martes, mayo 02, 2017

¿Por qué escribo? de Etgar Keret


Hace unas semanas leí por ahí que Etgar Keret vendría a la Ciudad de México y que daría una Conferencia Magistral en la Librería Mauricio Achar

La cuota de recuperación era de $500 MXN e incluía un ejemplar de Tuberías –su primer libro, inédito– y acceso a una firma de autógrafos 

Este clase de eventos literarios no me gustan mucho. 


Suelen llamar la atención de personas que no necesariamente son "apasionadas de las letras", sino que "escriben" y que buscan la menor oportunidad para "hacerse notar".

A mi esposa le gustan mucho los relatos del autor israelí –de hecho, ella fue quien me lo recomendó*–, así que aparté dos lugares. 


El martes 2 de mayo, llegamos a la librería alrededor de las cinco y media. 

Afuera del Foro Expresarte –donde se llevaría a cabo la Conferencia Magistral, anunciada a las siete– no había fila ni gente que pareciera interesada en el evento de Etgar Keret

Una guardia de seguridad, nos dijo que podíamos comenzar a hacer la fila, si queríamos.

Todavía faltaba más de una hora para el evento y yo tenía náuseas y necesitaba comer. 

Hace casi un año me realizaron un procedimiento quirúrgico –para evitar que los jugos gástricos me torturaran después de cada comida, para evitar una potencial bronco aspiración mientras durmiera y para evitar que la continua erosión del esófago generara un tumor–y debo estar comiendo a todas horas para mitigar las náuseas, así que nos metimos al Starbucks** de esa sucursal de Gandhi.

Mi esposa pidió un Frapuccino y un rollo de canela. Yo pedí un té de manzanilla y una tarta de zarzamoras. La tarta estaba tan ácida que intensificó las náuseas y ni siquiera pude terminármela. 


No tardamos más de media hora en el Starbucks, pero cuando regresamos al Foro Expresarte ya había una fila de unas diez o quince personas. 

Pocos minutos después de que nos formáramos, la fila se hizo enorme. 

Entre la gente, había unas cuantas personas que no habían pagado la cuota de recuperación. 

¡No sólo estaban convencidas de que el foro no se llenaría, sino que esperaban que los organizadores del evento, las dejaran entrar gratis! 

No dejaban de hablar. 

A juzgar por lo que decían, lo único que les interesaba ere tener un libro autografiado por Etgar Keret... o tomarse una foto con él. 
  



Alrededor de las siete de la noche, aparecieron algunas personas de la Editorial Sexto Piso –los organizadores del evento y la fila empezó a avanzar. 

Una mujer nos pidió nuestros nombres y una identificación oficial y los verificó en una lista. Luego, otra mujer nos hizo pasar y nos asignó unos asientos en el foro. 

Nos dieron asientos en la tercera fila. 

El foro se fue llenando poco a poco. 

Cuando comenzó la conferencia –alrededor de las ocho de la noche–, incluso había personas de pie. 

(¿Los organizadores los dejarían pasar "gratis"?)

Diego Rabasa presentó a Etgar Keret y nos dijo que el autor hablaría en inglés y que él se encargaría de hacer la traducción, más o menos de manera simultánea.
(Keret hablaría tan despacio y tan claro que la traducción resultaría innecesaria). 



Keret comenzó contándonos una anécdota relacionada con un relato de Tuberías.

El relato estaba basado en su relación con un hombre que había conocido antes de ingresar al Servicio Militar, cuando trabajaba en una tienda de abarrotes.
El dueño –su jefe–, había sido dealer y la mafia de Tel Aviv le había dejado una cicatriz en la cara, porque lo había confundido con un soplón. 

Un día, mucho después de realizar el Servicio Militar, Keret volvió a la tienda del hombre marcado, a leerle uno de sus primeros relatos publicados en el periódico. 
Al hombre le gustó el relato, pero se preocupó seriamente.
Keret le explicó que era una situación ficticia y que su vida no estaba en peligro real, pero su antiguo jefe no le creyó y le preguntó qué pensaba hacer para salvar el pellejo.  



Etgar Keret también nos habló del origen de otros relatos –Guayaba y ¿Qué guardamos en los bolsillos?, por ejemplo– y terminó dándonos un decálogo (más o menos) de consejos para quienes estamos interesados en escribir. 

Al final de la conferencia, hubo una sección de preguntas. 

Los organizadores escogieron a tres o cuatro personas del público y les pidieron que hicieran preguntas de la manera más breve posible. 

Las preguntas fueron de lo más estúpidas. 

El primer afortunado fue un tipo que tenía aspecto de abogado. 
Llevaba traje gris, corbata de puntos y zapatos Michel Domit

Uno de los organizadores le pasó el micrófono, pero el micrófono no funcionó.
El abogado aprovechó el momento y se puso de pie y se acercó al escenario y se sentó junto a Keret. 

Lo aduló "brevemente" (en inglés) y nos contó "brevemente" (en español) lo que "opinaba" de la literatura contemporánea. 

Luego, le sugirió a Etgar Keret que escribiera una historia acerca de él (el abogado), haciéndole esa pregunta, en esa conferencia, sentado en ese sillón gris. 

(Creo que realmente no le preguntó nada.)

Keret sólo sonrió. 



Le dieron el micrófono a otra mujer que estaba muy nerviosa. 
Mientras hablaba, le temblaban las manos y la voz y no podía mirara Kerete directamente a los ojos.

Nos habló de sus relatos favoritos.

Después, le preguntó a Keret por qué escribía. 

Un sector del público se rio. 
La mujer se sonrojó y devolvió el micrófono. 

(La conferencia se titulaba "¿Por qué escribo?")
  

El momento más penoso de la sección de preguntas, llegó con la última pregunta. 

Una mujer vestida como punk y Frida Kahlo al mismo tiempo (tenía el cabello pintado de verde, traía una arracada en la nariz, usaba falda de tul, playera de Joy Division y Converse), tomó el micrófono y nos dijo que Mundos Paralelos*** había cambiado su vida "por completo". 

Le preguntó a Keret si él creía en lo que escribía y si le importaba que los lectores creyeran en lo que él escribía. 

(Durante más de una hora, Keret nos había dicho que le gustaba la ficción literaria y que no le importaba en lo absoluto que sus historias les parecieran verosímiles a los lectores.)  

Cada vez que la mujer pronunciaba una palabra, lo hacía como si estuviera dando una entrevista y ella fuera la conferencista. Era exasperante. 
(Sólo le faltaba cruzar la pierna, darle una chupada a un Gauloise y decir que Rayuela y que el boom latinoamericano estaban sobrevalorados.) 

Luego (obviamente) "confesó" que ella también era escritora.
Concluyó, melodramáticamente, diciendo que estaba convencida de que "los Mundos Paralelos del texto de Etgar Keret existían en algún lugar..."



La mujer entregó el micrófono, y finalmente nos dejó descansar de su actuación. 

No recuerdo qué le respondió Keret a la escritora punk.
Probablemente sólo sonrió. 

Sentí pena por él.

También me sentí aliviado por no estar en sus zapatos

¿Por qué en los eventos literarios, abundan "los personajes melodramáticos"?

Me cuesta trabajo recordar uno en el que no los haya habido****. 

Tal vez no todos los escritores son como los personajes de Stephen King y acaban rendidos después de dar una conferencia y cuestionándose, mientras vuelven a su casa o al hotel en el que se hospedan, por qué tienen que soportar a gente con tantas ganas de "hacerse notar". 



Recordé un capítulo de Mujeres:

Antes de dar una conferencia en una universidad, Charles Bukowski llega a hospedarse al mismo hotel en el que está hospedado William Burroughs

El organizador del evento lo lleva a su habitación y le pregunta si quiere conocer al escritor beatnik, pero Bukowski le dice que no le interesa. 

El organizador se sorprende y le confiesa a Bukowski que Burroughs no ha salido de su habitación desde que llegó al hotel y que sospecha que está evitando a sus admiradores.

Bukowski le dice que él comprende totalmente a Burroughs: que los lectores pueden llegar a ser los personajes más insoportables del mundo y que los peores son aquéllos que además creen tener "vocación de escritor". 



Estábamos sentados a unos metros de Etgar Keret y de Diego Rabasa, así que creí que seríamos de las primeras personas en pasar a que el autor nos firmara Tuberías

Lo más lógico habría sido que los primeros en tomar nuestros asientos al ingresar al foro, hubiéramos sido los primeros en pasar, pero, en cuanto acabaron las preguntas y los organizadores anunciaron la firma de autógrafos, la gente que estaba de pie, enloqueció.

En menos de veinte segundos, ya habían hecho una enorme fila. 

Los organizadores ni siquiera intentaron poner orden.

Los últimos en llegar a la conferencia, fueron los primeros en obtener el autógrafo de Keret.
Lo más irónico y más molesto fue que la mayoría ni siquiera tenía el ejemplar de Tuberías y que "aprovechó" el momento para tomarse varias fotografías con el autor israelí. 

(Espero que no hayan entrado "gratis" a la conferencia.)

Parecía que, en lugar de encontrarnos en un evento literario, estábamos en la fila del banco.

Lo más probable es que estas personas sean del tipo de personas que se forman en la fila para adultos mayores, sin ser adultos mayores, o que se forman en la fila rápida del supermercado, con el carrito de compras a rebosar.


Para empeorar la situación, había personas que llevaban otros libros de Keret –Un Toquido En La Puerta, Pizzería Kamikaze, Un Hombre Sin Cabeza, Extrañando a Kissinger– y que le pedían que les dedicara cada uno de los libros a un familiar o a un amigo distinto. 

Había otros abusadores que se la pasaban contándole a Keret que ellos también escribían y que sólo estaban buscando una oportunidad. 

Había familias enteras que hacían que Etgar les firmara y les dedicara a cada uno de ellos su ejemplar de Tuberías y que luego le pedían que se tomara una foto con cada uno de ellos y después otra fotografía con toda la familia. 

Keret jamás perdió la compostura. 

¡Tuvimos que esperar nuestro turno casi dos horas!

Cuando pasamos, Etgar Keret fue muy amable y se veía relajado y contento. 

¡Su paciencia era admirable! ¡No parecía disgustarle en absoluto tener que soportar a tanta gente impertinente...!   

Le conté que había comenzado a leerlo por el relato de Pizzería Kamikaze*****

Luego, le pregunté si le gustaba Nirvana o si sólo le interesaba Kurt Cobain como personaje, y él me dijo le gustaba la música de Nirvana y que su líder le parecía un personaje interesante, aunque no sabía detalles de su vida.


Luego nos firmó los ejemplares de Tuberías y los dedicó con unos dibujos. 



Era tan tarde que la librería ya había cerrado y tuvimos que salir por la puerta de emergencia.

En la larga espera por el autógrafo de Keret, ni siquiera habíamos podido ir al baño.  

¡Ya no aguantábamos!

Caminamos rápidamente hacia el Vips de Miguel Ángel de Quevedo y nos sentamos en la barra y pedimos hamburguesas. 

Mi esposa fue al baño y después fui yo. 

Apenas llegamos a la casa y, aunque estoy rendido, necesitaba escribir por qué esta clase de eventos literarios no me gustan mucho. 


*En uno de mis cumpleaños, ella me regaló Pizzería Kamikaze.
**No soy gran admirador de esta tienda, aunque guardo buenos recuerdos de la primera vez que entré a un Starbucks.
***Un texto de Keret (ficción literaria) que ocupa menos de una cuartilla.
****La primera vez que conocí a esta clase de personajes fue en un taller de creación literaria. Surgió la oportunidad de publicar nuestros textos en una revista financiada por el gobierno. Nuestro textos (como en cualquier otro medio impreso) tendrían que pasar por un proceso de revisión editorial y tendríamos que entregarlos antes de una fecha límite, turnándonos cada mes para que pudiéramos publicar al menos un texto cada uno de los involucrados. El proyecto se cayó, porque una gran cantidad de "personajes melodramáticos" se consideraban tan talentosos como Arthur Rimbaud y no podían "supeditar" su "inspiración" a ningún tipo de regla ni fecha límite.
*****Kurt Cobain es uno de los personajes de Pizzería Kamikaze.