viernes, marzo 20, 2020

Tráiganme la cabeza de Quentin Tarantino | Julián Herbert (2017)


Éste podría ser uno de los libros que tal vez sólo comprarías porque te enganchó su título o su portada (¿Shakespeare haciéndose pasar por Vincent Vega en una de las escenas más emblemáticas de Pulp Fiction, apuntando un arma del Siglo XX y rodeado de las manchas de un caótico brochazo de pintura roja que pretende ser un salpicadero de sangre?) y que, tal vez (si fueras un poco obsesivo, ¿como yo?), habrías comenzado a leer inmediatamente y habrías continuado leyendo hasta el final para descubrir el propósito del título, aun cuando el “tono” de cada uno de los textos que conforman el libro no te lo hubiera permitido.

Los textos no son predecibles y su temática es más o menos heterogénea, pero están escritos en un lenguaje que fluctúa entre lo académico, lo intelectual, lo adornado, lo coloquial y lo desgarbado –a propósito–, y algunos de sus personajes usan la jerigonza de los narcotraficantes del norte de México y a veces sus digresiones podrían complicar el seguimiento de los diálogos.

En mi caso, el recorrido hasta el último relato –cuyo título, da título al libro– valió la pena. 

Cuando vi anunciado este libro en algún portal de Internet (¿o en la revista que te dan en las cajas de Librerías Gandhi?), el título no sólo me pareció atractivo sino que me hizo creer que se trataba de una novela y me hizo fantasear con la trama: el protagonista era un narcotraficante obsesionado con Quentin Tarantino que le ordenaba a uno de sus sicarios que lo persiguiera por Los Ángeles y que lo capturara y que lo llevara a su mansión, para que él le contara cómo había llegado a convertirse en narcotraficante, mientras intentaba convencerlo de hacer una película basada en su vida. 



La sinopsis no guardaba ninguna relación con lo que había imaginado, pero lo encontré en la más reciente Feria Internacional del Libro y lo compré.

“Tráiganme la cabeza de Quentin Tarantino” contiene diez textos –a los primeros nueve, sólo por su extensión, los llamaría “cuentos”– que están repartidos en 186 páginas.

En sus páginas aparecen diplomáticos que viven en Francia y que humillan a la Madre Teresa de Calcuta en un aeropuerto, periodistas adictos al crack que terminan trabajando con policías corruptos, artistas conceptuales que se filman a sí mismos copulando con prostitutas infectadas de VIH, estibadores de almacenes que viven en Berlín y que atestiguan la reacción de la ciudadanía alemana ante el horror de los desechos humanos en un vagón del metro, sobrevivientes de una enfermedad que convierte paulatinamente en caníbales a los habitantes de la Ciudad de México y que terminan como una atracción turística con resabios de ofrenda Azteca en La Catedral Metropolitana, locos que juegan a los dados en un manicomio con la dentadura que uno de ellos se arrancó a sí mismo por estar convencido de que había una partitura escrita en ella... 

Quizá el autor pudo dejar a un lado los nueve cuentos y publicar solamente el último relato –¿enfocarse en él hasta convertirlo en una novela?–, pero quién sabe si él solo tomó la decisión de publicar diez textos juntos y quién sabe si esta decisión no fue influenciada por la editorial ni por el potencial impacto que habría tenido un libro con estas características entre el público. 

Independientemente de todas las exageraciones con las que me he dirigido a “Tráiganme la cabeza de Quentin Tarantino”, lo recomiendo ampliamente. 


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PD: Las editoriales y su equipo de mercadólogos, no deberían darle tanto crédito al lector (¿hormiga?): ¿acaso no es probable que un gran porcentaje de la gente que presume leer, realmente no lea y que sólo esté interesada en comprar libros para aparentar cierto nivel de cultura...? 


domingo, marzo 15, 2020

Despachador de pollo frito | Carlos Velázquez (2019)



Lo primero que debo hacer es admitir que fui prejuicioso con Carlos Velázquez. No lo conocía, nunca había escuchado nada sobre él, pero, de pronto, un día, mi línea de tiempo en twitter fue inundada por publicidad de La efeba salvaje, uno de sus libros que acababa de salir a la venta. Había tanta publicidad sobre el libro que era prácticamente imposible no acabar leyendo una nota sobre La efeba salvaje y no saber que Carlos Velázquez había escrito ese libro de relatos.

Cada vez que doy con algún libro que me recomiendan por todas partes, tengo mis sospechas. Más allá de que tengo los grados académicos más mamones y de que hago cosas que pocas personas pueden hacer (a pesar de que nací en una familia poco privilegiada) y de que no me basta encender la televisión o ponerme como meta comprarme un auto para ser feliz, aprendí a leer y a escribir a los cuatro años, y, desde entonces, siempre me ha gustado leer y escribir; cuando estaba en las postrimerías del kínder o en la primaria y no tenía que ir a la escuela, me pasaba todas las mañanas escribiendo y leyendo por placer; mis papás me compraban cuentos o cómics, y lo que leía me llenaba la cabeza de ideas y entonces escribía historias; cuando entré a la pubertad, dejé atrás a los hermanos Grimm y a Superman, y me topé con Bukowski y con Baudelaire, y luego con Kerouac y con Burroughs, y después con todos esos autores decimonónicos y con todos esos autores poco convencionales que tienes que leer en algún punto de tu vida, si realmente lees, si no eres un lector de ocasión. 

He tomado algunos talleres de creación literaria, he conocido a gente que escribe literatura underground, he tratado a gente arrogante y sin talento que escribe literatura comercial, he tenido algunos amigos que parecen atrapados en otro siglo y que escriben literatura llena de anacronismos, me he relacionado con personas que se ven a sí mismas como Arthur Rimbaud, he aborrecido a algunos periodistas de rock que fueron mánagers de la banda de rock de mi hermano y que escriben en La Jornada y que no saben nada de nada, he concursado por algún premio con alguna novela que he escrito y que nadie ha leído, he asistido a varias presentaciones de libros y he sentido pena por los escritores que deben lidiar con las preguntas tontas de sus admiradores...

Desde que estoy metido en el mundo de las letras, me ha quedado muy claro que la literatura pertenece a un círculo social: que no hay “golpes de suerte”, que casi todos los escritores son amigos de casi todos los escritores, que unos a otros se dan palmaditas en la espalda en todos los medios posibles, y que los lectores, en general, no son nada suspicaces y que acaban creyéndoles ciegamente a todos los escritores que les recomiendan los libros de sus amigos escritores. 

A pesar de todos mis sesgos, la publicidad estaba en todas partes y el título del libro de Velázquez se quedó en mi cabeza. Me pareció un título anacrónico y extraño, y me hizo pensar que tal vez el lenguaje del libro estaba plagado de anacronismos, como los cuentos de algunos de mis amigos. Hasta la fecha no lo he leído, pero después de leer Despachador de pollo frito, apostaría a que estoy equivocado. Tal vez se titule así en honor a una de las protagonistas. Tal vez es una manera de decir vaquerobvia.

En una de las notas que acabé consultando en Internet, junto a una breve reseña de La efeba salvaje, había una fotografía de Velázquez. Usaba una playera negra con la carita feliz de Nirvana estampada en amarillo –el mismo modelo de playera que he reciclado tantas y tantas veces– y también traía unos lentes semejantes a los que usaba Kurt Cobain. 

No le presté demasiada atención a la nota: más bien, me quedé pensando en qué clase de libro sería ese que tenía un título anacrónico y que había escrito un autor que usaba gafas Christian Roth y una playera de Nirvana. (Quien me conoce o quien ha leído este blog o quien ha visto alguno de mis videos en You Tube –en los que toco canciones de Nirvana–, sabe lo importante que es esta banda para mí).

Muchos meses después, en una edición de la Feria Internacional del Libro, en el stand de Sexto Piso, me encontré un libro que tenía en la portada una fotografía de Buzz Osborne. 

El libro se llamaba Despachador de pollo frito –¿podría tratarse de una novela sobre un asesino serial que escuchaba a Los Melvins y que trabajaba en un Kentucky Fried Chicken, porque todo mundo escribe sobre asesinos seriales en estos días?– y lo había escrito Carlos Velázquez. Me puse a leer la sinopsis, me gustó lo que leí y terminé comprándomelo.

                                

Despachador de pollo frito contiene cinco relatos que están narrados con un lenguaje totalmente distinto al que había asociado con Velázquez. Los protagonistas de cada uno de los cinco relatos son extravagantes –¿outsiders de la frontera norte del país?– y lidian con los problemas que caracterizan a nuestra sociedad de comida chatarra, de mentirosos influencers que pregonan estilos de vida saludables, de héroes idiotas de redes sociales y de estrellas de guacárock de las letras.

Los personajes incluyen a un ex-agente de la Interpol que persigue a Paul McCartney por Sudamérica y por México, a una vaquerobvia que termina en el hospital en condiciones críticas, a un fulano que nunca ha estado más de tres años con ninguna mujer porque considera que a partir de ese periodo todas las relaciones comienzan a destruirse, a un director de orquesta exhibicionista... En el relato principal, hay un otaku diabético, que escucha a Marilyn Manson, que tiene una piraña y que es adicto al pollo frito. 

Después de todo este recorrido, quiero leer La efeba salvaje.


                                            


domingo, marzo 01, 2020

1 de marzo de 1994


El Aeropuerto Múnich-Reim está localizado al Este de Múnich, en un municipio de Bavaria conformado por los distritos de Trudering y de Reim

Hasta el 16 de marzo de 1992, fungió como el Aeropuerto Internacional de Múnich y después fue habilitado como un espacio para conciertos de rock y para raves

El 1 de marzo de 1994Nirvana tocó el último concierto de su corta carrera en la Terminal 1 Flughafen München

La gira europea de In Utero tenía apenas un mes de haber comenzado habían tocado en Francia, en Portugal, en España, en Italia y en Eslovenia.

Originalmente, darían otro concierto más en la Terminal 1, pero Kurt Cobain tenía laringitis y bronquitis –terminó en muy malas condiciones este concierto– y tuvo que cancelar la segunda fecha y el resto de la gira. 

Supuestamente, también estaba harto de Nirvana y tenía la intención de dar por concluída su relación musical con Krist Novoselic y con Dave Grohl. Supuestamente había estado tocando canciones acústicas con Pat Smear y quería quedarse con el nombre de la banda e invitar a músicos como Michael Stipe a colaborar con él. 

Los Melvins, a quienes Kurt Cobain admiraba –incluso intentó convertirse en su bajista, antes de formar Nirvana y les pintó la van en la que se trasladaron en su primera gira por Estados Unidos–, fueron la banda “telonera” de este concierto*. 



Nirvana abrió su presentación en la Terminal 1 con My Best Friend's Girl y con Moving In Stereo –dos canciones originales de The Cars– que cantó Krist Novoselic

Mientras tocaban Come As You Arehubo una falla eléctrica que duró alrededor de diez minutos. Ante la tardanza, según algunos rumores en algunos clubs de fans de Nirvana (en internet), la banda estaba considerando la posibilidad de regresar al escenario a dar un concierto acústico, cuando se reestableció el servicio eléctrico. 

Kurt Cobain estuvo apático todo el concierto. 

La primera vez que se dirigió al público fue al finalizar In Bloom y sólo lo hizo para decirles que tocarían una canción de su primer álbum (About A Girl) y que su primer álbum se llamaba Bleach.

Cuando terminaron de tocar Lithium y Kurt Cobain ensayaba los acordes de Pennyroyal Tea, Krist Novoselic tomó el micrófono y le agradeció al público de Múnich por asistir al concierto. 

Novoselic también quiso ironizar y dijo que Nirvana estaba en declive, que el grunge estaba muerto, que el siguiente álbum de Nirvana sería de hip hop y que las letras de sus canciones hablarían de pistolas y de cómo les dispararían con ellas a los policías.  

Al finalizar Pennyroyal Tea, Novoselic quiso continuar con el discurso del hip hop, pero Cobain se molestó y lo interrumpió. Algunos admiradores de la banda aseguran que la relación entre los dos era muy mala desde la gira de In Utero por Estados Unidos y que la ruptura se hizo más notable en la gira por Europa**.


Kurt Cobain fue perdiendo la voz.

Floyd The BarberLove BuzzAneurysmBeen A Son y Endless, Nameless ya habían dejado de formar parte del repertorio que tocaban en vivo durante esa gira.

Esa noche, además de continuar con la tradición y no tocar estas canciones, tampoco tocaron Smells Like Teen Spirit. En el concierto previo en Eslovenia, tampoco tocaron la canción que los hizo mundialmente famosos***. 

Kurt Cobain perdió la voz en School. 

Tocaron Polly, acompañados por la chelista Melora Creager

Durante Lounge Act, Cobain tuvo que dejar de cantar uno de los estribillos para recuperar la voz. 

En Rape Me y en Territorial Pissings, Cobain se quedó afónico. 
(Al final de cada canción, incluso se burlo de sí mismo.) 

Nirvana abandonó el escenario después de Territorial Pissings y regresaron a tocar The Man Who Sold The WorldAll ApologiesOn A PlainBlew Heart-shaped Box

En Heart-shaped box –la última canción que tocaron en vivo en su carrera–, Cobain estaba exhausto y la cantó con desgano y con la voz fatigada. Ni siquiera pudo gritar en los coros. 

La interpretación de esta canción da una idea muy cercana de lo que fue todo el concierto. 

Algunas canciones del concierto en la vieja terminal aérea fueron filmadas con cámaras profesionales y terminaron en la sección de extras del DVD Live & Loud (2013). También existe un audio de todo el concierto –grabado con un equipo amateur–, que está disponible en YouTube.

Tres días después del concierto en la Terminal 1Kurt Cobain ingresó en estado comatoso a la Unidad Hospitalaria Policlinico Umberto 1 en Roma, debido a una sobredosis de benzodiazepinas y champaña. 

A finales de marzo, cancelaría el contrato multimillonario por la presentación de Nirvana en Lollapalooza y el 8 de abril su cadáver sería encontrado por un electricista en el invernadero de su mansión en Lake Washington

Hoy se cumplen veintiséis años del último concierto de Nirvana.


A Note of Nirvana's Last Show
Setlist
The Melvan

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*Siendo admirador de esta banda de MontesanoWashingtonKurt Cobain adornó con algunos dibujos suyos la van que usaron durante su primera gira por Estados Unidos. La van ha sido subastada en dos ocasiones y nadie ha querido comprarla. 
**Este año circuló por internet una carta de Cobain dirigida a Novoselic que parece apoyar esta idea. En la carta, Cobain lo despide de la banda y le recrimina haberse convertido en alguien tan pasivo que le dejó toda la responsabilidad creativa a él. También se queja de que Buzz Osborne –el líder de los Melvins– quiere entrometerse en la dirección que debe tomar Nirvana.  
***En algunos sitios de internet, hay admiradores que aseguran que el concierto en Eslovenia fue un favor personal de Cobain a Novoselic –los padres del bajista nacieron en Yugoslavia– y que quería cancelar la gira desde entonces.