domingo, mayo 19, 2019

Nueve semanas y media | Elizabeth McNeill (1978)


Guillermo Fadanelli, en uno de los relatos de Plegarias De Un Inquilino, habla de los escritores que "sacan la espada" para "atacarse" entre sí –según él, más que un ataque, es un modo de reconocer, "con cierto nivel de inteligencia", la calidad del otro–, y pone de ejemplo una novela de Hemingway en la que describe a F. Scott Fitzgerald y a su esposa como "sujetos frívolos y con pocas virtudes", cuando, en el fondo, el mensaje del escritor nacido en Oak Park, Illinois, era rendirle una especie de homenaje a Fitzgerald por El gran Gatsby.

Según Fadanelli, las dádivas entre escritores, surten el efecto opuesto: más que ser elogios, son una estrategia diplomática para no decirle abiertamente al otro escritor que su obra es malísima. 

En este contexto, siguiendo la premisa de Fadanelli y adoptando la actitud de un escritor –¿qué necesitas para que la sociedad te reconozca como tal?, ¿tener, al menos, una novela publicada, aunque tú mismo hayas pagado por su publicación...?, ¿salir en la televisión y que allí digan que eres escritor...?, ¿tener un blog lleno de anuncios y encabezados amarillistas, en el que escribes todos los días y en el que "opinas polémicamente" sobre temas "de interés común" que, en el mejor de los casos, sólo sublevan al lector o le dan la falsa impresión de que sus defectos no lo hacen idiota, sino más inteligente y auténtico...?, ¿aprovechar la menor oportunidad para presumir en redes sociales, "tus pensamientos más privados" y "tus vicios más excéntricos", como si fueran fragmentos de una novela que estás escribiendo...?, ¿que todo mundo sepa, incluyendo tus mascotas, que "siempre" has escrito...?–, debería decir que Nueve semanas y media ha sido la mejor novela que he leído en toda mi vida. 



Un fin de semana, una de mis primas mayores llegó al departamento en el que mis papás, mis hermanos y yo vivíamos a finales de los ochenta. Ella quería pedirle prestada la videocasetera a mi papá, o que la "dejara" ver una película. 

En esa Betamax habíamos visto Los GremlinsVolver Al Futuro, Los GonniesLos Muchachos Perdidos, La Historia Sin Fin, Batman... Aunque también habíamos visto varias películas poco aptas para niños –las adaptaciones de Los Niños del Maíz y de Cujo, así como la saga de Charles Bronson en El Vengador Anónimo–, mi prima había conseguido una película de la que "todo mundo hablaba", pero que, al mismo tiempo, no parecía ser algo que ella quisiera ver en presencia de mi papá. 

Mi prima le dijo a mi papá que era una película de "amor enfermizo", o algo así. 

Ya no recuerdo si mi papá le prestó la videocasetera, pero estoy seguro que ella y mi papá nunca vieron en el departamento esa película. 



Kim Basinger y Mickey Rourke actúan en la adaptación de esta novela. Jamás la he visto, y, después de leer el libro, no estoy muy convencido de hacerlo, aun cuando catapultó a ambos actores como sex-symbols y "rompió paradigmas" debido a su contenido "altamente pornográfico"... en 1986.  

Elizabeth McNeill es el seudónimo bajo el cual, supuestamente, una ejecutiva de una gran empresa neoyorquina escribió esta novela que fue publicada en 1978. 

La historia está llena de detalles de la vida de ejecutivos neoyorquinos que viven en lujosos departamentos, que tienen exquisitas bibliotecas repletas de libros "carísimos, extraños y especializados en arte", que hacen sus compras en tiendas para "clientes exclusivos" en las que se ponen a la venta "artículos exclusivos" con precios estratosféricos, que comen alimentos con ingredientes importados de "recónditos países con culturas incomprensibles" y preparados "por las más expertas" manos de chefs... 



La autora conoce a un hombre, aparentemente inofensivo y galante, en una feria callejera de Nueva York. Conforme la trama avanza, ella se enamora de él, aun cuando él tiene "una manera especial" de "mostrarle" su afecto. En su relación, hay una especie de "amor-odio" y las vejaciones y la sumisión de la protagonista son el factor común. 

Tal vez en 1978 (incluso en 1986), la historia rompió paradigmas, pero yo creo que no lo hizo para toda la gente, sino para un grupo particular de personas acostumbradas a vivir bien y a entretenerse excéntricamente. 

(En cierta forma, los protagonistas me hicieron pensar en la gente de hoy que repite en redes sociales la opinión de su gurú político, pero sin entender lo que su gurú político opina, sino, más bien, por automatismo, para "dejar claro" que no son como "esos monstruosos e iletrados sujetos" que "quieren todo gratis" y que "no le echan ganas" y que por eso viven en la pobreza.) 

La historia de McNeill se me hizo tediosa, difícil de seguir, y no me atrapó jamás. 
Tiene unos cuantos momentos sórdidos que sí me gustaron, pero en general relata una vida que no me interesa vivir, una vida de un círculo social al que no pertenezco y al que no me gustaría pertenecer. 

Hace un año la leí y, apenas hoy, mientras re-leía a Guillermo Fadanelli, se me ocurrió escribir sobre ella.  

Tal vez cuando la lea otra vez, mi opinión cambiará y no me parecerá tan mala. 

Cuando la película cumplió 30 años
Una reseña de Los Niños del Maíz

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