sábado, diciembre 25, 2010

Sin embargo, a mí sólo me gustaba Brenda


Brenda y Jenny eran amigas y siempre bailaban una canción de Vanilla Ice en los recesos de la secundaria. El rap era la música más popular y era difícil ignorar ese hecho, incluso mis compañeros de grupo -a quienes les gustaba más la salsa y la cumbia- escuchaban a Ace Of Base de vez cuando.

Había otras chicas bailando junto a Brenda y a Jenny, pero yo sólo las veía a ellas dos. Me impresionaba la forma en que se movían rítmicamente y hacían que todo lo demás -incluyendo el triste uniforme- pasara a segundo término. Se coordinaban a la perfección. Creo que hasta tenían una coreografía.


Usábamos un uniforme horrible que consistía de camisa blanca y pantalón y suéter cafés. Las chicas vestían una falda larguísima en lugar del pantalón, y tenían prohibido pintarse los labios y modificar el largo de la falda. A los hombres nos obligaban a traer el cabello lo más corto posible y teníamos prohibido jugar futbol soccer.



Jenny era una chica igual de popular que el rap. Todo mundo en la escuela sabía quién era ella, cuántos novios había tenido, quiénes eran sus pretendientes, cuáles eran sus aficiones, a dónde solía ir los fines de semana... Tenía su séquito de admiradores. Había algunos pervertidos que la espiaban desde el patio de la escuela cuando ella caminaba por los pasillos del segundo o tercer piso y aseguraban que Jenny usaba bragas de un color específico para cada día de la semana.

Ella sonreía frecuentemente, y no se parecía nada a la mayoría de las chicas de la secundaria. Algunas veces -sobre todo cuando bailaba y su cabellera lacia y rubia se movía de manera espectacular- hasta pensé que había nacido en Estados Unidos. No podía dejar de compararla con Sharon Stone.


Jenny era delgadísima, de tez blanca y rasgos finos. Su nariz respingada, sus pequeños labios y sus ojos marrones la hacían ver frágil, como una muñeca de porcelana a punto de romperse y que coqueteaba todo el tiempo. Sin embargo, a mí sólo me gustaba Brenda.

Brenda también sabía moverse muy bien, pero no era tan popular como Jenny con los chicos. Era morena y tenía sobrepeso. Su cabellera era castaña y ensortijada, y caía pesadamente por debajo de sus hombros, como una cascada de estambre. Sus ojos eran marrones y su nariz y sus labios eran un poco gruesos. Ella también sonreía, aunque con menor frecuencia que Jenny, y usaba brackets. No sé por qué, pero me enloquecían.


Una vez me acerqué a Brenda entre clases. Toqué uno de sus hombros con la mayor precaución, para no asustarla. Le dije mi nombre y que la había visto bailar varias veces. Ella sonrió y abrió la boca, como si estuviera a punto de decirme algo. Por unos segundos, me perdí en el reflejo de sus brackets. Definitivamente me volvían loco.

Brenda usaba un lápiz labial metálico y olía a durazno. Me puse nervioso, resoplé y me largué. Había pensado varios días qué cosas le diría cuando la tuviera frente a mí -incluso tenía un discurso-, pero cuando llegó el momento olvidé todo. Enmudecí.

Por la tarde, al volver a la casa, me puse a ver televisión. Brasil y Suecia jugaban en Pasadena una de las semifinales del mundial de futbol de Estados Unidos'94, y parecía que Suecia le anotaría a Brasil en cualquier momento, pero yo sólo pensaba en Brenda. Me sentía estúpido. A pesar de que era increíble haberme atrevido a hablar con ella, me había comportado como un idiota. Romario anotó un gol de último minuto y todo el fin de semana estuve pensando qué le diría a Brenda cuando volviera a verla en la escuela.


Pero jamás pude hacerlo, porque ese fin de semana Brenda murió en un accidente de motocicleta.