El último año en el infierno en el que se había convertido el doctorado estaba por comenzar, y todos los fines de semana empezaban alrededor de las 4 pm de los viernes y eran una evasión de la realidad. Ese viernes no era la excepción, iba por mi tercer o cuarto litro de cerveza, iba por la segunda o tercera cajetilla de Camel, iban a dar las seis o siete de la tarde. A través de la bruma del alcohol escuchaba el último álbum de estudio de Soundgarden, me llevaba el Camel a la boca, intuía el aroma de la nicotina en mi piel, en la oscuridad intuía mis dedos de nicotina, lo primero que hacía al despertar y lo último que hacia antes de acostarme a dormir era fumar. Decidí cargar la pipa, tenía un dealer y amigo en el laboratorio que me abastecía y que nunca me dejaba más de quince días sin mercancía.
Le di una jalada a la pipa, su ojo de fuego incandescente resplandeció como el ojo de un dragón que podía presagiar un mal viaje pero no me importó: seguí fumando, y luego me tumbé en la colchoneta que había puesto en el suelo para entrar en comunión con la banda de Seattle que no había grabado un álbum de estudio en más de 10 años, desde que estaba en la prepa, desde Down On The Upside, las luces estaban apagadas en el pequeño departamento que rentábamos en Xola, hacía mucho frío, el aroma de la marihuana y del tabaco se habían estancado en el departamento, no me importaba que los vecinos me estigmatizaran, Liz no había vuelto del trabajo aún, la beca del doctorado no era suficiente para pagar la renta y todos los gastos corrientes, no gastábamos más que en lo necesario, no salíamos de viaje a ningún lugar.
Quería que la experiencia fuera lo más cercano a una noche acampando en un paraje solitario, no quería saber nada de la realidad, sólo que Soundgarden daría un concierto en México en un par de meses, en mayo, en El Palacio de los Deportes, ya tenía mis boletos, había invitado a uno de mis hermanos al concierto, el futuro cercano podía ser genial, pero me sentía tan ajeno a mí mismo, como una rata rindiéndose en la prueba de Porsolt, como uno de los perros del experimento de desesperanza aprendida de Martin Seligman; no quería pensar más en el doctorado, tampoco quería desertar, odiaba ir al laboratorio todos los días, ya no disfrutaba estar allí 10 ó 12 horas diarias, ese entusiasta aspirante al posgrado que había corrido experimentos a las 2 de la mañana durante varias semanas ya se había muerto, ya no soportaba los exabruptos del tutor, había descubierto su doble moral, estaba decepcionado de su doble moral.
En cuatro años ya había publicado tres papers de investigación original en revistas internacionales evaluadas por pares, y en cada uno de ellos yo había hecho prácticamente todo: no sólo fabricar electrodos y cánulas y hacer cirugías estereotáxicas y correr los experimentos, sino también analizar los datos, escribir los papers en inglés, darles el formato que requirieran las revistas y someterlos a revisión —hacer el trabajo del autor corresponsal, sin recibir ese crédito en ninguna ocasión—, y había aprendido a hacer todo eso yo solo, sin otra guía que los papers que leía y los papers que habían publicado los estudiantes de doctorado recién egresados del laboratorio del tutor, y podía titularme ya pero tenía otro paper en progreso, el posgrado en Ciencias Biomédicas “sólo” exigía que el Comité Tutoral hubiera evaluado y aprobado cada uno de los 9 semestres al alumno (sus clases, sus avances del proyecto de investigación) y que el alumno publicara la tesis de doctorado y al menos un paper en una revista internacional evaluada por pares, y que, por supuesto, el alumno defendiera su proyecto en un examen de grado ante un jurado de sinodales.
Asistía a cada uno de los seminarios de avances y journal clubs que le interesaban al tutor, y también era ponente en todos los congresos nacionales e internacionales que le interesaban al tutor, y sin embargo no descuidaba mis clases como profe de asignatura en la UNAM, también impartía los diplomados en Medicina del Sueño o las charlas de divulgación a las que me invitaban, no descuidaba ningún compromiso académico, pero el tutor era volátil y manipulador y había estallado varias veces, se había salido de personaje, tal vez era incapaz de controlar a su grupo, seguramente había leído varios libros de superación personal y de motivación y de liderazgo, y sabía perfectamente que lo más sencillo para recuperar el control era humillar y mitigar la autonomía de quienes más trabajaban en su grupo, así que se me fue directo a la yugular, y, enfrente de todos, en uno de los (maratónicos) seminarios de avances de cada lunes (de 2 pm a 9 pm), me regañó, me dijo que yo «sólo seguía sus instrucciones», que «le cagaba mi falta de iniciativa...» (en retrospectiva, me confieso culpable: “el delito” había sido correr una serie de experimentos, que acabarían publicados en mi cuarto paper como primer autor, sin su consentimiento; obviamente, él era el líder, nadie podía saltárselo, nadie podía desafiar su autoridad, ya había recibido una advertencia cuando los estudiantes más avanzados y yo corríamos unos experimentos para los revisores de un paper que fue mi primera coautoría, ¿cómo se me había ocurrido actuar de manera independiente...?, ¿cómo se me había ocurrido desafiar su autoridad...?)
Me sentía tan alienado, tan ajeno a mí mismo, manipulado; ya no quería ir al laboratorio, ya no quería lidiar con el tutor todos los días.
La voz de Chris Cornell...
«try to build a home,
bones of birds...»
... recorrió mis entrañas y huesos, atravesó mis canales auditivos, explotó en las cócleas y se convirtió en una señal eléctrica mientras la droga hacía click en mi cerebro.
Cerré los párpados y los puños, deseé que esa sensación de bienestar no terminara nunca, quería quedarme allí, tumbado en la oscuridad, en esa colchoneta que se había transformado en una casa de campaña, y me enfoqué en la música, la música se transformó en un oleaje de colores y de sonidos, en oleadas de bienestar que iban y venían; mi sistema nervioso era un surfer en el océano, la música era una tabla para surfear, y traté de pensar positivamente, en que todo lo que se avecinaba en mi último infernal año de doctorado tenía sentido, en que ese infierno que comenzaba valdría la pena, y me acordé de la prepa, cuando la muerte de Kurt Cobain estaba reciente, cuando Blur y Oasis sepultaban a Nirvana y asociados, cuando Irvine Welsh sepultaba a Charles Bukowski, cuando escuchaba a Soundgarden todos los días, cuando no hacía otra cosa más que escuchar música, leer y escribir, cuando no me importaba el futuro, cuando estaba convencido de que me convertiría en escritor, cuando no había tenido más que una decepción amorosa, cuando no había tenido a ningún jefe manipulador, cuando no había conocido a ninguna persona horrible que quisiera meterse en mi cabeza y llevarse todo el crédito de mi trabajo y demeritar mi trabajo, y minar mi autonomía para no perder el control, para alimentar su necesidad de poder.
Hoy escucho otra vez King Animal, Liz, los tres gatos y yo vivimos en una casa grande y fría, terminando el doctorado pasé por una cirugía y odié cada segundo de mi vida durante la enfermedad que me llevó al quirófano, hace más de 5 años que nos mudamos de ciudad, ya fui Profesor Visitante (en nada de ello tuvo nada que ver el tutor de doctorado), ya fui postdoc tres años, Liz duerme, son las 3:45 am del viernes 21 de noviembre del 2025, estoy insomne y sobrio, no me emborracho todos los fines de semana (si bebo, bebo Jack Daniel's), dejé de fumar durante casi 10 años, luego recaí pero acabo de cumplir 22 meses sin fumar otra vez, hace casi 10 años que no enciendo una pipa, he corrido casi 3,000 km desde junio del 2021, tengo la distinción de Investigador Nacional Nivel II desde junio del 2024, no he cobrado un centavo del estímulo económico del SNII desde noviembre del 2024, nunca he tenido un contrato de base, nadie me ha puesto nada en bandeja de plata, ya fui Profesor Asociado, comencé en un nuevo trabajo en verano, y podría dar nombres y apellidos de colegas más jóvenes que yo y que por razones extra académicas ya son profes indeterminados en alguna Institución de Educación Superior Pública, según mi experiencia es más probable que una Comisión Dictaminadora (coludida con las autoridades) le abra un concurso de oposición ad hoc a sus allegados, podría escribir un tratado de endogamia académica, después de todo, parece ser más práctico seguir instrucciones que ser independiente en la academia, tengo náuseas, no puedo dormir desde las 2: 30 am, escribo y escucho King Animal y “Bones of birds” desde las 2: 30 am, seré un zombie todo el día y tengo decenas de cosas por hacer, debería tratar de dormir otro rato.