miércoles, marzo 28, 2018

Alguien debe morir para dejar vacante una plaza académica


Según un estudio de la OCDE del 2017*, sólo el 17% de los mexicanos entre los 25 y los 64 años de edad poseen un título universitario. 

De ese 17%, sólo el 1% posee una maestría y menos del 1% posee un doctorado. 


En este contexto, pertenezco a menos del 1% de la población mexicana entre los 25 y los 64 años de edad.


Estos números me hacen pensar dos cosas: 1) que pocas personas concluyen estudios universitarios porque la mayoría de la población no tiene la oportunidad de hacerlo y 2) que para estudiar un posgrado quizá no sólo se trata de tener la oportunidad de hacerlo, sino de tener suficiente capacidad intelectual para ingresar a uno y de ser suficientemente tenaz para terminarlo. 


Al menos en el posgrado que estudié, nadie se gradúa sólo por haber tomado clases o por haber tenido suficiente dinero para pagar una colegiatura.


Para ser aceptado en ese posgrado, tienes que demostrar que eres mejor que cientos de aspirantes. 


Necesitas haber concluído la licenciatura al menos con un promedio de 8. 


Necesitas pasar unas pruebas psicométricas para que el posgrado descarte que tienes un retraso mental o que puedes desarrollar una psicopatía. 


Lo más importante es aprobar la entrevista de admisión al posgrado, ante un comité de investigadores reconocidos que evalúan cuáles aspirantes exhiben una capacidad apropiada para integrar información científica muy especializada, exponerla coherentemente y defender la viabilidad del proyecto de investigación que pretenden desarrollar y concluir durante el posgrado. 


Ese proyecto de investigación que defiendes en tu entrevista de admisión, no es un texto cualquiera ni se escribe en un solo día. 



No es común que un aspirante llegue al posgrado con una brillante idea y que con base en esa brillante idea escriba él solo un proyecto de investigación. 


Lo común es que el aspirante haya trabajado previamente en el laboratorio del investigador con el que quiere cursar sus estudios de posgrado y que el investigador tenga una sólida línea de investigación y que sea él quien le asigne un proyecto de investigación. 


Dependiendo de lo estricto que sea el investigador, o de lo capaz que le parezca el aspirante, el aspirante puede prepararse todo un mes, o todo un semestre, para esa entrevista de admisión. 


Para tu entrevista de admisión no sólo basta conocer tu proyecto de investigación -los antecedentes, la pregunta de investigación, la hipótesis, la metodología con la que pretendes poner a prueba tu hipótesis, el análisis estadístico que sería más adecuado para tus datos-, sino que debes preparar una presentación oral con material de apoyo -como una presentación en power point, o con cualquier software de tu preferencia-, para exponérsela al comité evaluador de la manera más convincente posible. 

Obviamente, toda la información que da lugar a tu proyecto de investigación está escrita en inglés y está publicada en revistas especializadas. 


Un curso de inglés básico puede facilitarte la lectura de esa información científica, pero no necesariamente su comprensión. 


Obviamente, el comité evaluador espera que en tu presentación expongas datos (y que no leas diapositivas llenas de oraciones que cualquier persona que no supiera el tema podría leer también, como acostumbran a hacer muchos estudiantes de licenciatura cuando les toca exponer en clase) y que los interpretes de una manera congruente con tu pregunta de investigación. 




Desde hace tres años, pertenezco al Sistema Nacional de Investigadores.

Obtuve mi grado de doctor en mayo del 2014. 
He impartido clases a nivel licenciatura y posgrado en universidades públicas y privadas casi durante diez años.
He participado en exámenes de grado -sólo he titulado a una estudiante de licenciatura y fui asesor de otra alumna de maestría que desertó-, he escrito proyectos de investigación básica para concursar por financiamiento -y que hasta ahora sólo han pasado el primer filtro de evaluación-, y desarrollé un proyecto de investigación por mi cuenta. 

Me molestan los comerciales de la presidencia en los que se presume la creación de muchos empleos, pero me molesta mucho más la gente a la que esos comerciales convence fácilmente. 


De acuerdo con un estudio de ManPower Group**, cuando la presidencia se refiere a la "enorme" cantidad de empleos que ha generado durante el sexenio que está por concluir, se refiere a empleos diseñados para un grupo de personas que ni siquiera terminaron la primaria  (114, 990 trabajadores), que aceptan menores sueldos, que no tienen prestaciones ni seguridad social o que laboran en la informalidad o en la subcontratación. 

En este reporte se menciona que la cantidad total de desempleados en México asciende a más de un millón de personas.  

A la presidencia le faltó señalar este "pequeño" detalle. 


Para las personas con mi perfil académico, la manera más fácil de obtener una plaza es que alguien muera y que irremediablemente deje vacante su plaza y nos permita concursar por ella.

(A veces, incluso en estos casos inusitados, ya se tiene a un "candidato" para ocupar la plaza y entonces los concursos son una farsa.)  

Es una situación desgastante. 


Además del desempleo y de la inseguridad laboral, a diario tenemos que lidiar con la opinión desinformada de la gente. 

Son tan fáciles de convencer que pueden pasar de creer que tener un doctorado no tiene ninguna utilidad y que es un desperdicio de recursos y que las personas con doctorado somos presuntuosas y groseras, a creer que un candidato a la presidencia es la mejor opción para gobernar el país porque tiene un doctorado y además a veces viaja en transporte público

Sospecho que ese porcentaje de la población que no se toma ni cinco minutos para informarse acerca de nada por su propia cuenta, es la población que más opina y que más lastima al país. 

Ustedes son los responsables de que la presidencia nos vea como Azcárraga Milmo veía a los televidentes: como un montón de ignorantes que apenas saben leer y escribir. 


Si creen que estudiar un doctorado es como estar de luna de miel y que las personas que estudiamos un doctorado lo hicimos porque queríamos evitar la realidad laboral y porque aspirábamos a dar clases en una preparatoria, están equivocados.

Si son incapaces de contar coherentemente las trivialidades de su propia vida, pero repiten y defienden lo que les dicen en la televisión y en la radio como si fuera su propia opinión, están dañando al país. 


También dañan al país si creen que lo máximo en la vida es tener automóvil, o hijos.


Y si creen en ello y sin embargo no se han dado cuenta que el precio de la gasolina ha subido dramáticamente en los últimos años, qué lástima. 

Y si creen en ello y ni siquiera les pueden enseñar a sus hijos que tirar la basura en la calle, o que desperdiciar el agua, o que abandonar y/o maltratar a sus mascotas, o que aprovecharse del prójimo, no está bien, qué lástima. 

Obviamente no se sienten ofendidos cuando la presidencia dice que la crisis que atraviesa el país es mental, que los feminicidios y que los miles de muertos debido al tráfico de drogas y que las decenas de periodistas asesinados y que los 43 desaparecidos de Ayotzinapa son irrelevantes.

No se sienten ofendidos cuando la presidencia dice que en este sexenio se han hecho las cosas bien.  


Ni siquiera notaron la ironía cuando el extitular de la SEP promovía la Reforma Educativa y al mismo tiempo minimizaba el plagio del presidente en su tesis de licenciatura.

No les resulta una burla que ese personaje ahora sea coordinador de campaña del candidato a la presidencia de ese mismo partido, pero, eso sí, si ellos les dicen que hay un peligroso candidato que nos convertirá en Venezuela, no lo dudan.

Y, sin embargo, los envidio porque parece que son felices así. 
Yo ni siquiera puedo dormir, por estar pensando en todas estas cosas que no tienen solución.

*Panorama de la Educación
**Empleo en México y sus perspectivas para 2018