lunes, abril 23, 2007

Su cabello olía a nenúfares


Era una tarde estruendosa, y caía una terrible tormenta. 
Las nubes parecían un intestino hecho jirones.
Los árboles parecían edificios a punto de colapsar. 
Yo me sentía como un león enjaulado dentro del automóvil. 

Cayeron algunos relámpagos, y me sacaron de mis pensamientos. 
Yo estaba pasándola mal. 
Me sentía como un filoso cuchillo cortando el aire. 
Todos iban acompañados por sus novias
Yo sólo quería conocer a una chica sin hacer el menor esfuerzo. 

Nos metimos en una cantina en la que ponían trova. 
La Hija de Los Apaches estaba cerrada. 
El lugar estaba lleno de adolescentes de secundaria.
Todos con los que iba, querían pulque y querían bailar. 

Yo estaba harto de caer tan bajo.
Podría haberme quedado en mi recámara, leyendo y fumando.
 



Después nos fuimos al Foro Alicia.
Tocaron Los Silencios Incómodos, Sutra y De Descartes a Kant. 
Había pocas personas y se respiraba un aire decadente. 
La atmósfera era muy distinta a la de la última ocasión en la que había estado allí, y sin embargo no pude dejar de pensar en ella, en la chica que había conocido en otro concierto de los Silencios. Era la presentación de Hasta Ahora Todo Va Bien y su cabello olía a nenúfares. Nos tratamos, salimos algunas veces, hablamos por teléfono otras veces, ella estaba interesada en mí, pero le di mil vueltas al asunto y mi indecisión la hartó. 

Comenzaron a tocar Los Silencios, volví a la realidad, y me sentí muy mal. 

La siguiente parada de la noche fue un lugar que se llamaba VC-15.
Allí tocaban Los Fancy Free y Nos Llamamos. 

El camino en el automóvil –un viejo Chevy– fue desesperante. Todos iban en parejas, excepto yo.
El conductor puso a Radiohead de fondo y todos comenzaron a hablar de Thom Yorke. La opinión general era que se trataba de un genio depresivo. 

Por segunda ocasión en la noche, entré a un lugar sin pagar. 
Volví a gastarme el dinero que me quedaba del único empleo que había tenido, en alcohol. 

Eché un vistazo alrededor. Por todas partes, había mujeres, del tipo de mujeres que siempre me han gustado, pero iban con sus parejas. Me sentí muy solo y estúpido. Podría haber estado allí mismo con ella, con la chica cuyo cabello olía a nenúfares, pero la hartó mi indecisión. 

Estaba un poco ebrio ya y se me ocurrió que nadie podría asegurarme que viviría muchos años más y que era indispensable vivir ese día como si fuera mi último día.  

Me tomé otra cerveza y me dio sueño. 
 
Últimamente me había sorprendido pensando en ese poema de Borges en el que se lamenta de haber sido tan poco arriesgado toda su vida, y recordé súbitamente que siempre estoy dándole mil vueltas al asunto y que, si conozco a alguien, antes de involucrarme con esa persona, pienso en los pros y en los contras: o me convierto en un idiota que depende totalmente de su pareja, o me quedo solo. 

Soy el único animal que comete el mismo error dos veces.

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