domingo, diciembre 29, 2019

El Miedo del Portero al Penalti | Peter Handke (1970)

El viernes 13 de diciembre de este año, compré El Miedo del Portero al Penalti en la sucursal Gandhi de Madero. Me disponía a llevarme de regalo de cumpleaños Los Desesperados* y Do Androids Dream of Electric Sheep? (i. e., Blade Runner)**, cuando pasé por la sección de novedades y lo vi. 

La portada y el título eran muy sugerentes —sobre todo si, como yo, no eres de esas personas que creen que el futbol es un deporte en el que 22 idiotas persiguen un balón.

Luego, cuando leí la sinopsis, la trama de la novela me pareció interesante. 

Mientras inspeccionaba la solapa del libro –¡por si fuera poco!– decía que Wim Wenders llevó esta obra al cine.  

No me decidía entre éste y otro libro de Luis Muñoz Oliveira –también estaba en la sección de novedades–, pero, al final, lo escogí.

Lo escogí al final por tres razones: ya había leído Bloody MaryLas Buenas Costumbres, según el mismo Luis Muñozes una re-escritura de Bloody Mary–, no conocía a Peter Handke y, además, Peter Handke fue uno de los ganadores del Nobel de Literatura



Josef Bloch es el protagonista de esta novela.

La trama se desarrolla a partir del despido de Bloch.
Una mañana llega a su trabajo y ahí le dicen que ya no es requerido. 

Desde ese momento, todas las actividades que realiza cotidianamente las vive de un modo despersonalizado, como si las estuviera observando a través de la mirada de un espectador. 

Bloch se comporta como un esquizofrénico que acaba de sufrir un brote psicótico y que viaja de un lugar a otro, huyendo de sí mismo, pero sin estar consciente de que está huyendo de sí mismo. 

Bloch recorre algunos lugares, se olvida de su esposa y de su hijo y conoce a algunas personas en circunstancias extrañas, pero no es capaz de distinguir la realidad ni la gravedad de las cosas que le ocurren, aun cuando se involucra en un asesinato, aun cuando se pelea con algunos maleantes, aun cuando tiene un encuentro sexual con la taquillera de un cine y aun cuando es testigo de la desaparición de un niño y luego ve flotar su cadáver en una ciénaga.

Lo único que lo mantiene atado a la realidad, son los recuerdos que lo asaltan repentinamente y que lo llevan a relacionar algunos de sus momentos de lucidez (en el presente), con su antigua vida como portero de un equipo de futbol. 

De un modo irónico, su vida actual es comparable, más o menos, a las últimas líneas de la novela, que describen una escena de un partido de futbol al que Bloch asiste: el árbitro marca un penalti, el delantero se prepara a cobrar el penalti, el portero no se decide si adivinar a dónde pateará el balón o si espera hasta el último instante y, finalmente, cuando el delantero patea el balón, el balón llega a las manos del portero. 

La narrativa de Handke es muy singular. Hay que leer varias veces la misma página –e incluso el mismo párrafo– para no perderse. La novela no está dividida en capítulos y los párrafos saltan abruptamente de un tema a otro. La hilación de los eventos que conforman la historia es difícil de seguir. 

Creo que es una novela que debe leerse varias veces para ser apreciada en su justo valor. 
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*Como me gustó One Hit Wonder y vi el documental de Café Tacuba en National Geographic y Joselo habló de ella, me dio curiosidad leerla y tenía algunas semanas buscándola. 
**Ni siquiera he visto la película de Ridley Scott.

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