viernes, mayo 24, 2024

Like A Rolling Stone


Esta novela la encontré en la sección de novedades de la sucursal de Gandhi de Francisco I.
Madero, un sábado cualquiera del 2016, y me llamó la atención por el título: Adiós A Dylan. A Dylan acababan de anunciarlo como ganador del Nobel de Literatura, y la crítica estaba dividida: ¿bastaba su trayectoria como músico, compositor y poeta, para otorgarle esa distinción...?, ¿era injusto darle ese premio a un personaje que no dedicaba su vida entera a la literatura...? 

Yo no conocía tanto a Dylan, sabía que él era un personaje muy influyente en la música, que Guns N' Roses había hecho una fabulosa versión de una canción suya –¡Slash, para interpretar en vivo “Knockin' On Heaven's Door”, tocaba una Gibson de doble mástil!–, que se le identificaba como un cantante folk que escribía canciones con un alto contenido de protesta social, que era el autor de “Like A Rolling Stone”, una de las mejores canciones de rock en la historia según la revista Rolling Stone, que “Like A Rolling Stone” Dylan la compuso en la década de los sesenta, que es tal vez su mayor éxito comercial, que esta canción marcó su saltó del folk al rock, que “Like A Rolling Stone” compitió en las listas de ventas con “Help!” de los Beatles, que la canción fue interpretada por Mick Jagger, por Jimi Hendrix, por David Bowie, por Johnny Thunders, que no es una canción sobre los Rolling Stones sino sobre la gente falsa, que se ha especulado quién es Miss Lonely –la protagonista de “Like A Rolling Stone”–, que la letra destila odio, venganza y compasión, que Cate Blanchet interpretó a Bob Dylan en una película del 2008, que Dylan ha escrito varios libros, que su narrativa es comparada con la poesía de Mallarmé y de Rimbaud, que sus admiradores –los bobcats– son de los más locos del mundo, que muchos de ellos no recibieron muy bien la época de Dylan en la que cambió la guitarra acústica y la armónica por la guitarra eléctrica... y creí que ese libro de la sección de novedades era una especie de Dylan para dummies.

Tomé uno de los ejemplares de Adiós A Dylan, y leí que su autor era Alejandro Carrillo, un joven veracruzano, que el libro no era una especie de Dylan para dummies sino que se trataba de una novela, que la novela había ganado el Premio Mauricio Achar 2015, que el Premio Mauricio Achar era un premio dirigido a autores jóvenes de novela, que ésa era la segunda edición del Premio Mauricio Achar, que el slógan de ese premio era “La oportunidad para los nuevos escritores”.

Entonces, leí la sinopsis. 

Al principio, había un párrafo tomado directamente de la novela, y me gustó. 

Luego, la sinopsis, como tal, decía que Omar era el protagonista de Adiós A Dylan, que Omar estaba obsesionado con Bob Dylan, que la novela “era una novela iniciática con influencia de la generación beat, que era una novela sobre los ídolos, los papás y los ideales de los que nos colgamos para crecer”. 

Eso ya no me gustó. Me hizo pensar en la importancia de la publicidad, en cómo la publicidad puede engañar a la gente, en cómo los lugares comunes pueden acercar o alejar a un público en particular. Me acordé de Leonel –el sujeto que impartía el primer taller de creación literaria que tomé en La Pirámide–, quien siempre nos advertía: si van a escribir algo de lo que todo mundo habla, busquen su propio lenguaje; no hablen como lo haría todo mundo, sino como ustedes lo harían; encuentren su propia voz.
 
En fin. Me llevé el libro a casa. Lizzie me preguntó de qué trataba, le dije que era una novela y que la sinopsis era un asco pero que le daría crédito al autor, que la publicidad podía ser engañosa, que quería saber cómo podían ser los bobcats, que quería saber quién podía ser Bob Dylan para un escritor.

Esperamos unos minutos el Uber en la calle de Tacuba, y todo el camino hasta el departamento me la pasé leyendo Adiós A Dylan. No debí de leer más de veinte páginas, pero me gustó mucho lo que leí. La narrativa sí tenía cierta influencia de los escritores beat, pero la trama era auténtica, Alejandro Carrillo tenía su propio estilo para contar que el protagonista de la novela no sólo era un bobcat, sino que cada aspecto de su vida estaba impregnado de referencias a Bob Dylan: a las letras de sus canciones, a los libros que se han escrito acerca de él, a los libros que él mismo ha escrito, a las convenciones y extraños juegos que organizan sus fanáticos alrededor del mundo, a los lugares en los que Bob Dylan vivió cuando decidió dejar a sus padres para dedicarse a la música, a los cafés en los que tocaba antes de volverse mundialmente famoso...  

Omar relacionaba todos sus éxitos y todos sus fracasos con el 
músico, poeta y cantante nacido en Duluth, MinnesotaCada uno de los capítulos tenía por título el nombre de una de las canciones de Dylan. 
La trama se desarrollaba en la Ciudad de México, en Acapulco y en Nueva York. El protagonista se enamoraba de una chica que hacía porno amateur. Ella estaba enamorada de otra persona, pero Omar la idealizaba tanto que no podía aceptar su rechazo. Mientras intentaba olvidarla, viajaba a Estados Unidos, a un concierto de Bob Dylan, y aprovechaba el viaje para hacer un recorrido por los lugares que todo bobcat visitaba en esa ciudad. En ese recorrido, Omar tenía una especie de brote psicótico, y perdía contacto con la realidad, pero, irónicamente, ese brote psicótico, le ayudaba a encontrarse a sí mismo. 

Leí Adiós A Dylan en una semana, hace muchos años. Y te lo recomiendo.

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