lunes, julio 23, 2018

Soy peor en lo que hago mejor


Íbamos a buen tiempo, salimos a buena hora del departamento, pero el metro se detuvo una eternidad en ZapataLuego avanzamos, pero el metro volvió a detenerse entre División del 
Norte y Viveros

Ya que mi trabajo actual queda a 20 minutos de donde vivimos y desde hace más de dos años no tengo que usar el metro, olvidé que el retraso de los trenes es normal y no consideré este tiempo muerto entre una estación y otra. 

Cuando usaba el metro todos los días, pensaba que el retraso podía deberse a la falta de mantenimiento de los trenesSin embargo, hace cuatro años aumentó la tarifa en casi un 100%... y tal parece el servicio sigue igual... o que empeoró.  

Tal vez hasta haya más vendedores ambulantes que en otros tiempos. 


Es una situación que queda fuera de nuestro control, pero de todas formas no puedo evitarlo: estoy que me lleva el demonio. No me gusta llegar tarde a ningún lugar.

Es de no creerse. Salimos temprano del departamento, estamos a una estación de Miguel Ángel de Quevedo, pero el metro sigue detenido. Es obvio que llegaremos corriendo a la Librería Mauricio Achar.



Mientras trato de tranquilizarme y de aceptar que no puedo hacer nada para que cambie la situación, pienso que uno llega tarde a propósito, a donde se supone que tiene que llegar, porque, en realidad, no tiene ganas de llegar a ese lugar.

También pienso en mi numerosa familia y en los cumpleaños que hay que celebrar cada mes. A mis familiares cercanos los quiero. Siempre me invitan a sus celebraciones de cumpleaños, pero cada vez me dan menos ganas de asistir. Nunca falta el desgastante encuentro con algún invitado suspicaz que me trata como un adolescente, sólo porque no tengo hijos ni automóvil propio, ni un trabajo ordinario. Además, siempre corro con la suerte de encontrarme a alguien que me considera un mamón porque no tenemos los mismos intereses.

También pienso que hay personas que llegan tarde a todas partes, por otras razones.
Pienso que algunas personas son tan impuntuales que podrían llegar tarde incluso a su propio funeral. 

Pienso que, en general, me caen mal las personas que llegan tarde a todas partes. Creo que no lo hacen para fastidiarme, pero no se dan cuenta que tal vez dejé de hacer algo de suma importancia para verlas y que tal vez por eso no me creen cuando les digo que ya tenía más de una hora esperándolas. 

Creo que nunca he escuchado que me digan que lo lamentan, cuando llegan tarde. 

Estoy tan desesperado que empiezo a imaginarme que soy tan impuntual que estoy intentando convencerme de que llegaré a la hora que tenía planeado llegar a la librería, aun cuando es evidente que no será así. 

Imagino a la gente que tiene pensamientos mágicos y que cree que llegará a donde se supone que tiene que llegar, a pesar de que a la hora acordada apenas esté saliendo de su casa y a pesar de que el lugar al que acordó llegar quede al otro extremo de la ciudad. 

Por un momento me gustaría ser así, pero la realidad es que no me soporto. 

Me han dicho que soy un neurótico y siempre que lo hacen me enojo y creo que se equivocan y que sólo se fijan en una parte de mi comportamiento, pero miro mi reloj y me siento frustrado y reconozco que sí soy un neurótico y que soy incapaz de aceptar que el retraso de los trenes no es mi culpa. Yo no provoqué que el metro se detuviera. Yo salí del departamento a buena hora. 

Me aburro de divagar y miro de nuevo el reloj. El metro continúa detenido y no puedo dejar de verme a mí mismo como una persona incapaz de acudir a una cita que él mismo acordó.




Cuando finalmente el tren vuelve a avanzar y finalmente logramos llegar a Miguel Ángel de Quevedo y finalmente logramos salir del metro, camino a toda prisa hacia la librería.

Miro mi reloj de reojo. Tenemos cinco minutos de retraso. No lo puedo creer. ¿A dónde se fue todo ese tiempo que teníamos de ventaja? 

Estoy decepcionado. Ni siquiera soy capaz de llegar puntualmente a la presentación de un libro que me interesó tanto que lo leí en dos días. 

Considero la posibilidad de regresar al departamento, pero en ese instante preciso veo a Marcello Lara –uno de los expertos invitados a la presentación de “Guitarra Jaguar”– subiendo las escaleras eléctricas. Va tomándole la mano a una mujer que tiene pintado el cabello de azul turquesa. No sé por qué, pero pienso que tienen poco tiempo casados y que están profundamente enamorados.  

Pienso en mi mujer. Es una gran mujer. Siempre ha estado conmigo, apoyándome en los buenos y en los malos momentos. Cuando se me acabó la beca del posgrado y le propuse vivir de nuestros ahorros y le dije que quería publicar más artículos de los que necesitaba para titularme –el posgrado te pide que al menos publiques un artículo de investigación original como primer autor en una revista internacional avalada por CONACyT, pero yo publiqué cuatro– y quedarme otros meses en el laboratorio, ella me apoyó incondicionalmente y encontró un horrible trabajo y se hizo cargo de casi todos los gastos de la casa. Cuando me operaron, ella me cuidó y soportó mis abruptos cambios de humor. Debió de ser muy difícil para ella, porque yo ya estaba harto y mi nivel de tolerancia era nulo. Había seguido dos tratamientos médicos al pie de la letra durante casi dos años, había renunciado a todas las cosas que me gustaba beber, fumar y comer, y sin embargo no había mejorado mi salud. La recuperación fue dolorosa y lenta –me abrieron en canal, porque así lo decidí– y ella nunca se quejó de nada. 

Voy pensando en estas cosas, mientras ella me sonríe y se agarra del barandal de las escaleras eléctricas. Estamos por llegar al primer piso de la Librería Mauricio Achar, seguimos detrás de Marcello Lara y de la mujer de cabello azul turquesa, y yo quiero decirle a mi mujer que la amo y que es lo mejor que me ha pasado en la vida, pero estoy tan enojado que no puedo controlar mis emociones y me quedo callado.

En el primer piso de la librería, todo está tranquilo.  

Afuera del Foro Expresarte, Erick de Kerpel posa junto a una enorme cartulina en la que está impresa la portada de su libro. Un sujeto que parece fotógrafo profesional le pide que haga ciertas cosas mientras le toma varias fotografías.  

Reparo en que la publicidad es casi de la misma altura que el autor y me pregunto a dónde irá a parar cuando acabe la presentación.

Cuando acaba la sesión de fotos, se le acercan algunas personas al autor. Él las saluda con mucha familiaridad. Mientras conversan, mi esposa y yo nos metemos al foro.


Me enteré de su novela y de la presentación de su novela en twitter. Antes que cualquier otra cosa, me llamaron la atención la portada y el título de la novela. 

La portada es una acuarela que semeja al líder de Nirvana sosteniendo una Jaguar FenderSu diseño –si no recuerdo mal– corrió a cargo de un artista chileno.  

El anuncio en la cuenta de twitter de Gandhi decía que los presentadores serían Marcello Lara y RuloApenas leí el tweet, me puse a buscar información sobre la novela.

Encontré una sinopsis en Amazon. Supuestamente, la trama de la novela se centraba en la búsqueda de la guitarra Jaguar '65 de Kurt Cobain

Existen varias leyendas relacionadas con su paradero. Hay quienes dicen que Courtney Love la quemó y que luego se fumó las cenizas con algunos amigos que tenían en común ella y su esposo. Otros dicen que permanece en El Museo de la Cultura Pop en Seattle, junto a la Stratocaster blanca que Jimi Hendrix tocó en Woodstock. Hay quienes dicen que la Jaguar Fender de Cobain la tiene Eric Erlandson y que el mismo Kurt se la regaló unos meses antes de morir. 

Amazon vendía la novela en formato eBook y tenía disponible un fragmento gratuito del primer capítulo. Lo leí y me gustó.

Al día siguiente, compré la novela en formato físico, en un Mix Up cerca del departamento. 
La terminé casi de corrido, en menos de dos días.

Tenía la impresión de que los invitados a la presentación de la novela darían una charla amena y que tal vez darían información que ni yo mismo sabía, o que ahondarían en tecnicismos y que contarían algunas leyendas relacionadas con otros famosos músicos y con sus guitarras. 

Tengo entendido que Rulo ha escrito en medios impresos –al menos leí alguna nota suya en  Eres, cuando entré a la prepa– y es locutor de radio, desde al menos hace veinte años.

Marcello Lara, además de ser el guitarrista de Moderatto y de la banda Los Señores Blues Band, fue gerente de Reactor 105 y “cabeza artística” de Warner Music


En el foro, calculo alrededor de treinta asistentes. 
Se hablan con tanta naturalidad entre ellos, que me parece que la mayoría se conocen o que son familiares o amigos del autor de la novela.

Me siento fuera de sitio. Creo que la presentación tal vez es exclusivamente para familiares o amigos. Pienso que soy como un extraño que está en el examen profesional de un total desconocido. 

Estoy pensando en estas cosas, cuando mi esposa me cede un asiento para que esté más cerca del escenario. Debido a que mi neurosis aún no ha desaparecido por completo, le digo que no necesita decirme dónde debo sentarme. Le digo que no tiene por qué ser tan impositiva. Obviamente se enoja. Obviamente tiene razón. Obviamente soy un estúpido. 

Quiero decirle que lo siento, que ella tiene razón, que soy un estúpido, pero en eso comienza a hablar una mujer a través de un micrófono y nos dice que es momento de que inicie la presentación de “Guitarra Jaguar”.


Los expertos invitados toman sus asientos en el escenario, junto a Erick de Kerpel, y nos advierten que hablarán de manera improvisada sobre la novela, pues no se consideran expertos en literatura. (Lo que yo entiendo es: “vamos a improvisar, porque no leímos la novela”.)

Rulo es el primero en hablar. 

Tira un breve rollo sobre sí mismo. Lo imagino repitiendo este mismo rollo una y otra vez en otros lugares, cuando lo invitan a esta clase de eventos e inicia haciendo reír a la audiencia.

Aun cuando no necesita recordarnos que es un reconocido locutor de radio, su rollo, entre líneas, nos deja claro que es un reconocido locutor de radio. 

Luego adopta un tono filosófico y le dice a Erick de Kerpel que Tobías Goldstein –el protagonista de la novela es un personaje "desagradable y clasista". El autor permanece en silencio. Rulo le pregunta: “¿Hay algo de ti en ese personaje?” 

El autor se queda desconcertado.

(Me pregunto: “¿en verdad le hizo esta pregunta tan cruda y directa?, ¿es éste Rulo, el mismo Rulo que me caía bien?, ¿es éste Rulo, el mismo Rulo que escuchaba en Reactor 105 hace varios años?, ¿es éste Rulo, el mismo Rulo que los radioescuchas de Reactor 105 adoraban y veían como un gurú de la música...? 

También pienso que tal vez sólo lo invitaron a esta presentación porque en el inconsciente colectivo de la audiencia es una voz autorizada para hablar de música.)

Tras reflexionarlo durante unos segundos, de Kerpel responde serenamente que sí, que tal vez sí hay algo de él mismo en Tobías. Agrega que, además, el protagonista de su novela es  un perdedor y que tiene problemas infantiles

Rulo sonríe disimuladamente y se prepara para hacerle otra pregunta.

Más bien, le hace un comentario. Le dice que encuentra una semejanza entre Ignatius Reilly y Tobías Goldstein

(Lo que yo entiendo es que quiso dejar claro que sí ha leído La conjura de los necios”.) 

Erick de Kerpel suspira y es evidente que se siente halagado. 
Le dice que la novela de John Kennedy Toole es una de sus favoritas.  

Me acomodo en mi asiento y pienso que definitivamente yo no diría eso, si a mí me hicieran ese comentario en la presentación de mi segunda novela. 

Probablemente, nada más para llevarle la contraria a Rulo –entre estas cosas que escribo, se la ha pasado quejándose de los lugares comunes y de los clichés, pero sólo ha hablado como un quejumbroso cuyo único tema de conversación son los lugares comunes y los clichés– le diría que “La conjura de los necios” es una novela sobrevalorada... igual que Nirvana

(En ese escenario hipotético, si hubiera un ser inteligente entre el público, se reiría.) 

Rulo le pregunta a qué suenan Los Heartbeasts.

Ésta sí me parece la clase de pregunta que esperaba de un locutor de radio. 

“Guitarra Jaguar” comienza con la banda de Tobías Goldstein tocando en un bar. Su actuación es un desastre y el público los baja a botellazos del escenario.


Erick de Kerpel le dice que probablemente sonaban a punk metal y añade que él mismo había tocado la batería en una banda de garage cuando era adolescente.

También dice que nunca le gustó el grunge y que “le cagaba Nirvana”. 

(Me pregunto por qué, habiendo tantas guitarras “míticas” en la historia del rock n' roll, escogió precisamente la Jaguar Fender de Kurt Cobain.)

Llega el turno de Marcello Lara.

Confiesa que al principio le había dado flojera leer la novela, porque ya estaba cansado de Kurt Cobain y de toda la gente que lo ha mitificado y que ha alimentado la leyenda de su muerte.

Aunque estoy convencido de que la gente a la que se refiere no son músicos que crecieron en la década de los 90 y que no han olvidado que Nirvana llegó a ser la banda más importante del mundo y que Kurt Cobain llegó a ser quizá el artista más famoso de su época, sino que se refiere a un montón de adolescentes que escuchan todo tipo de música y que usan plataformas como Spotify y que jamás han escuchado un álbum de principio a fin, me gusta su sinceridad. 

Lara dice que encuentra cierta semejanza entre “Guitarra Jaguar” y “El Guardián en el Centeno”. 

Pienso que lo habrían destrozado en un taller de creación literaria, por hacer una acotación tan original, pero me cae bien. A diferencia de Rulo, él no suena pretencioso.

Luego pregunta si Tobías no sabía que la guitarra de Kurt Cobain era para zurdos, dejando claro que no leyó la novela completa y que no tiene ningún interés en impresionar a nadie con su cultura musical. 

Erick de Kerpel lo escucha atentamente. 

Después, burgerman habla sobre un libro especializado en una guitarra de David Gilmour y así concluye su participación. 

Él y Rulo se dirigen al público y nos preguntan si queremos hacerle algún comentario al autor. 

Nadie dice nada. Pido la palabra. Una mujer se me acerca con un micrófono en la mano. Aún estoy enojado y no tengo la mente clara. 


Cuando leí “Guitarra Jaguar me surgieron varias preguntas.

¿Por qué Erick de Kerpel se limitó a usar de referencia las canciones de Bleach?
¿Los demás álbumes no le habrían gustado más a Tobías, considerando que no era fan de Nirvana?  

¿Cómo se le ocurrió escribir la novela?, ¿cuánto tiempo tardó en escribirla...?

¿Por qué escogió precisamente la guitarra Jaguar

¿Por qué no le interesó la Stratocaster negra que tenía un sticker con la leyenda que decía que la belleza del vandalismo era como arrojarle una piedra a un policía en la cara...?

¿Por qué no le interesó la Mustang azul sónico que Cobain usó en el video de Smells Like Teen Spirit...?

¿No habría sido más enigmática la Mosrite Gospel que Kurt Cobain tocó en los meses previos a que Nirvana firmara con Geffen, considerando que fue una de las últimas guitarras que usó antes de que su banda se volviera mundialmente famosa? 

En ese momento sólo se me ocurrió hacer el comentario más trivial posible.


La mujer me dio el micrófono y lo tomé y dije que había varios personajes desagradables en la novela. Rulo me interrumpió y dijo que él sólo había hablado de uno. 

El personaje desagradable del que se me ocurrió hablar fue el papá de Tobías. Rulo me interrumpió otra vez y difirió. Según él, ese personaje no era “tan” desagradable.

Pude hablarle más sobre el padre de Tobías. 

Pude decirle que no me parece “tan” agradable un padre que le recuerda constantemente a su único hijo vivo que es una vergüenza para él y que se la pasa comparándolo con su hermano que murió en un accidente que el mismo padre provocó. 

Pude hablarle del sacerdote que chantajea con favores sexuales a una devota, que lucra con las limosnas de los feligreses y que explota a un ex-alcohólico –e incluso a Tobías–, pero no se me ocurrió. Hace tanto tiempo que no hablo frente a clase rutinariamente que mi mente es menos ágil que de costumbre.  

Pensé dos cosas: tal vez Rulo tampoco había leído la novela completa y tal vez Rulo estaría en desacuerdo con cualquier cosa que yo dijera.

Lamenté tener el cabello teñido y parecer un adolescente enloquecido por Kurt Cobain.


Cambié de tema. 

Entonces le pregunté a Erick de Kerpel quiénes serían los actores que encarnarían a los personajes principales, si la novela llegara al cine.

(Cuando compré “Bungalow 77” –su primera novela–, leí en la sinopsis que estaban por adaptarla al cine y me pareció una pregunta apropiada.) 

Se quedó en silencio durante algunos segundos y dijo que no lo había pensado. 

Entonces Rulo volvió a interrumpir y dijo que probablemente serían los hermanos Bichir.

El público estalló en carcajadas. 

Algunos asistentes hicieron otras preguntas que ya no recuerdo. 

Al final de la presentación, me tomé una foto con Erick de Kerpel y él me firmó mis ejemplares de “Guitarra Jaguar” y de “Bungalow 77”. 

Fue muy amable.

Cuando le di mi nombre para que me firmara las novelas, incluso me dijo que su papá y yo tenemos el mismo nombre. 


Al finalizar la presentación hubo un brindis, pero salimos de la librería y nos fuimos caminando a cenar a un Vips

Me sentía mal por el autor.
La novela tiene muchos elementos que podrían haber sido tratados en la presentación.  

Los presentadores se quejaron desde el principio del cliché de Kurt Cobain, pero terminaron hablando de clichés. Se quejaron de los lugares comunes y sólo hablaron de eso. 

Por desgracia esos clichés de los que hablaron ni siquiera estaban relacionados con la novela.

Estoy casi seguro que los dos habrían desestimado American Junkie por tener unos pasajes en los que Tom Hansen habla de sus negocios con Kurt Cobain, Mark Lanegan y Layne Staley.

Estoy casi seguro de que recomendarían Montage Of Heck, sólo porque Frances Bean aprobó y supervisó el documental. 

Mientras esperábamos el Uber para volver al departamento, me preguntaba cómo habría sido la presentación si yo hubiera sido uno de los invitados y cómo habría sido la sección de preguntas del público si hubiera estado dando clase frente a grupo todas las semanas. 

Tal vez habría hablado más con el autor y tal vez habría tenido un poco de confianza en mí mismo y tal vez lo habría convencido de que la única novela que he escrito hasta ahora no es la clásica estupidez del escritor desconocido que realmente no sabe ni redactar.

Tal vez habría salido de la librería con la promesa de que podría enviarle mi novela al editor de “Guitarra Jaguar”. 

Ta vez le habría dicho que yo pude haber hablado mejor de su novela y decirle al público que “Guitarra Jaguar” está escrita en un lenguaje fluido, que pueden leerla incluso en veinticuatro horas, que tiene una premisa original, una trama entretenida y un desenlace inesperado. 

Tal vez le habría dicho que los expertos invitados se encargaron de desinteresar a la gente en su novela.

Tristemente no importa que Kurt Cobain sea uno de los temas que más te apasionan.  
Tampoco importa si tienes casi veinte años siguiendo su carrera artística, ni si sabes tocar todas sus canciones en guitarra. O si sabes de memoria las letras de todas sus canciones, incluyendo los lados-B o los demos acústicos que terminaron en With The Lights Out

Tampoco importa si has leído libros sobre su música y su vida. O si has escrito sobre él y su música... 

Lo único que importa es que conozcas a la gente adecuada.

Puedes ser el idiota más idiota de todos los idiotas del mundo, pero si conoces a la gente adecuada, todo será más fácil. Hasta es posible que los inteligentes habitantes del mundo te vean como un genio. 

Tienes que gritar para EXISTIR. 









1 comentario:

Erick dijo...

Cuando se hace la presentación de un libro, generalmente es la editorial quien sugiere a los presentadores. En este caso, yo les propuse hacer el experimento de invitar a personajes ajenos al mundo literario (como suele suceder) e invitar a dos gallos inmersos en la escena musical. El experimento no resultó. Por cuestiones de agenda y/o interés, los presentadores no tuvieron tiempo de leer la novela por lo que el tono de la conversación fue muy superficial. Lamento mucho que no haya sido lo que esperabas; para mi tampoco lo fue.

Por otro lado, más allá de la crónica de la presentación, me hubiera gustado saber tus impresiones del libro. ¿Te gustó? ¿Te identificaste con alguno de los personajes? ¿Qué opinas de los intertextos?
En fin, gracias otra vez por leer la novela y por darte la vuelta a la presentación.
¡Saludos!
Erick DK