domingo, junio 26, 2022

under the influence

 

EN PROGRESO

Estaba en los últimos meses del doctorado y estaba a punto de mandar a volar todo, y ya no soportaba que mi tutor me dijera en frente de todos los estudiantes de doctorado y de licenciatura que formábamos parte de su grupo de trabajo que yo sólo seguía sus instrucciones y que era un estudiante con poca iniciativa (tal vez lo decía para molestarme o porque todo se le había salido de control y quería poner el ejemplo conmigo: ya tenía dos años como profesor de asignatura en la facultad de psicología y estaba por publicar mi tercer artículo de investigación original como primer autor y a veces, sobre todo por las mañanas, era el único estudiante en el laboratorio), los fines de semana me gustaba fumar y alcoholizarme y liberarme de todo; ocasionalmente encendía el televisor (sobre todo cuando jugaba la Selección Mexicana) y me sentaba a ver partidos de futbol (supongo que en ese estado no me parecían tan aburridos); ésta era una costumbre de toda mi vida (no fumar y alcoholizarme, sino ver partidos de futbol), más precisamente desde aquella tarde del verano de 1990 cuando mi papá veía por tv un partido de octavos de final entre las selecciones de Brasil y de Argentina que se disputaba en Turín, y Diego Maradona hizo una jugada de otro planeta y le dio un pase a Claudio Caniggia y Claudio Caniggia anotó un gol y los argentinos eliminaron a los brasileños que eran uno de los equipos favoritos para ganar esa Copa del Mundo; y todo lo que transcurrió en apenas veinte o treinta segundos –la jugada entre Diego y Claudio, en ese estadio, en esa cancha de futbol, en ese césped–, capturó mi atención, me dejó impactado, y me condenó a ver otros partidos de futbol; desde entonces, muchos recuerdos de mi vida están asociados al futbol, como el partido que se disputó el 26 de junio del 2011.

Era la final de una Copa Oro, la disputaban las selecciones de Estados Unidos y de México, en el Rosebowl, en Pasadena, en el mismo estadio en el que la selección de Brasil y la selección de Italia jugaron la final del mundial de 1994, en el mismo estadio en el Roberto Baggio falló un penalti que le permitió a los brasileños ganar su cuarta Copa del Mundo. 

El Director Técnico de esa Selección Mexicana era José Manuel de la Torre, el equipo tenía jugadores talentosos que jugaban en Europa.


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