viernes, julio 21, 2006

Podría tratarse de una alucinación



Al verla en cuclillas, cerca de mí, me quedé sin aire.

Estaba atónito. 
¿Acaso había visto, su...?

Yo estaba perdido de borracho y no tenía muy claro si todo era real.
Podía tratarse de una alucinación. 

Bebimos varias cervezas -aunque creo que Gisselle prefería Torres-, y empezamos a hablar. Me contó que acababa de volver de Europa. La habían decepcionado el Museo de Louvre y Amsterdam, pero le había encantado El Coliseo Romano

Se sorprendió cuando le dije que yo nunca había estado en Europa -sobre todo cuando le conté que había impartido un curso en la universidad donde ella estudiaba-, y me dijo que seguramente nunca lo había deseado tanto. 

Luego sonrió y me preguntó si volvería a dar clases en esa universidad. Le respondí que no dependía de mí y que el curso no había sido de lo mejor. Le confesé que ése había sido mi primer empleo con sueldo y que nunca antes había tenido a un grupo de alumnos totalmente a mi cargo. También le confesé que jamás había impartido ese curso y que odiaba un poco la psicología cognoscitiva.   


Estuvo de acuerdo conmigo. 


Cambió abruptamente de tema.

Según ella, La Capilla Sixtina era el mejor bar que conocía de la ciudad -y eso que conocía casi todos- y la gente era súper buena onda. También me dijo que ella estaba allí casi todos los fines de semana, por si quería seguir viéndola. 

Sonrió. Tenía una dentadura asombrosa. 

Ésa era la primera ocasión que yo estaba en ese bar. Me parecía un lugar pretencioso y carísimo. Además, prácticamente era un rave y estaba lleno de hippies de Coyoacán. 


Gisselle me miró de nuevo y, por un instante, creí que nos besaríamos, pero me pidió que bailáramos.


Pregunté: 

"Y ¿cómo se baila esto?"

Y ella sonrió de nuevo y acercó su boca a la mía. 

Repentinamente me dio la espalda y volvió a agacharse y a mostrarme deliberadamente, por segunda ocasión en la noche, su ropa interior. 

Dijo:



"¡Creí que se me había caído algo...!"

Se carcajeó, y luego posó su mirada en mí. 


Cuando en verdad estaba seguro de que nos besaríamos -ella volvió a acercar su boca a la mía-, tuve arcadas y corrí al baño. 


Me pregunto si al volver, ella seguirá allí.


Yo estoy perdido de borracho y no tengo muy claro si todo ha ocurrido realmente cómo creo que ha ocurrido.
Podría tratarse de una alucinación. 

También me pregunto en qué momento se puso de moda mostrar la ropa interior.