sábado, mayo 02, 2020

Temporada de Huracanes | Fernanda Melchor (2017)

Hace más de dos años, encontré una nota sobre esta novela en algún portal de internet. Decía que la autora es una de las voces más importantes de la narrativa mexicana actual, y que Temporada de Huracanes –su segunda novela publicada*–, se convertiría en una de las novelas más aclamadas por la crítica especializada. 

En un lapso de tres o cuatro meses, leí varias reseñas que la nominaban a ser “la novela mexicana” de ese año, y que también pronosticaban que podría ganar varios premios nacionales e internacionales. (Mientras escribo estas líneas, ha ganado el premio Anna Seghers y es finalista del International Booker Prize.) 

Busqué el libro en las sucursales de Gandhi de Francisco I. Madero de El Centro Histórico de la Ciudad de México y de Town Square Metepec, pero estaba agotado y tuve que dejarlo en “mi lista de deseos” durante algunos meses.

Mientras tanto, compré Aquí no es Miami. Y me gustó. La narrativa y la atmósfera en la que suceden cada uno de los relatos, me dejaron muy impresionado, y lo leí de principio a fin en unos cuantos días. En ese libro, que aborda el nacimiento y el desarrollo del narcotráfico en Veracruz, a principios de la década de 1990, la habilidad de Fernanda Melchor para fusionar el periodismo y la literatura, en una especie de crónica, para contar historias que fluctúan entre el terror de la realidad y el terror de la ficción, es muy contundente. Es una escritora fabulosa y muy talentosa. 

También me agradaron otros tres detalles de Aquí no es Miami: que la autora no hubiera recurrido a lugares comunes –de esos ganchos al hígado que usan muchos escritores y que lucran burdamente con los sentimientos (y con la ingenuidad) del lector–, que no hubiera empleado trucos literarios para inflar la cantidad de páginas de sus relatos –de esos que te hacen ganar concursos de novela, con una obra que es similar, en cuanto a calidad y cantidad, a tu diario de la adolescencia– y que, aun en el contexto del narcotráfico, sus relatos tuvieran tanta diversidad literaria. 

Leer Aquí no es Miami aumentó las expectativas que ya tenía sobre Temporada de Huracanes


Durante la pandemia del Covid-19, algunas editoriales dieron acceso gratuito a los primeros capítulos de algunas novelas de sus catálogos, y así pude leer algunas páginas de esta novela en internet, antes de tener el libro físico en mis manos. Lo poco que pude leer, me desconcertó.  

No entendí si la novela se trataba de una historia de terror cuyos protagonistas eran un grupo de niños en un pueblo olvidado por el mundo, o si se trataba de una historia de los usos y costumbres de los habitantes de un pueblo ficticio que había sido invadido por el narcotráfico. 

A pesar del desconcierto que me causó la lectura de algunos capítulos de Temporada de Huracanes, tras casi dos años de espera (antes de la contingencia sanitaria de la pandemia del Covid-19, también transcurrieron una huelga en la universidad, un par de trimestres con varias horas de clase frente a grupo, unas largas vacaciones, una Navidad, un Año Nuevo y una Semana Santa), finalmente encontré un ejemplar de la novela en la sucursal de Gandhi de Town Square Metepec, y lo compré, pero, por una razón u otra –¿muchas clases en línea, mucho trabajo burocrático, algunos viajes a Querétaro y a la Ciudad de México...?–, no tuve tiempo para leerla, inmediatamente. 


Cuando, pude comenzar mi lectura, las primeras páginas me “atraparon” a tal punto que la leí en una semana. (Precisamente, mientras escribo estas líneas, acabé de leerla.)

Temporada de Huracanes, de acuerdo con algún conocido de la autora, originalmente se llamaría Domingo Siete (supuestamente, el editor le sugirió a la autora modificar el título) y tiene 222 páginas, y ya forma parte de las novelas “más intensas” que he leído. (Tal vez será una de mis lecturas más recurrentes, cuando me decepcionen las cosas que escribo –algo que, para bien o para mal, es muy frecuente– y cuando reflexione sobre lo lejos que me encuentro de ingresar a un círculo literario –a la mafia literaria mexicana, que usa trucos publicitarios burdos que conmueven a los lectores, ávidos de cultura pero poco críticos–, o de obtener retroalimentación sobre lo que escribo.)

Además de la velocidad y la fluidez de la narrativa –el lenguaje está tan bien trabajado, que cada vez que comenzaba un capítulo, no podía dejar de leerlo hasta que llegaba al final–, me impresionó la manera, magistral, sutil y apenas perceptible, en la que Fernanda Melchor introdujo en la trama a cada uno de los personajes y cómo los fue relacionando entre ellos y confiriéndoles protagonismo. (A diferencia de otras novelas que he leído, y que escribieron “las vacas sagradas” de la literatura mexicana, no encontré un solo detalle que estuviera de más, en cada uno de “los mundos literarios” de los protagonistas.) 

Hay tantos elementos destacables en Temporada de Huracanes que lo mejor es invitar a la gente a leerla, a que averigüe por ella misma de qué se trata y por qué ha generado tantas reacciones positivas entre los expertos. (¡Incluso en Wikipedia hay un sitio dedicado a esta novela!)

*    *    *    *

*Supuestamente, antes de su primera novela publicada en una editorial trasnacional, Fernanda Melchor publicó otra novela en una editorial underground, y no le gusta hablar mucho de ella, porque la avergüenza. 

Aquí hay una nota sobre los premios que ha ganado: Global UNAM

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