viernes, junio 29, 2007

Jamás me devolvió un libro de Proust




Todas las mañanas me encontraba a Inés. Ella llegaba en un camión que hacía una parada detrás de la escuela, junto a unas bancas de concreto en medio de un césped. 
Cuando ella llegaba y me veía -a veces se hacía la desentendida-, me saludaba calurosamente y nos sentábamos a platicar. Odiaba tomar clases, o estaba muy aburrida. 

Inés siempre me preguntaba qué libro estaba leyendo. Rara vez se trataba de algo relacionado con la escuela, y a ella le gustaba que yo le contara de qué trataba lo que estaba leyendo. Estábamos en los primeros semestres de la carrera y ninguna materia me había atraído lo suficiente. 

Una de esas mañanas, el tiempo estaba muy agradable. Debió de ser primavera. Tal vez abril, o mayo. Hacía mucho sol y un viento refrescante. Algunos aspersores estaban encendidos sobre el césped y la brisa era como la del mar. 

Después de saludarnos, Inés y yo nos sentamos. Ella sonrió -tenía una dentadura asombrosa- y movió la cabeza. Su cabellera estaba húmeda y despidió una fragancia enloquecedora. Ella se mordió los labios coquetamente y me dijo "Cuéntame...", y me quedé mudo. 

Usaba una blusa escotada -tenía un busto enorme- y, por un momento, me perdí en el abismo de sus pechos.


Jamás había visto a Inés con un interés romántico, pero, desde ese momento, no pude apartarla de mi mente. Estuve más de un semestre, tratándola. Le escribía cartas y la buscaba en mis ratos libres, y, a la menor oportunidad, le decía que me gustaba. 

En verdad me gustaba, pero ella nunca me tomó en serio. 
Supuestamente había sufrido demasiado por los hombres -incluso había intentado suicidarse, o algo así-, y creía que yo también la haría sufrir.
Esa mañana agradable yo estaba leyendo Por los caminos de Swann
Cuando logré volver a la realidad -era imposible ignorar los pezones de Inés-, le conté la trama y le dije que Odette de Crécy y ella parecían la misma persona.     

Inés se mostró interesada, y me pidió prestado el libro. 

Hace más de un año que no la veo -me llamó por teléfono una vez, mucho después de haber terminado la licenciatura, y nos vimos para comer y fuimos al cine- y jamás mencionó nada del libro. 


Fue una cita extraña. 

En la comida, me dijo que le gustaría que nos viéramos más a menudo, y constantemente insinuó que podría enamorarse de mí. 
De la nada, me contó que sus vicios eran el alcohol, el tabaco y el sexo. 

En el cine se soltó la cabellera -la sujetaba con una diadema- y me miró por unos segundos y luego me dijo al oído que me daría una sorpresa. 
La verdad ella sólo estaba desconsolada porque su antigua pareja la había terminado. 

No estoy seguro si alguna vez leyó el libro -y descubrió que realmente sí se parecía a Odette, y me odió por compararla con ella-, o si simplemente nunca tuvo interés en leerlo y sólo era un pretexto para que yo tuviera que llamarla por teléfono y pedírselo.  

Lo más probable es que ella ni siquiera recuerde que le presté un libro. 


Yo también corro experimentos a la una de la mañana



Tuvieron que pasar más de dos años para que comenzara realmente a buscar dónde estudiar un posgrado. Terminé decepcionado de la licenciatura y no quería saber nada más de la línea de investigación que estudié para escribir mi tesis y para hacer mi examen profesional. 

Después de entrevistarme con varios investigadores de la Facultad de Psicología, del Instituto de Investigaciones Biomédicas y del Instituto de Neurobiología, me decidí por el laboratorio de cannabinoides de la Facultad de Medicina

Tengo más o menos un mes en el laboratorio. 

Actualmente no tengo un proyecto -la convocatoria para ingresar al Doctorado en Ciencias Biomédicas es publicada dos veces al año y la más cercana en la que puedo participar será en enero-, pero estoy familiarizándome con el ritmo de trabajo del laboratorio.

Los lunes tenemos un seminario al estilo de un Journal Club por la mañana y un seminario de avances por la tarde. El seminario de avances empieza a la hora de la comida y regularmente acaba a las 8 de la noche. 

Normalmente los estudiantes están en el laboratorio desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche. 

Como en todos los lugares de trabajo, hay excepciones. 

Algunos estudiantes -sobre todo, los alumnos de posgrado- llegan antes y otros -sobre todo, los alumnos de licenciatura- se van más temprano. 




Esta semana he aprendido a entrenar a ratas en una prueba conductual que se llama Laberinto de Barnes

El laberinto es una mesa circular de color blanco que cuenta con 64 agujeros a lo largo de su circunferencia. Sólo uno de los agujeros cuenta con una cámara secreta, debajo de la mesa, en la que puede refugiarse la rata.  

Encima del laberinto hay una bocina que produce un ruido blanco y un foco que ilumina la mesa con una luz blanca. Es importante que en cada ensayo el escenario sea idéntico, así que por eso, en el recinto donde está el laberinto, siempre hay objetos -como cuadros, lámparas y el experimentador- que permanecen en el mismo sitio. 

Al colocarlas en el centro del laberinto (una rata a la vez), los animales huyen de la mesa y del ruido blanco -tanto la luz como el ruido les resultan aversivos- y, para conseguirlo, buscan entre los 64 agujeros cuál de ellos tiene la cámara secreta de escape.

En los primeros ensayos las ratas encuentran aleatoriamente el agujero de escape, pero, conforme avanza el entrenamiento, pueden aprender una estrategia -espacial o serial- y resolver la tarea rápidamente.

La estrategia espacial es la misma que usamos los humanos cuando nos ubicamos, precisamente, con base en claves espaciales -como un edificio, una calle o, incluso, la posición del sol-, para llegar a una dirección. 



Supuestamente hay estudios de resonancia magnética funcional en los que se muestra que los taxistas neoyorquinos tienen muy desarrollada esta estrategia y que su ejecución depende de una región cerebral que se conoce como hipocampo.    

La estrategia serial corresponde a un tipo de aprendizaje que se conoce como procedimental, y es semejante a la estrategia que utilizamos cuando conducimos un automóvil (sin pensar en todos los movimientos que debemos llevar a cabo para acelerar, frenar o dar una vuelta) o cuando cocinamos una receta que nos sabemos de memoria (sin reparar en los ingredientes y en las cantidades necesarias de cada ingrediente que la conforma). 

Debido a que podemos platicar -o hacer otras cosas- mientras conducimos o mientras cocinamos, se considera que este tipo de aprendizaje es más automático que el aprendizaje que subyace a la estrategia espacial.

Los investigadores en el área coinciden en que el aprendizaje de procedimiento depende de la actividad de los ganglios basales, o núcleos de la base. 

Estos núcleos son muy importantes porque incluyen neuronas que son responsables de la conducta motora y que, justamente, se dañan en el Parkinson.   



Hoy, viernes, me toca evaluar si los animales a los que he estado entrenando toda la semana, desarrollaron una estrategia espacial o una estrategia serial para resolver el Laberinto de Barnes. 

La prueba es a la una de la mañana.  

El propósito de estos experimentos es determinar si la variación circádica de los receptores a marihuana influye en estos tipos de aprendizaje. 

Supuestamente por la mañana los animales emplean más la estrategia espacial y por la noche emplean más la estrategia serial, y lo que se quiere averiguar con este experimento es si estos patrones de respuesta dependen de la expresión de los receptores a marihuana. 

Es importante señalar que los roedores son animales nocturnos y que tienen su fase de reposo por la mañana y su fase de actividad por la noche.

  
Me estoy quedando dormido.

He estado casi todo el día en el laboratorio. 

Hoy vine por la mañana, volví a comer y a dormir un rato a la casa y regresé al laboratorio a las 9 de la noche. 

A esta hora, sólo estoy yo.

Entre sueños he pensado en la gente que está disfrutando su viernes de una manera muy diferente a la mía.

(¿Cuántos estarán consumiendo drogas -o vomitándolas-, o experimentando los flashbacks diez años después de haber probado psilocibina, mientras yo estoy aquí, a punto de evaluar una prueba conductual?)

Entre sueños también he pensado que dedicarse a la investigación no es fácil.

No sólo tienes que trabajar por la madrugada. 
También tienes que trabajar en vacaciones, en días feriados y en fines de semana.
No siempre tienes sueldo ni seguro médico ni aguinaldo. 

La investigación no es una actividad para cualquier persona, y sin embargo la gente suele minimizarla y pensar que hacer ciencia sólo consiste en diseñar sofisticados dispositivos que mejoren la calidad de entretenimiento de las masas.  

(Pero, bueno, si la mayoría de la gente piensa que lo máximo es tener dinero para comprar un buen automóvil, o tener hijos, ¿qué podemos esperar?) 



Acabo de leer un paper.

O se supone que eso hice. 

Se trataba de un estudio con ratones knock out para una proteína del hipocampo.
Aparentemente estos animales transgénicos tardaban más tiempo que los controles para encontrar la plataforma en el laberinto de Morris.

Mientras intentaba comprender las implicaciones de los resultados, no podía sacarme de la cabeza una canción de Bowie.


(Looking for water


En vez de concentrarme en el paper, de repente ya estaba pensando en que Kurt Cobain decía que la música era más importante que las letras.

Y luego recordé cuando aprendí a tocar por primera vez una canción de Nirvana en la guitarra.  

(Looking for water)

No estoy seguro cuál fue. 

(Probablemente fue Come as you are)

Me distraigo fácilmente.


Faltan cinco minutos para la una de la mañana.

Tengo ganas de fumarme un cigarrillo, pero creo que el aroma del tabaco estropearía el experimento que voy a correr.

Tengo muchas ideas que me gustaría escribir en el blog.

Me siento muy emocionado, como un niño que está solo en casa y que puede hacer todas las travesuras que se le ocurran.

Me gustaría que Chinaski estuviera aquí y que me dejara explicarle de qué trata el experimento que voy a correr.

Estoy muy emocionado, pero también tengo sueño y me caería bien platicar con ella para no quedarme dormido. 

Me gustaría decirle que odio cuando algunos miembros de nuestras familias desacreditan la investigación sin haber puesto jamás un pie en un laboratorio. 


Involucra una serie de sacrificios que ni siquiera podrían imaginarse. 

Pero Chinaski sólo está en mi cabeza. 

lunes, junio 25, 2007

Yo leía y leía


El humo se estancaba en la habitación. Los ojos me ardían porque el incienso resultaba irritante. En la calle, el ruido de las llantas sobre el pavimento mojado rechinaba.

Las voces de los niños de los vecinos penetraban la alcoba, igual que una cascada que fluía densamente en los átomos de aire. La garganta me dolía. Un cigarrillo tras otro, se habían encargado de enronquecerme la voz.


Yo leía y leía, sin saber qué demonios leía; sin saber qué clase de seres apisonados en una hoja de papel perseguían mis ojos afectados por el humo del incienso y de los cigarrillos.

Yo leía y leía, pero en realidad lo que leía era la belleza de una mujer, de la mujer que había permanecido tendida de bruces sobre el lado izquierdo de la cama.

* * *

La mujer me miraba con sus ojos verdes, purificados por un aire loco y volátil, capaz de abrir océanos. Me escuchaba con su rostro blanco, nítido como una mancha de leche sobre un piso oscuro. Me acariciaba con su cabellera ensortijada que latía como un estigma.

Ella me miraba y yo miraba su cabellera. Sus rizos eran como miles de serpientes hermosas. Le colgaban. Se retorcían. Se dibujaban lentamente al compás de los átomos del aire.


Se acerca el Alba





Los párpados son pesadas cortinas de agua, y me resulta casi imposible mantenerlos abiertos. Esta madrugada me emociona recordar. Más allá del simple hecho de dormir, tengo ganas de dormir porque tengo sueños que soñar. Acostumbro a escribir mis sueños en cuanto despierto. Últimamente sé que he soñado pero no recuerdo qué. No importa. Ya tendré tiempo para seguir escribiendo un diario de sueños.



* * *



Tengo hambre, y estoy pensando en comida. Me parece gracioso pensar en comida. Me emociona sentir las contracciones de mi estómago. Resulta sorprendente que el estímulo del hambre haya sido descubierto hasta 1920, pero qué importa. Aunque me han dicho que luzco sumamente delgado, y de hecho me siento cansado después de casi cualquier actividad ligera, no me importa. Cansado y todo, me levanto de la cama con ganas de despertar.



* * *



Me siento tan extraño que podría comenzar a llamar por teléfono a todas las personas que en algún momento me dieron sus números telefónicos. Me siento tan extraño que podría soportar a cualquier persona, incluso a aquellas cuya única meta en la vida es tener hijos o leer la Biblia. Me siento tan extraño que podría dejar de fumar. Me siento tan extraño que ni siquiera sé que día es hoy ni me importa saberlo.



* * *



Recuerdo muchas cosas, y me emociona porque esta madrugada quiero dormir, quiero soñar, quiero comer, quiero escribir, quiero leer, quiero caminar.


martes, junio 12, 2007

Agujero cósmico


Un viernes de marzo sales de tu casa rumbo a la universidad. Vas a impartir tu clase, una práctica de Sensopercepción. 
En las inmediaciones del metro, la observas de repente y te sientes impresionado.
Tu cuerpo está como electrificado de éxtasis. Sientes que la saliva se te atora en la garganta. 
Tu corazón retumba como un tambor de guerra. 

La sigues con la vista. No puedes apartar tu mirada de ella.
Piensas que es hermosa, y divagas. 
Imaginas situaciones con ella. Cuando vuelves a la realidad, estás en Centro Médico. 

Continúas observándola. Ella se maquilla, te ha sonreído, y se mira en un pequeño espejo de mano. 
Se quita los lentes de sol y sus ojos y su cabellera te asaltan. Sus ojos son verdes como el mar Caribe. Su cabellera es una locura ensortijada.

Ella lee un libro acerca de la cultura egipcia. Te mira de reojo y vuelve a sonreírte.

“¿Acaso estudia Historia?”

Avanza el convoy. El recorrido de siempre, no es el recorrido de siempre. 
Etiopía, Eugenia, División del Norte, Zapata, Coyoacán, Miguel Ángel de Quevedo, Copilco...
Siempre desciendes en Copilco y desde allí caminas hasta la Facultad de Psicología, pero ahora sigues hasta Universidad, sólo porque quieres seguir viéndola. 

En la estación de Ciudad Universitaria, sales del vagón, casi detrás de ella. Caminas a pasos lentos. 
De repente, estás tambaleándote. Te tiemblan las piernas.
Estás indeciso. No sabes qué harás. 
Sientes un piquete en la parte baja del vientre.
Prefieres no pensar nada más. Te decides y actúas. 

Será lo que tenga que ser. Si te da el cortón, se acabó.

La tocas ligeramente en el hombro, te sientes electrificado, y cuando ella voltea, le dices “Hola”. 

Una semana después vuelves a verla. Un mes después, ella está en tu habitación. 
Su cuerpo te hace pensar en un poema de Stadler.
Te acercas a contemplar sus ojos. 
Irrumpes en sus pupilas que son como el Mar Caribe y acaricias su cabellera que es impresionante, y ella te sonríe.

Sus pupilas se dilatan. Son una especie de abismo, un agujero cósmico. 

jueves, junio 07, 2007

Tus ojos del color del Mar Caribe



Tus párpados se esconden detrás del antifaz
Se abren y se cierran como ventanas
Y dejan entrar toda la luz de mis ojos
Pero en realidad son como puertas
Que absorben todo como agujeros negros

Tus párpados se abren detrás del antifaz
Y dejan entrever tus ojos del color del Mar Caribe
Y tus pupilas se dilatan por un segundo 
Pero en realidad parece toda una vida 
Que restalla en las profundidades del sueño

Todos estos recuerdos revolotean en mi cabeza
Como una marejada de mariposas nocturnas
Y ensordecen la quietud del amanecer
Mientras escribo y admito que no necesito perder la razón
Porque puedo verte cuando quiera