Ella quería ir al Alicia, pero mi hermano tocaba esa misma noche en el Hayastán. Así que la convencí y decidió dejar para otra ocasión a Los Silencios Incómodos. Llegué solo a Regina 18 alrededor de las 8 p.m. Bebí unas cuantas cervezas hasta que me sentí bien. Ella no llegaba y yo sólo pensaba que tenía que decirle algo que se me había ocurrido respecto a la relación que teníamos. Algo respecto a que me sentía abusivo y que ya no podía más.
Conforme el tiempo pasaba, pensaba que me dejaría plantado y que eso sería lo mejor.
Entonces fue extraño. Ella llegó alrededor de las 10:30 p.m. con su hermana y con el novio de su hermana. Nunca había pasado que me divirtieran tanto los celos de alguien. El tipo me miraba insistentemente como si yo fuera una mala persona. Claro, yo soy mayor que su cuñada, pero eso no significa que yo sea una mala persona. Ella me dijo que el novio de su hermana es hijo único y que por eso no confiaba en mí y no podía dejar de mirarme insistentemente. En ese momento recordé lo que pensaba decirle, pero decliné. Si no hubiera aparecido el novio de su hermana con esa actitud, lo más probable es que no hubiera declinado y no estaría en este momento planeando volver a verla.
Después de todo, la noche del sábado fue divertida. Ella me había dicho que no quería conocer a mis amigos, porque 'tenía miedo' que les pareciera demasiado estúpida. Yo le dije que eso no iba a pasar porque nunca salía con nadie y probablemente para ellos sería más sorprendente que yo estuviera acompañado y no les importaría quién me acompañaba. Jamás imaginé que unas semanas más tarde todo sería tan distinto, porque ella volvería con su novio y yo no podría dejar de echarla de menos. Jamás imaginé que me sentiría abatido como cualquier adolescente extrañando a cualquier Maggie Cassidy.
Al final ni siquiera yo mismo recordé a mis amigos que ya andaban por allí y dejé de pensar en el novio de su hermana.
Estuvimos así, divertidos, un rato. Luego, se fue.
Al poco rato apareció una tipa que me cae muy muy mal. Se acercó a la mesa donde estábamos, y nadie le hizo caso. Creo que en realidad nos cae mal a todos.
No vale la pena detestar a nadie, por mucho que esa persona te haga el feo cada vez que tiene oportunidad, pero a veces es lo mejor, lo más sano.
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