lunes, diciembre 03, 2007

Clorotrimeton (4 mg)


Son las 13: 57, y mis fosas nasales escurren mucosidades.
Todo me resulta insoportable -las voces de mis compañeros en el laboratorio, los chillidos de las ratas, las bromas de mi tutor, el teléfono que no deja de sonar-, y siento que estoy en ebullición.

Tengo mucha hambre y ansío un cigarrillo.

El año está terminando y no puedo dejar de sentirme nostálgico. 
Este año fue fantástico, pero la alergia me impide disfrutar el momento. 
La vida es insoportable a ratos. 

La vida debería consistir en tomar el sol, después de haber comido algo sabroso, o después de haber leído un libro estupendo, o después de haber amado plenamente a tu pareja. 

La alergia me impide pensar en otras actividades. 
La posibilidad de tomar el sol es muy lejana. 

Son las 14: 03 y los ojos me lagrimean. También siento como si los músculos y el estómago estuvieran enfermos. 

Mis dedos recorren las teclas de la laptop y se adormecen.
Quisiera estar tomando el sol.

Éste ha sido el mejor año de mi vida, y no puedo disfrutarlo. 
Me gustaría dejar de lagrimear y que mis músculos no estuvieran tensos y que mi estómago no fuera una liga a punto de reventar. 

Quisiera devorar un trozo de pizza y beber una malteada de vainilla, mientras tomo el sol junto al mar. 

A las 14: 07, estoy sentado frente al escritorio de un laboratorio de Cannabinoides en la Facultad de Medicina de la UNAM. 

Tengo menos de seis meses aquí -aún no soy estudiante de posgrado- y ya me he quedado varias madrugadas a correr experimentos.  Tengo la esperanza de que el doctorado sea la actividad más gratificante que haya realizado jamás. 


El teléfono sigue sonando y no puedo dejar de escucharlo como un niño malcriado que sólo quiere llamar la atención de su mamá.

Todas las cosas vivientes alrededor de mí, son molestas, pero en particular es molesto tener que levantarme a contestar el teléfono cuando intento concentrarme.

Aunque en realidad, sólo estoy concentrado en escribir tonterías en este blog.

Las mujeres alrededor de mí cuchichean y yo las percibo con la alergia como respiraciones tibias que le dan vida a la enfermedad. 

Si cierro los párpados, me imagino que estoy tomando el sol y que el ying y el yang atraviesan mis oídos con susurros de cristales rotos, y que el sonido de los cristales interrumpe mi concentración de la misma manera que lo hace el repiquetear del teléfono.

Los cristales rotos suenan a papel de china, desgarrado por unas tijeras oxidadas.

La alergia cede temporalmente, pero las voces continúan resonando en mi cabeza.
El teléfono sigue sonando, y creo que debo ser yo quien lo conteste. 

La alergia regresa y me hace pensar que la literatura es una mujer voluble que puede hacerte enojar a cualquier hora y que puede hacerte más feliz de lo que piensas, cuando menos lo esperas.

Tal vez sea la última vez del año que escribo en este blog -que está lleno de tonterías que leo en retrospectiva y que reviso una y otra vez-, pero ahora sólo sé que debo tomar 4 miligramos de clorotrimeton.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me gustó mucho! sigue escribiendo! SUERTE!!!

Adri dijo...

Hola, no se sí me recuerdes nos cono cimos hace muchos inviernos y siempre supe que dentro de ti había un genio durmiendo, me encanta que estés despertando.

M. Perisič dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.