sábado, julio 28, 2018

Siempre es la misma función, el mismo espectador



Por séptima ocasión consecutiva, el mundial terminó para la selección de México en octavos de final. 

En New Jersey, nos eliminó la generación de Hristo Stoichkov en penalties


Nunca sabremos por qué Miguel Mejía Barón no metió a jugar a Hugo Sánchez, ni por qué decidió que su equipo dejara de atacar en los tiempos extra cuando los europeos ya no podían ni correr. 


En MontpellierLuis Hernández nos acercó al quinto partido, al anotar un gol cuando comenzaba el segundo tiempo. 


Pero bastaron dos remates de cabeza de Klinsmann y de Bierhoff, casi al final del partido, para dejarnos en la misma situación


17/6
En Jeonju, la generación de Landon Donovan nos borró del campo de juego. 

Nunca sabremos por qué Javier Aguirre no metió a jugar un solo minuto a Francisco Palencia, 
ni por qué sacó a Ramón Morales de la cancha cuando empezaba a ser peligroso para los defensores estadounidenses.


Francisco Palencia era el único delantero mexicano que jugaba en Europa y había sido fundamental en el subcampeonato de Cruz Azul en La Copa Libertadores más reciente y también en la clasificación a Corea-Japón 2002.


Javier Aguirre decidió meter a jugar a Luis Hernández (28') en lugar de Ramón Morales y a Alberto García-Aspe (78') en lugar de Gerardo Torrado, para que se despidieran de la selección.


23/6
En Leipzig, los argentinos nos eliminaron con un gol excepcional de Maxi Rodríguez.

Tal vez el mejor gol y el más importante de su carrera. 


Nunca sabremos si Cuauhtemoc Blanco habría marcado una gran diferencia en el equipo que dirigía Ricardo Antonio La Volpe de haber sido convocado al mundial de Alemania 2006.


Tampoco sabremos qué habría ocurrido si el árbitro suizo Massimo Bussaca se hubiera atrevido a expulsar a Gabriel Heinze, al final del primer tiempo en el Zentralstadion.


Tampoco sabremos qué habría ocurrido si Pavel Pardo y Andrés Guardado no hubieran tenido que abandonar el partido por lesión. 



27/6
En Johannesburgo, los argentinos (¡otra vez!) que dirigía Diego Armando Maradona -los mismos que perdieron posteriormente 4 a 0 contra los alemanes en Ciudad del Cabo-, nos dejaron fuera. 

Nunca sabremos por qué Javier Aguirre (¡sí, otra vez!) le restó importancia al último juego de la fase de grupos de ese mundial.


(El técnico ya había mostrado su verdadera cara en Jeonju, ¿o no?)

Si la Selección Nacional hubiera derrotado a los uruguayos en Rustenburg, habría evitado a los argentinos y habría enfrentado a 
Corea del Sur en octavos de final.


Tampoco sabremos por qué Javier Aguirre se aferró a darle más minutos Guillermo Franco cuando era evidente que Javier Hernández estaba en mejor momento.



Javier Hernández había sido campeón goleador en la Liga de México y lo acababa de contratar el Manchester United.

Los pocos minutos de juego que tuvo en Sudáfrica 2010 le bastaron para anotarle a las selecciones de Francia y de Argentina.

Guillermo Franco, en cambio, no anotó un solo gol, aunque jugó tres partidos del mundial. 


Tampoco sabremos por qué Javier Aguirre puso a jugar como medio de contención a Adolfo Bautista 
-¡siempre había jugado como delantero!- en ese partido de octavos en el Soccer City Stadium

(Cinco años atrás, Adolfo Bautista había sido un jugador clave en el Guadalajara, tanto en el partido que le ganaron 4 a 0 al Boca Juniors en La Copa Libertadores, como en la final de La Liga de México que le ganaron al Toluca, pero en ese año mundialista su desempeño había bajado considerablemente. Jugaba con los Jaguares de Chiapas).

Los albicelestes anotaron al comienzo del primer tiempo en un claro fuera de lugar y después aprovecharon un error de Ricardo Osorio para aumentar la ventaja, pero fueron ampliamente superiores.


En Fortaleza, la selección de Países Bajos nos eliminó con un penaltie que cobró Klas Jan Huntelaar a cinco minutos del final. 

Al principio del segundo tiempo, dos Santos anotó el gol más importante de su carrera con la Selección Nacional, pero el equipo de Miguel Herrera fue superado por los europeos en los últimos minutos del juego. 

Nunca sabremos qué habría ocurrido si el árbitro portugués no hubiera marcado falta de Rafael Márquez sobre Arjen Robben.

Tampoco sabremos por qué casi todos los jugadores que estuvieron en esa cancha de Brasil tuvieron unas eliminatorias desastrosas, ni por qué José Manuel de la TorreLuis Fernando Tena y Víctor Manuel Vucetich los dirigieron sin éxito. 


Ese equipo fue el penúltimo en clasificar al mundial de Brasil 2014 y t
uvieron que ganarle a la selección de Nueva Zelanda en el repechaje.

Jamás sabremos si hubieran podido eliminar a Países Bajos en tiempos extra. 


El lunes 2 de julio del 2018, se repitió la historia de los últimos 28 años.

En la Arena Samara, la selección de Brasil ganó sin dificultades.

Aunque el equipo de Juan Carlos Osorio le había ganado a los alemanes en Moscú y a los surcoreanos en Rostov y tenía seis puntos, jugó el tercer partido de la fase grupos sin haber calificado a octavos de final. 

Le bastaba empatar en Ekaterimburgo contra los suecos para quedar en primer lugar del Grupo F y así evitar a los brasileños. 

Desde el sorteo, cuando se conocieron los rivales de la Selección Nacional en Rusia 2018, se pensó que el tercer partido contra los suecos sería decisivo para avanzar a octavos de final. 

Se especulaban una derrota contra los alemanes y una victoria contra los surcoreanos. 

Sorprendentemente, la selección sueca sería la única del Grupo F que perdería contra los alemanes y sin embargo ganaría 3 a 0 a los mexicanos en Ekaterimburgo

¿No es sospechoso?



El equipo de Juan Carlos Osorio salió a ese partido como un equipo sin ambición.

Desde el primer minuto del juego, Guillermo Ochoa tuvo que esforzarse al máximo para evitar un gol sueco.

En un lapso de 20 minutos, los europeos se cansaron de fallar opciones claras de gol y Guillermo Ochoa evitó que cayera su arco en diversas ocasiones. 

Siempre era la misma jugada de los europeos: un centro al área, un jugador que remataba a la portería o que habilitaba a otro jugador en una mejor posición. 

Los mexicanos no encontraban el modo de contrarrestar el repetitivo ataque de Suecia.

Todo esto resultaba absurdo: Juan Carlos Osorio había convocado a jugadores altos, con el pretexto de diseñar una estrategia que le permitiera competir contra equipos cuyo ataque se basara en el juego aéreo.


                              
También era absurdo porque parecía que alguien les hubiera ordenado no hacer gran cosa en ese partido, para enfrentar a Brasil en octavos de final. 

Su desempeño fue semejante al del equipo de Javier Aguirre contra Uruguay en el tercer partido de la fase de grupos de Sudáfrica 2010, cuando perdieron y no lograron evitar a los argentinos.

También fue semejante al desempeño del equipo de Javier Aguirre que perdió sorprendentemente contra Estados Unidos en los cuartos de final de Corea-Japón 2002.

Hasta en ese sentido se repitió la historia, pero pasó inadvertida para la mayoría de los aficionados que esperaban que la Selección Nacional ahora sí avanzara al quinto partido.

No sería descabellado que Televisa volviera a poner a Javier Aguirre como Director Técnico de la Selección Nacional, debido a una "emergencia".

Quizá esa emergencia sea United 2026.   



A pesar de la escandalosa derrota contra los suecos, en algunos medios de comunicación ya habían perdido la objetividad, tal y como sucede cada cuatro años.

Decían que la selección de México ya le había ganado a la selección de Brasil una final de La Copa Confederaciones (1999) y una final de Juegos Olímpicos (2012).

¿Por qué no podíamos pensar que se les podía ganar en un mundial? 

Se les olvidaba un pequeño detalle: la selección de Brasil no había perdido en octavos de final desde Italia 1990 y buscaba ganar su sexta Copa del Mundo

¿Qué tal si los altos mandos de la Federación Mexicana de Futbol, dieron la orden en las dos ocasiones (contra Uruguay en el 2010 y contra Suecia en el 2018) para que la Selección Nacional no exhibiera su mejor nivel en esos partidos decisivos? 

¿Qué tal si realmente lo que preocupa a los dueños del futbol mexicano es que la Selección Nacional enfrente a un rival a modo en octavos de final y que tenga posibilidades de eliminarlo?

¿No es sospechoso que Javier Aguirre haya sido acusado de amaño de partidos en La Liga Española y que él haya sido quien dirigía a la Selección Nacional precisamente cuando tenían un rival a modo en los octavos de final en un mundial? 



De avanzar a cuartos de final, ¿qué seguiría para los dueños del futbol mexicano? 

¿Tendrían que rehacer el negocio del futbol, para continuar capturando la atención del aficionado? 

¿Los aficionados serían más difíciles de convencer con la ilusión del quinto partido? 

¿Los futbolistas se sentirían con mayores derechos y exigirían que hubiera filtros más estrictos para contratar a extranjeros y más facilidades para el jugador mexicano? 

¿Se sentirían apoyados entre ellos, capaces de ganar torneos importantes y de llamar la atención del futbol mundial y finalmente formarían un Sindicato que buscara evitar malos tratos y que aboliera el pacto de caballeros, entre otras cosas? 

¿Será posible que a los dueños del futbol mexicano les importe tanto el dinero y que estén tan cómodos con la situación que ha imperado en los últimos 28 años, que prefieran vender la ilusión del quinto partido, en lugar de mejorar la calidad del futbol mexicano y aspirar a ganar una Copa del Mundo

Si tienes un producto que genera ventas multimillonarias, independientemente de que lo aplasten 7 a 0 en el torneo más viejo del continente, o de que tenga casi 30 años quedándose en octavos de final, o de que avance sin problemas al mundial de Rusia 2018 pero sin ganar ningún torneo en cuatro años, ¿por qué deberías cambiar la fórmula?


https://peru21.pe/mundial
En estos 28 años, jamás he escuchado a ningún federativo comprometerse a ganar un mundial. Ni siquiera a llegar a semifinales. 

Cada cuatro años es la misma promesa. 

"Vamos al quinto partido". 

Ni siquiera ahora que se ha anunciado que México será sede de United 2026, ningún federativo se ha comprometido a nada. 

Supongo que cuando se acerque ese mundial, empezarán a decir

"Ahora sí vamos al quinto partido".

Supongo que los aficionados seguirán entusiasmándose con esa ilusión y que tal vez hasta el "vasco" Aguirre estará entre los candidatos para dirigir a la Selección Nacional.

¿Acaso sería tan difícil trabajar con un plan ambicioso, cuya meta sea llegar a semifinales de una Copa del Mundo

Dos generaciones de futbolistas mexicanos ganaron campeonatos mundiales juveniles (Perú 2004 y México 2011) y otra generación ganó la medalla de oro en Los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

¿Qué habrían hecho otros países de haber tenido a estas tres generaciones de futbolistas?

¿Alimentar su liga local con extranjeros y dejar a esas generaciones de futbolistas en el olvido, tal y como lo hicieron los federativos mexicanos?

No podemos ignorar las millonarias ganancias que genera la Selección NacionalLa Liga MX.

Hay dinero de sobra para invertir en el futbol mexicano. 

Lo que falta es el interés para destacar en un mundial. 


Mexicanos en Rusia
La Federación Mexicana de Futbol no tiene toda la culpa de que la Selección Nacional lleve casi tres décadas quedándose en los octavos de final de los mundiales.

Los aficionados son cómplices de esta mediocridad. 

No me refiero a los aficionados que ocasionalmente ven un partido de futbol por televisión, o que ocasionalmente van al estadio a ver a su equipo favorito. 

Me refiero a esos aficionados que apoyan incondicionalmente, que carecen de memoria y que están dispuestos a vender su patrimonio para viajar al mundial cada cuatro años.

Me refiero a esos aficionados que hacen desfiguros en las sedes mundialistas y que creen estar en todo su derecho para lanzar gritos que a otras personas pueden sonarles homofóbicos. 

Me refiero a los aficionados que compran todo lo que esté relacionado con la Selección Nacional -¡al comenzar el mundial de Rusia, la playera de la selección era más cara que la de Alemania!-, a los aficionados que adquieren boletos por decenas de dólares para asistir a los soporíferos partidos que se juegan en Estados Unidos contra selecciones improvisadas.



Me refiero a los aficionados que semana a semana abarrotan los estadios de La Liga MX, aunque la mayoría de los partidos de ligas amateur sean más intensos que los de la temporada regular y que los partidos de ida de la "fiesta grande".

Me refiero a los aficionados que cada torneo compran los uniformes de su equipo favorito -el de local, el de visitante, el alternativo y el de color verde parecido al de la Selección Nacional-, sin importar lo feos y llenos de publicidad que estén.

Me refiero a los aficionados que contratan Sky sólo para ver un clásico empate entre "dos grandes" del futbol mexicano, o para agradecerle a Sky que los obligue a pagar una renta para ver el partido por el tercer lugar del mundial de Rusia 2018

Ustedes aficionados, al igual que los codiciosos empresarios del futbol mexicano -incluyendo a las televisoras mexicanas que prefieren que la selección juegue un partido amistoso en California contra la selección de Gales que en Wembley contra la selección de Inglaterra-, tienen la culpa de que no hayamos progresado en tres décadas y de que nuestra máxima aspiración sea llegar al mundial y pasar a cuartos de final. 

La Selección Nacional ya no jugará La Copa América, ni ningún equipo de La Liga MX jugará La Copa Libertadores, así que el próximo mundial será más difícil.

Jamás sabremos hasta dónde podría llegar la Selección Nacional, si ustedes no se conformaran con la ilusión del quinto partido. 

Siempre es la misma función, el mismo espectador

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