miércoles, agosto 13, 2025

Strawberry fields forever

 


Nos asilaban en un edificio nuevo, en la Oficina de Divulgación de la ciencia, ya habían transcurrido varios meses desde el terremoto que dejó en condiciones inhabitables el Edificio S y era obvio que las autoridades no iban a asignarle pronto a tu grupo de investigación un espacio de trabajo, en el Edificio S tu grupo tenía un cubículo de estudiantes, un cubículo de profesores y un enorme laboratorio de investigación básica que compartía con el Departamento de Biología de la Reproducción. Tu grupo de investigación publicaba en revistas Q1 y Q2, tus colegas impartían cursos de licenciatura y posgrado, asesoraban cada trimestre a varios estudiantes de licenciatura y posgrado, colaboraban con colegas de otras Instituciones de Educación Superior y organizaban eventos de Divulgación de la ciencia, tenían cada año una Feria de Ciencias abierta a público en general, era un grupo muy productivo. Sobrevivía con el estímulo económico del SNII, el postdoc había terminado y realizaba actividades de docencia, asesoría, divulgación e investigación, y no había dimensionado que ser productivo no es lo más políticamente correcto en la academia, que a un montón de autoridades –administrativos, profesores de tiempo completo, investigadores de tiempo completo– no les gusta que nadie les haga sombra. No sabía que en la práctica todas esas cosas que te dicen sobre la academia cuando estudias el posgrado –¡la excelencia académica es primero!, ¡siempre hay que pensar en mantenerse en el SNII!, para la mayoría de los académicos sólo era un eslógan para no perder sus becas y para que la universidad no perdiera el presupuesto federal. 

En esa oficina, al principio me asignaron un escritorio hasta el fondo, prácticamente allí no convivía con nadie, no había ventanas, hacía frío, casi nadie pasaba por allí, era un espacio en el que entrevistaban a académicos que aparecían en distintos eventos de Divulgación, pero un día viste esa situación y me cambiaron a otro escritorio, a la entrada del edificio, con colegas de tiempo completo definitivo, a una oficina que tenía ventanas. Una tarde enviaba a revisión el MS de mi proyecto de postdoc (tú eras mi jefe de postdoc y me habías dado la oportunidad de escribir mi propio proyecto de postdoc y ser Autor Corresponsal en ese MS; aunque ya había publicado 4 papers de investigación original como Primer Autor y había hecho el trabajo de Autor Corresponsal en esos 4 papers en el PhD, nadie me había dado esa oportunidad, mi tutor de PhD era una persona totalmente diferente a ti y no sólo insistía en que yo no tenía iniciativa y en que sólo seguía sus instrucciones, sino que no me dio la oportunidad ni una sola vez de ser Autor Corresponsal) y te sentaste cerca de mí y me dijiste «Por ahí me han dicho que tocas la guitarra eléctrica...» y me contaste que tú eras un desastre para tocar la guitarra eléctrica, que tenías una pero que nunca habías aprendido a tocarla, te gustaban los Beatles, todo mundo lo sabíamos, no sólo porque en tu oficina –en el Edificio S– había colgado alguno que otro cuadro de los Beatles, sino porque, de una u otra forma, siempre le hacías saber a tus colaboradores, colegas y estudiantes cuánto te gustaban los Beatles.

Esa era la clase de conversación que podía tener contigo, además de las conversaciones académicas, cuando te conocí estabas en una Feria de Ciencias, fui a buscarte para que firmaras un documento en el que aceptabas formar parte de mi Comité Tutoral de Doctorado y desde ese momento supe que no eras un académico de mente cerrada, que apoyabas a tus colegas, colaboradores y estudiantes, en los Exámenes Tutorales eras siempre el más ecuánime, como mi Jefe de postdoc siempre me apoyaste, gracias a ti pude acercarme a colegas de otra universidad pública y tener mi experiencia más cercana a mi empleo ideal –Profesor Visitante, con un nombramiento de Profesor Titular A, durante 3 años–, en los últimos 3 años he estado asistiendo cada lunes a los seminarios de tu grupo de investigación clínica –un grupo multidisciplinario de psicólogos, neurólogos, psiquiatras y odontólogos que tienen una clínica privada y que también apoyaste– y trabajamos en un programa de estudios de una licenciatura que ninguna autoridad quiso apoyar, nos vimos varias veces en alguna cena de fin de año o en alguna reunión de trabajo, nunca pudimos concretar una comida, hablamos por teléfono para acordar detalles de un par de artículos de Divulgación o de un par de charlas de Divulgación, ahora comienzo una etapa nueva, voy saliendo a mi primer día de trabajo, en una universidad privada, un montón de canciones de los Beatles van sonando en mi cabeza, me siento dividido, hace no más de 12 horas que recibí la noticia, ya no volveremos a verte nunca más.

No hay comentarios.: