la mesa.

No demoré más de cinco minutos en volver, pero casi todos los álbumes de Lee Ranaldo ya se habían vendido. 

Apenas alcancé a comprar un ejemplar de Acoustic Dust y uno del álbum doble The Rising Tide


El tipo de bigote me dijo que esos álbumes normalmente sólo se vendían en los sitios donde tocaba Lee Ranaldo en vivo y me explicó que Acoustic Dust era un álbum con versiones acústicas de algunos covers de Neil Young y de algunas canciones poco conocidas de la carrera solista de Lee, mientras que The Rising Tide incluía un disco con versiones acústicas y otro disco con las versiones eléctricas de las canciones del disco acústico. 

Creo que antes también había visto un álbum de Text of Light -un proyecto de Lee en el que improvisaba música en vivo para los filmes de Stan Brakhage, una de las figuras estadunidenses del cine experimental del siglo XX-pero ya se habían acabado en ese momento.

Casi en cuanto volví a la fila, fueron abiertas las puertas de acceso a la pista.

Eli y yo fuimos de los primeros en entrar a la pista -apenas detrás de otras cinco personas-, y nos pusimos justo frente al escenario, del lado izquierdo, a unos metros de donde había un atril con una Jazzmaster de color azul y que parecía una de las guitarras favoritas de Lee Ranaldo


Tal y como lo había pensado desde que había comprado los boletos y antes de entrar al Auditorio Blackberry, a la mayoría de los asistentes no le interesaba tanto la banda, como los cortometrajes.

Durante todo el evento tuvimos de frente a Lee Ranaldo, sin que nadie nos estorbara.

Yo creía que la música sería principalmente improvisación y feedback, pero parecía que la banda había ensayado y que había compuesto las canciones para cada uno de los cortometrajes y que sólo había dejado abierta la improvisación para Lee Ranaldo en ciertas partes de cada cortometraje. 

Le presté más atención a la música que a los cortometrajes, pero los cortometrajes que más me gustaron fueron Alucinaciones Farmacológicas y Fausto En Los Infiernos

Los efectos visuales de los cortometrajes eran muy básicos, pero también muy ingeniosos. 



A la salida del evento, empecé a ponerme nervioso.

Después de ver todo lo que le había visto hacer con la guitarra y con los pedales de efectos, me puse a pensar en todos los músicos a los que ha influenciado Lee Ranaldo y con todos los personajes -vivos o muertos- con los que ha convivido, y, para ese momento, definitivamente ya estaba obsesionado con la idea de tener un autógrafo suyo. 

En el mezannine había un caos de personas que salían del foro, sin idea de quién era Lee Ranaldo, y de personas que parecían saber que Lee Ranaldo saldría a firmar autógrafos y que ni siquiera habían comprado un póster. 

Nos formamos rápidamente en una fila detrás de una pareja, frente a la mesa donde habíamos comprado los discos, y esperamos.

De repente salió Lee Ranaldo al mezannine y aparecieron personas por todas partes y se metieron a la fila sin respetar a los que estábamos formados. 

La pareja delante de nosotros y nosotros fuimos a dar a varios metros de distancia de la mesa.



Tuvimos que hacer lo mismo que nos habían hecho los irrespetuosos y los sacamos de la fila a empujones. 

Algunos tuvieron la osadía de quejarse, pero el tipo de bigote les preguntó si tenían mercancía oficial para que se las firmara Lee y entonces ellos dijeron que no tenían y tuvieron esperar a que nosotros pasáramos. 

Todo mundo quería al menos tomarse una fotografía con Lee. 

Por un momento, creí que no obtendría su firma, porque todo era caótico. 
Otras personas interceptaban a Lee en el camino hacia la mesa y no permitían que llegara.

También había otro grupo de personas del otro lado de la mesa, frente a nosotros, y ellas lo interceptaron cuando finalmente llegó.

El tipo de bigotes y otros miembros del staff pusieron orden.

Lee Ranaldo comenzó a firmar la mercancía y alcancé a escuchar que él le preguntaba su nombre a una chica que estaba delante de mí en la fila.

Me temblaban las manos y mi corazón latía deprisa. 
No podía creer que estaría con Lee Ranaldo, el guitarrista, vocalista y co-fundador de Sonic Youth. Cuántas veces los mejores festivales del mundo y cuántas veces estuvo en backstage con otros músicos que admiro.  

Obviamente no pude evitar darle crédito a la leyenda de algunos bloggers que decían que le había prestado una Jazzmaster suya a Kurt Cobain en un concierto en el que tocaron Mudhoney y Sonic Youth en California. 

Tampoco pude dejar de pensar que él compartió una gira con Nirvana en Europa, poco después de que saliera a la venta Nevermind.  


Cuando llegó mi turno, le di Acoustic Dust y le dije mi nombre.

Le dije que se escribía igual que el de Proust, para evitar confusiones. 

Lee Ranaldo se rió -tal vez sonó algo pretencioso de mi parte- y me dijo: 


"Just like Duchamp, too".

Eli nos tomó la fotografía. 

Yo estaba realmente nervioso. 

Creo que no estuve tan nervioso ni cuando Eric Kandel apareció de la nada en el mezannine del McCormick Place y me preguntó algo irrelevante, ni cuando me metieron al quirófano hace seis meses, mientras surtía efecto la anestesia y el anestesiólogo trataba de platicarme cualquier cosa para distraerme y yo sólo pensaba que tal vez ya no volvería a despertar. 

  


lunes, noviembre 21, 2016

Hay una canción que no puedo dejar de escuchar



Comencé a escuchar a Courtney Barnett este año y fue una gran coincidencia que viniera a tocar a la Ciudad de México el sábado pasado, al Festival Corona Capital.

No creo que sea tan común tener la oportunidad de escuchar a una artista en vivo, unos meses después de haber conocido su música. 


Este festival se ha realizado año con año desde el 2010, pero nunca había asistido. 


Hay demasiados artistas y casi nunca son de mi agrado -además me cuesta mucho trabajo lidiar con la gente que se la pasa grabando con sus teléfonos celulares-, o ni siquiera los conozco.  


Uno de mis hermanos me contó que en el 2013 fue con su novia a este festival y que escuchó a Las Breeders y que había muy pocas personas en el escenario donde ellas tocaron.


La mayoría de la gente quería escuchar a Artic Monkeys o a Daft Punk, aunque también tocaban Queens Of The Stone Age


Tengo la impresión de que la mayoría de los asistentes a este festival, prefieren la música synth pop y dance punk



A pesar de que el sábado tocó Courtney Barnett, no fui.

No sólo porque los boletos estaban muy caros y ese día tocaban artistas que no me interesaba escuchar -The KillersAir y Pet Shop Boys-, sino porque tuve faringoamigdalitis casi dos meses y apenas tenía una semana sintiéndome mejor. 


Además, los boletos estaban carísimos y me pareció que no era una buena inversión escuchar a una sola artista -durante 40 minutos o una hora- y correr el riesgo de enfermarme de nuevo. 


Sin embargo, el domingo, mientras desayunábamos, nos regalaron un par de boletos.


El cartel de ese día incluía a Eagles of Death Metal y a Suede.


También tocaban Peter, Bjorn & John -unos suecos que sonaron mucho en la radio a principios de los años 2000-, Warpaint -una banda de chicas a las que John Frusciante les produjo un álbum- y Kraftwerk 




El Festival se llevó a cabo en una curva de El Autódromo Hermanos Rodríguez y para llegar hasta ella tuvimos que caminar alrededor de 4o minutos desde una de las entradas de La Ciudad Deportiva

Todavía había sol, pero hacía mucho viento.


Lo primero que vimos fue unas hileras de baños portátiles, muchas mujeres vestidas como Lana del Rey -con shorts y con flores hippies en el cabello- y una sección de food trucks


En una superficie de aproximadamente quince kilómetros, había juegos mecánicos -una especie de rueda de la fortuna y un pequeño bungee- y cuatro o cinco escenarios. 


En los food trucks había comida gourmet, comida chatarra, bebidas alcohólicas y bebidas calientes; y compramos unos burritos de arrachera, papás fritas y una botella de agua.


Desde la cirugía, no puedo pasar más de dos horas en ayuno sin sentir unas intensas náuseas.


Luego buscamos el escenario donde tocarían Peter, Bjorn & John




Sólo conocía Young Folks y creía que todas sus canciones sonarían muy parecidas, pero no fue así. 

Al sonido de esta banda sueca yo lo llamaría psicodélico y pop, aunque también usaron mucho feedback


La actuación de la banda terminó a las 6: 30. 


Eagles Of Death Metal tocarían allí mismo a las 7: 00 pm.


Aprovechando que el lugar había quedado casi desierto, nos acercamos al escenario. 


He intentado escuchar a esta banda muchas veces por su asociación con Queens Of The Stone Age, pero su música no ha terminado por gustarme. 


Empecé a prestarle más atención a su música hace un año, cuando estuvieron en medio de uno de los tiroteos que formaron parte
de los atentados terroristas en París


Salieron en los noticieros de todo el mundo.


Ellos daban un concierto en El Bataclan, cuando un grupo armado comenzó a dispararle al público. Murió mucha gente y también uno de los miembros de su equipo de trabajo.



Estábamos a diez metros del escenario, en una muy buena posición.

Pero de un momento a otro, comenzaron a llegar decenas de personas y a meterse a empujones. 


El lugar se impregnó del olor de la marihuana quemada.


Dos tipos enormes que parecían jugadores de basketball, justamente se plantaron frente a nosotros. 


Ellos hablaban sobre una banda de electro pop que tocaba a la misma hora que Eagles Of Death Metal y tenían un enorme dilema. No sabían a cuál banda escuchar.


Por fortuna, se decidieron por la otra banda, pero de todas formas otras personas los sustituyeron y se plantaron frente a nosotros. 


Ya estábamos como a veinte metros del escenario.  


Estaba oscureciendo y el viento cada vez era más fuerte. 


Una neblina cubría el escenario
.


Alrededor de las 7 de la noche, comenzó a sonar música de mariachis, se iluminó el escenario con unas intensas luces de color rojo y anaranjado, y salieron Eagles Of Death Metal




Los integrantes de la banda se colocaron sus instrumentos -algún iluso en el público preguntó dónde estaba Josh Homme-, y Jesse Hughes dijo algunas palabras de bienvenida. 

Sin mayor preámbulo, tocaron I Only Want You
 


Tenía la idea de que era una banda divertida y sin pretensiones -una especie de parodia de las bandas de rock "demasiado viriles", como Guns N' Roses-, pero esa canción me bastó para darme cuenta de que iba a pasármela bien. 


Su vocalista resultó ser un buen anfitrión.


Entre una canción y otra, Jesse Hughes interactuaba mucho con la audiencia.


En algún momento aprovechó para recordar los aciagos sucesos de París y para agradecerle al público mexicano su entusiasmo, mientras presumía una chamarra que al reverso tenía la leyenda "MEXICO IS THE SHIT". 




En otra pausa, él se colocó una chamarra que hacía alusión a Aladdin Sane

David Bowie murió en enero y Jesse Hughes le dedicó algunas palabras y la banda le rindió un homenaje con un cover de Moonage Daydream


La banda parecía estar divirtiéndose. 


Hughes dijo que Davey Jo era su Santa Claus personal, mientras un técnico de guitarra le cambiaba las cuerdas a su guitarra Gibson Flying V, y después tocaron Whorehoppin' y Cherry Cola.


Sin embargo, cuando hacía más frío y cuando la neblina era más densa, tocaron Save A Prayerun cover de Duran Duran.


La canción fue utilizada para promocionar The Royal Tenenbaums, una película de Wes Anderson con un elenco que incluye a Anjelica Huston, Bill Murray, Gene Hackman, Ben Stiller, Owen Wilson, Danny Glover y Gwyneth Paltrow.  

  
No puedo dejar de escuchar esa canción. 




Setlist Corona Capital 2016

sábado, noviembre 12, 2016

American Junkie | Tom Hansen (2010)


Hace unos cuatro meses, mientras procastinaba –evadía la actualización de varios kilobytes de información de mi viejo CVU a la nueva plataforma del CONACYT y también evadía la realización de un análisis estadístico que requería el empleo de una vieja SONY VAIO que tarda horas en encender y que tiene un ventilador que suena a turbina de avión–, me encontré en internet un blog con una reseña sobre una novela que había escrito "uno de los dealers de Kurt Cobain, Layne Staley y Mark Lanegan".

(De hecho, si no recuerdo mal, los términos "dealer", "grunge*" y "Kurt Cobain" destacaban en el título de la reseña.)

Obviamente, el título me dio curiosidad y continué leyendo la nota. 

Para mi sorpresa, la reseña no contenía esa clase de juicios de valor simplistas –del estilo "¡me encantó!" y "¡la odié!"– que caracterizan a la mayoría de los artículos en internet que escriben los admiradores/detractores/críticos (aficionados) de los artistas.

El autor de la reseña explotaba el status de rockstar del líder de Nirvana y de su trágica entrada al "club de los 27" y dejaba claro que American Junkie (2010) era una novela biográfica que contenía información sobre el mundo de las drogas en el que estaban inmersas las estrellas de rock más célebres del "sonido Seattle", pero no daba los detalles de la trama de la novela.

(¿A quién le interesaría leer una novela que ya le contaron de principio a fin...?) 



En lugar de ponerme a trabajar en el análisis estadístico y en la actualización de mis datos en la nueva plataforma del CONACYT, me puse a buscar en internet más información sobre Tom Hansen –el autor– y sobre la novela.  

No tuve suerte: ni Wikipedia ni El Rincón del Vago tenían artículos sobre estos temas. 

Cuando estaba a punto de desertar y de ponerme a trabajar –tenía varios días postergando estas actividades–, encontré la novela en Amazon

Allí tampoco había reseñas sobre la novela ni información sobre el autor. 

Tom Hansen y su novela –al igual que las teorías conspiracionales relacionadas con la participación de los Iluminati en la muerte de Kurt Cobain– parecían una leyenda

De acuerdo con la plataforma de Amazon, si le daba click a mi compra, adquiriría uno de los últimos ejemplares en stock de la primera edición en formato físico de American Junkie

Debió de costar alrededor de $200. 

Amazon sugirió que también podía interesarme adquirir Come As You Are
No tenía presente este libro en ese momento, pero siempre lo había querido leer. 

Los dos libros tardaron casi un mes en llegar a la casa y comencé a leer American Junkie cuando terminé de leer la biografía oficial de Nirvana, escrita por Michael Azerrad.



Acabé de leer la novela, hace unas semanas. 

He estado pensando qué escribir al respecto –¡debo escribir algo al respecto!–, pero aún no sé por dónde empezar. 

No quiero terminar escribiendo cuánto me gustó, ni por qué me pareció genial. 

Tampoco quiero escribir mis primeras impresiones. 

Si lo hiciera, probablemente terminaría escribiendo el tipo de cosas que odio de la mayoría de las reseñas que leo en internet sobre algún artista o sobre la obra de algún artista.

(No quiero llenar esta entrada con palabras rimbombantes para impresionar a nadie –como hacen algunos "profesionales" que inundan las redes sociales con sus "artículos"–, ni tampoco quiero disfrazar mi falta de imaginación con adjetivos reiterativos –ídem–.

Tampoco quiero que esta entrada parezca uno de esos artículos que van de "la descarada adulación" a "la crítica objetiva" y cuyo único propósito parece ser que el artista involucrado los encuentre, los lea –se sienta halagado o vilipendiado– y "los haga virales"...


Empezaré por lo más obvio. 

A diferencia de la reseña que me trajo a esta novela –o, al menos, a la idea que sugería el título de la reseña–, no creo que lo más destacable de American Junkie sea que "fue escrita por uno de los dealers de Kurt Cobain". 

Aun cuando he escuchado durante más de veinte años la música de Nirvana y he leído decenas de libros sobre Kurt Cobain y lo más normal sería que terminara escribiendo una reseña sobre su adicción a las drogas y que terminara abrumando al lector con detalles sobre su vida y su obra, American Junkie no es el caso

Tal vez no está mal publicar una reseña de American Junkie en internet enfatizando que la escribió uno de los dealers de Kurt Cobainpero tratar de enganchar al lector sugiriéndole que en ella encontrará anécdotas que involucran al líder de Nirvana, a Mark Lanegan y a Layne Staley, como si eso fuera lo más importante de la novela, es un gran error.

(¿Una trampa?)

Los pasajes de la novela en los que se alude a Kurt Cobain –cuyo cadáver fue hallado por un electricista en el invernadero de su casa en Lake Washington, en abril de 1994, al vocalista de Alice In Chains –cuyo cadáver fue hallado, en estado de descomposición, por sus familiares, en su departamento, dos semanas después de su muerte, en abril del 2002– y al ex-vocalista de Screaming Trees –único sobreviviente del grupo de músicos asociado con "el sonido Seattle" de la década de los noventa, adictos a la heroína–, sólo son, por decirlo de alguna forma burda, la cereza en el pastel.

(Estos pasajes, corresponden más o menos al 3% de American Junkie.) 



Independientemente de su trabajo como escritor, Tom Hansen fue guitarrista de bandas punk que tocaban en el circuito underground de Seattle mucho antes de que Nevermind y Ten "le volaran la cabeza" al mundo de la música

A finales de los ochenta, después de estar en bandas como The Fartz y The Refuzors –la primera, compartió escenario con Dead Kennedys; la segunda, tuvo un éxito llamado Splat Goes The Cat**–, grabó un álbum de estudio con Crisis Party.

(Según él mismo –y algunos expertos– es un álbum de dudosa calidad; sin embargo, actualmente es un objeto de colección y cuesta una pequeña fortuna en internet.) 

Hansen encontró, temporalmente, en la música un tipo de felicidad que nunca había experimentado, pero se aburrió de tocar siempre las mismas canciones –las bandas en las que creaba la música que le causaba más satisfacción, nunca tenían éxito; las bandas en las que tocaba la música más simple y más burda, tenían un éxito inesperado–, y cambió la música por las drogas. 

Del alcohol y la marihuana, pasó a los ácidos. De los ácidos, pasó a la cocaína y a la heroína. De la heroína, pasó a analgésicos como el Percodan y el Demerol

En algún punto de su vida, encontró su empleo ideal: siendo su propio jefe, trabajando a su propio ritmo y vendiendo (y consumiendo) drogas. 
En un día de trabajo, regularmente, podía ganar hasta $5, ooo USD. 

Irónicamente, proveyéndole drogas a Kurt Cobain, a Mark Lanegan y a Layne Staley –entre otros músicos de la escena– fue como se hizo de un nombre en el circuito underground de Seattle.


En 1999, Tom Hansen terminó de emergencia en el hospital.
Entonces había sido adicto a la heroína durante más de una década.  

Debido a los abscesos que tenía en una de sus piernas –la pierna ya estaba casi en los huesos y estaba llena de infecciones–, le resultaba muy difícil caminar y moverse, y el dolor era insoportable. 

El continuo empleo de jeringas para inyectarse drogas, ya había hecho que la mayoría de sus venas desaparecieran de la superficie de su piel. Tom Hansen tenía unos meses inyectándose en las pantorrillas... y, en particular, en una herida abierta en una de sus piernas. 

En el Harborview Hospital, los médicos estuvieron a punto de amputarle la pierna infectada. Su tolerancia a los opiáceos era tan fuerte, que despertó en medio de la cirugía. 
La dosis de anestesia que le administraron los médicos no fue suficiente para mantenerlo dormido durante el procedimiento quirúrgico. 

Tom Hansen permaneció alrededor de nueve meses en el hospital, recapacitando acerca de su vida. Su estadía en el hospital dio lugar a la escritura de American Junkie


American Junkie ha sido catalogada por los expertos como una novela negra, su narrativa tiene un carácter introspectivo y está plagada de pasajes en los que la muerte siempre está presente: desde que Tom Hansen era un niño y vivía en Edmonds y perdió a su padre trágicamente, hasta que se hizo de un nombre como proveedor de drogas en Seattle y vio morir por sobredosis a un montón de sus clientes. 

Terminaré por lo más obvio: la última parte de la novela en la que Tom Hansen relata brevemente sus encuentros con estrellas de rock. 

(Esta parte de la entrada es la única sección de la novela que te interesaría leer, si eres un fan from hell del grunge***.)

En una ocasión, él les vendió droga a Kurt Cobain y a Dylan Carlson.

Era el 13 de diciembre de 1993. 

Los tres están en su Camaro, a unas cuadras de Pier 48, unas horas antes de que Nirvana toque el famoso Live N' Loud de MTV

Él conduce, Cobain va en el asiento del copiloto y Carlson va en el asiento trasero.

Mientras el automóvil circula a través del tráfico y Hansen ve a las decenas de admiradores de Nirvana caminar hacia el muelle y a Kurt Cobain sonriéndole desde el asiento del copiloto, no puede dejar de pensar que, en ese momento, él es quizá el ser más invisible en la escena musical de Seattle y que sin embargo tiene "algo" que ni la música ni sus admiradores pueden proveerle directamente a la estrella de rock más conocida en todo el mundo.


Mientras relata ese momento, asegura que tenía la impresión de que no volvería a ver al líder de Nirvana y lo recuerda como un tipo muy solitario con el que pudo tener una sólida amistad. 

Según él, cuando le llevaba drogas a algún hotel o a alguna de sus casas, Cobain siempre parecía dispuesto a conversar... y especula que tal vez Cobain lo veía como un tipo que no iba a pedirle ningún favor y que por esa razón lo invitaba a hacerle compañía. 

Más tarde, vuelve a Pier 48 –Cobain le regaló un pase para el backstage– y se siente fuera de sitio. Hubo un tiempo en el que conocía a toda la gente que asistía a los conciertos en Seattle

En ese momento, en el escenario, además de Cobain, Novoselic y Grohl, sólo identifica a Pat Smear –exguitarrista de los Germs– y, cerca de la consola de sonido, a Dylan Carlson.

Se siente ajeno a esa generación de adolescentes con camisas de leñador que saltan enloquecidamente mientras suena Radio Friendly Unit Shifter. 

Se despide de Carlson, un poco defraudado porque Nirvana no ha tocado Something In The Way, y abandona el lugar cuando suena Breed


Unas páginas más adelante, relata que va al departamento de Layne Staley.

El único mueble que hay en todo el lugar es un sillón y él se sienta en el suelo. 
Layne se inyecta la droga y luego le ofrece. 
A Hansen no le gusta drogarse con sus clientes, pero hace una excepción. 

La heroína comienza a surtir efecto, mientras suena Mad Season a todo volumen. 

Alice In Chains se ha tomado un receso y el álbum homónimo de Mad Season tiene un par de meses de haber sido lanzado a la venta. 

Después, Staley y él recorren Seattle en motocicleta.

En las páginas finales de American Junkie, Tom Hansen también relata un encuentro con Mark Lanegan

El ex-vocalista de Screaming Trees tiene unos meses viviendo en Seattle y The Winding Sheet, su álbum debut, tiene poco tiempo de haber sido lanzado a la venta. 

El departamento de Lanegan es un desastre. 
Hay libros, vinilos y discos compactos tirados por toda la sala. 

Mientras Lanegan se va a inyectar al baño, Hansen le esconde unos gramos de heroína en una de las cajas de uno de los discos compactos que encuentra por ahí. 

Lanegan suele llamarlo a altas horas de la noche, pidiéndole droga. 

Se ha vuelto costumbre, así que Hansen suele dejarle algunos gramos de droga en su departamento, escondidos por ahí, y le revela los lugares en los que los escondió, cuando Lanegan lo llama por teléfono. 


Estos pasajes sólo refuerzan la novela.

Sería una estupidez decir que American Junkie sólo habla de esta clase de anécdotas y que usa como "gancho" a estos personajes para "atrapar" al lector.

También sería una estupidez decir que Tom Hansen sólo fue dealer de estos artistas vinculados con el consumo de heroína. 

American Junkie, no es una novela de "grunge".

Si nunca has escuchado un álbum completo de estas bandas –o de ninguna otra–, pero te gusta el "grunge", mejor no leas American Junkie

Te aburrirás y, si no tienes la madurez suficiente... desearás volverte un junkie.

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*Léase despectivamente. 
**En un concierto a beneficio, organizado por KRAB Radio, en el Dancehall USA, la banda arrojó al público un gato muerto que habían recogido unas horas antes en Capitol Hill, mientras compraban cerveza en una tienda de conveniencia. Splat Goes The Cat, compuesta por Michael Refuzor, narra la historia de un gato que se pierde en la ciudad, que se asusta por el ruido y por la gente y que luego corre por la calle hasta que un automóvil lo arrolla. El evento quedó registrado en un periódico.  
***Léase sarcásticamente.