EGOTECA
A veces escribo, a veces escribo
viernes, octubre 10, 2025
no puedes conectar emocionalmente con todo mundo
sábado, septiembre 06, 2025
(Help) you know I need someone
Debí de tener cuatro o cinco años cuando los escuché por primera vez, los domingos mi papá y yo salíamos a comprar el desayuno y luego pasábamos al puesto de periódicos, íbamos a pie, caminábamos varias cuadras, las calles estaban semi desiertas, me gustaba cerrar los párpados ocasionalmente y no dejar de caminar, varias veces estuve a punto de estrellarme contra un poste de luz, ahora que lo pienso seguramente esas mañanas eran muy diferentes al resto de la semana para mi papá, seguramente era una época en la que mi papá trabajaba desde muy temprano y hasta muy tarde casi todos los días, seguramente los domingos por la mañana de esos tiempos eran casi el único momento en el que podía olvidarse del trabajo.
Todo estaba en paz y todo parecía en orden, apenas iban a dar las nueve de la mañana cuando volvíamos al departamento y él se sentaba a leer el periódico y ponía Abbey Road en la tornamesa, y, sin embargo, la música de los Beatles casi nunca me remonta a esos domingos, por alguna razón Abbey Road nunca ha sido uno de mis álbumes favoritos de los Beatles, a lo mejor luego lo escuché obsesivamente en una época en la que me obsesioné con una chica que nunca se interesó en mí y no dejaba de imaginarla en mi vida, mientras ponía una y otra vez “She's so heavy”, quién sabe, a lo mejor esos domingos de mi infancia no fueron tan pacíficos y ordenados como los recuerdo, a lo mejor, en el fondo, yo mismo me boicoteé porque nunca quise que esa chica por la que me obsesioné y yo, estuviéramos juntos.
Estoy casi seguro de que escucharía más a los Beatles, si esos domingos hubiera escuchado “Help!” en lugar de “Because”, probablemente me habría convertido en súper fan de los Beatles y me habría obsesionado en formar una banda que también pudiera pasar de “I want to hold your hand” a “Sgt. Pepper's Lonely Heart's Club Band”, pero las cosas no fueron así, el punto es que quién sabe por qué no me gusta tanto Abbey Road y, cuando escucho rock inglés de los 60, raras veces escucho a los Beatles, más bien les compré a los Stones esa imagen de malosos, esa leyenda de Keith Richards fumándose las cenizas de su padre, y principalmente porque los Stones continuaron haciendo música y escuché muchas veces alguna que otra canción de Voodoo Lounge cuando entré a la prepa, principalmente porque el video de “Love Is Strong” llegó a la pantalla de la tv cuando tenía pocos días de haber entrado a la prepa y movió algo dentro de mí.
Ahora es sábado, los domingos de la infancia y los primeros días de la prepa quedaron varias décadas atrás, acaban de dar las 7: 30 am, Lennon canta...
... y ya se repitieron varias veces todas las canciones de Help!, estoy escribiendo y huyendo de lo que realmente me levantó de la cama y me trajo a la computadora desde las 6 am, vuelvo a desviarme del tema y espero que la app que uso para salir a correr sí funcione hoy y miro hacia la ventana y medio veo que aún no ha salido el sol y nunca jamás volveré a escuchar a los Beatles como antes, hace casi un mes me dijeron por Whats que habías partido a otra dimensión, y no he tenido tiempo para reflexionar, sólo sé que me duele, que te gustaban mucho los Beatles, que te conocí en una feria de ciencias, que formaste parte de mi comité tutoral del doctorado, que luego fuiste mi jefe en el postdoc, que me diste la oportunidad de hacer muchas cosas, de escribir mi propio proyecto de investigación, de publicar como autor corresponsal, de tener estudiantes de posgrado, de encontrar la mejor posición académica que he tenido, que eras una gran persona, que te vi varias veces por Zoom cada lunes desde agosto o septiembre del 2022, que trabajamos varias tardes por Zoom en un plan de estudios de una licenciatura que no se concretó, que siempre estabas de buen humor, que no te dije adiós.
domingo, agosto 10, 2025
haystack charm around your neck
Acabo de correr 8 km, son las 11: 28 am del domingo, a esta hora mañana ya me habré lanzado al mar, Dexter decía que el dolor es como el océano, a veces puede estar calmado y a veces puede estar embravecido y lo único que puedes hacer es aprender a nadar, pero yo no me refiero a lo mismo que Dexter, no me refiero a tener la oportunidad de terminar con la escoria del mundo, para mí comenzar una clase o un curso es como lanzarme al mar, cuando me dé igual dar una clase o una charla o un curso me dedicaré a otra cosa, dejaré de bucear, me ahogaré.
Quiero romper la rutina, concentrarme en el cansancio que atraviesa mis músculos, últimamente no he podido correr al menos tres veces a la semana, quiero enfocarme en que he estado escuchando a Elliott Smith, en que no puedo creer que no lo haya conocido antes, de pronto me acuerdo de una tarde en la que no estaba disfrutando nada escribir un MS a contrarreloj y preparar mis clases y las planeaciones de mis clases, todo al mismo tiempo, y que le pedí a Alexa que tocara Grace de Jeff Buckley y que en algún momento terminó de reproducir ese álbum y comenzó a reproducir canciones de Elliott Smith y que una de ellas, en particular, me sacudió, me movió algo por dentro, tal vez entonces llovía, tal vez entonces estaba exhausto mentalmente, tal vez entonces acababa de beberme un Jim Beam, tal vez entonces me preguntaba si mi vida cambiará a partir de mañana, cuando me vuelva a lanzar al mar, tal vez entonces me preguntaba si a partir de mañana encontraré lo que tanto he estado buscando toda mi vida, un trabajo más estable en el que pueda concentrarme casi exclusivamente en la docencia y en la escritura, nada de asesorías, nada de levantar la basura de los profes de base, tal vez el whisky me dio náuseas y sentí escalofríos, como si una aguja penetrara la piel de mi antebrazo y una IV de ketamina estallara en mi cerebro, en un departamento de Iztapalapa hace veinte años, tal vez me vi a mí mismo tendido en una alfombra, junto a dos mujeres y a un hombre más junkies que yo, tal vez me acordé del aroma de ese departamento, como a soledad y olvido y finales de octubre del 2004, y tal vez entonces la voz de Elliott Smith me devolvió al presente...
needle in the hay, needle in the hay, needle in the hay
... y tal vez me pregunté si llegaré al mismo callejón sin salida, si esta es otra salida falsa, y si finalmente me resignaré, si me dejaré devorar por los tiburones.
Pero acabo de correr 8 km y quiero romper la rutina, ya no quiero pensar en las mismas cosas de siempre, quién sabe cómo pero tengo alrededor de 2000 seguidores en total en distintas redes sociales, obviamente la escoria del mundo con la que quería acabar Dexter aguarda por allí, hay varios trolls que hacen comentarios ofensivos...
¿y qué tal, vivir de becas toda la vida...?
¡sí que tienes una desregulación emocional...!
¡qué martirio debe de ser trabajar contigo...!
¡acabo de ver tu perfil en PubMed, tu paper con más citas tiene 46 citas y no se ve que sepas gran cosa de medicina del sueño....!
¡de seguro todos tus papers los escribió el Doctor Todokoro!
... quiero romper la rutina, no caer en la tentación de meterme a mis redes sociales, no entiendo por qué un adulto no es capaz de darse cuenta de que las redes sociales son lo peor, que exponer a un niño a las redes sociales es lo peor, que el impacto de la exposición a redes sociales en la mente de cualquier persona es lo peor, no entiendo por qué un adulto le daría a un niño un teléfono celular para que use redes sociales, las redes sociales son drogas sintéticas, no penetran uno de tus antebrazos con una aguja hipodérmica, no estallan como un potente anestésico en tu cerebro, más bien entran como el aire que atraviesa tus ojos, más bien entran como un comercial basura que te encuentras 24/7 en todas partes y que te hace comprar algo que no necesitas porque ya dejó su ponzoña en tu mente.
Quiero romper la rutina, he estado súper ocupado, no quiero revisar mis redes sociales, no quiero leer ningún comentario de ningún troll, decenas de desconocidos comentan cosas chidas pero el cerebro está programado para enfocarse en un solo comentario negativo, me dispongo a tomarme unos minutos de paz, a escuchar música, a abrir la botella de suero y bebérmelo, y cierro los párpados, pero entonces un avión pasa muy cerca, su turbina rompe todo, suena como a dolor de muelas, suena como a una resaca en lunes por la mañana, suena como a un puñado de cohetes contaminándolo todo, y siento cómo mis tímpanos se mueven enloquecidamente, son unos animales asustados que huyen a toda prisa de su depredador, siempre hay interrupciones, siempre hay escándalo, somos parte del mundo, el mundo es escandaloso, el escándalo es inherente a la vida, no te conviene reflexionar ni tomarte unos minutos a solas, ¿ese es el mensaje?
viernes, agosto 01, 2025
I found the key but I return to find an open door
sábado, julio 19, 2025
The waiting drove me mad
Durante casi 20 meses consecutivos había estado corriendo “los experimentos”, todos los días, exceptuando uno que otro domingo, a las 8 AM. Nada ni nadie habían interrumpido esa rutina (“el amor por la investigación” y mi ingenuidad me cegaron y me hicieron creer que trabajar hasta en días feriados y en vacaciones, sin cobrar un centavo, eran la mejor forma en la que podía invertir mi tiempo y que me darían, tarde o temprano, la oportunidad de tener una plaza de académico de tiempo completo), pero, en fin, esa mañana rompí mi rutina. Las palomas, las cajas operantes de Skinner, Francis Mechner et al. y el laboratorio de Aprendizaje y Conducta Adaptativa, tuvieron que esperar. Pearl Jam había anunciado 2 fechas por primera vez en México, vendrían de gira con Riot Act –su séptimo álbum de estudio, lanzado apenas en el 2002, un álbum influenciado por el clima político y social que siguió a los atentados de Las Torres Gemelas y a la administración del “Texas leader”–, y esa mañana salían a la venta los boletos.
Traía mis walkman para matar el tiempo, así que me acomodé los audífonos, probablemente escuchaba Vs –uno de mis álbumes menos favoritos de PJ–, o la radio. Tomé mi lugar a varios kilómetros de distancia de las taquillas, entre toda esa gente melenuda con Levi’s, Martens y camisas de franela, y esperé. PJ nunca había sido mi banda favorita, mi devoción por Kurt Cobain me impedía apreciar su música, más bien creía que Vedder era un oportunista –lo delataba su desastroso pasado con Bad Radio, cuando era un desesperado imitador de Anthony Kiedis– y también creía que todo ese lío legal que PJ había armado en contra de Ticketmaster en la gira de Vitalogy sólo era mercadotecnia. Sin embargo, la chica con la que salía entonces era súper fan de la banda y me había convencido de que no podíamos perdernos ese concierto, así que allí estaba, en una especie de soledad compartida, con toda esa gente.
Alrededor de las 9 AM, un tipo esparció el rumor de que se habían agotado los boletos para los dos conciertos. Casi de inmediato, otro tipo esparció buenas noticias: Vedder y compañía acababan de abrir una tercera fecha. Sintonicé la radio en mi walkman (o eso creo) y Rulo, “el profeta de la radio pública para dummies”, lo confirmó. Así que sólo tenía que seguir esperando. La fila avanzaba lentamente, mientras escuchaba una y otra vez Vs, mientras me preguntaba una y otra vez cómo habría sido mi vida si hubiera estado consciente de la escena musical de Seattle en septiembre y en octubre de 1993, cuando salieron a la venta In Utero y Vs, cuando In Utero vendió alrededor de 200, 000 copias en su primera semana de lanzamiento, cuando Vs vendió más de 900, 000 copias en los primeros cinco días de su lanzamiento, cuando yo sólo era un mocoso de secundaria y convivía con otros mocosos que sólo tomaban Tecates a escondidas y que no sabían ni quiénes eran los Caifanes..., ¿habría seguido el camino de la academia, o me habría convertido en un imitador de Cliff Poncier...?
Tal vez dieron las 11 AM, cuando compré tres boletos: uno para la chica que me había convencido de ir a ese concierto, uno para Diego –mi hermano, el menor, que estaba terminando la secundaria– y uno para mí. Tal vez no me quité los audífonos y continué escuchando Vs, tal vez caminé de vuelta hasta Velódromo y transbordé en Centro Médico, tal vez caminé desde Copilco hasta la Facultad de Psicología y fui al laboratorio de Aprendizaje y Conducta Adaptativa, tal vez me encargué de correr las últimas sesiones experimentales, no lo sé. Lo que sí sé es que estuve en el concierto de PJ del 19 de julio del 2003 en El Palacio de Los Deportes, fue un sábado y llovió, y me tomé una o dos cervezas, teníamos unos lugares horrendos, PJ abrió con “Wash”, la banda tocó 3 canciones consecutivas, después de “Given to fly” hicieron la primera pausa del concierto y Eddie dijo algo como: «Sábado por la noche en México... Hablo español un poco... Lo siento...», y la gente lo ovacionó. Somos un público fácil.
En el concierto –que fue el último de la gira Riot Act por Latinoamérica y que transmitieron en vivo por radio a toda Latinoamérica– pasó de todo: Vedder llamó por teléfono a Marky Ramone, unos mariachis se subieron al escenario y le cantaron “Las Mañanitas” a Stone Gossard, Corin Tucker –la guitarrista y cantante de Sleater-Kinney– también se subió al escenario y acompañó a PJ a cantar “Hunger Strike”, las dos o tres últimas canciones las pasaron casi en directo por Telehit...
Hoy también es sábado, a lo mejor llueve por la tarde, a lo mejor escucharé un rato Riot Act y trataré de pensar en que no han transcurrido ya 22 años.