Últimamente he tratado a una chica superficial. Se comporta como si fuera la persona más irreverente y más interesante del mundo.
Me ha ocurrido tan a menudo que he pasado varias noches en vela, quejándome de ella.
Tiene una obsesión patológica por la moda perfectamente desarreglada.
Obviamente escucha a The Strokes.
No la soporto, pero no puedo dejar de verla.
Tengo que verla casi a diario.
Ella vive con un músico que le lleva más de 10 años.
Cuando voy al departamento donde viven los dos, el músico nunca está y a ella siempre le gusta contarme la misma historia: que él no practica ningún deporte, que toda su vida ha estado sumamente deprimido -por eso usa drogas ilícitas- y que nunca ha podido dejar de pensar en qué momento terminará el sufrimiento.
La chica suspira para darle un tono melodramático a su relato, y me sirve un whisky.
Yo sólo pienso que este tipo tiene una suerte bárbara con las mujeres. Me han contado que se ha acostado con más de 100 mujeres, y que todas le han perdonado sus infidelidades.
La chica sigue, mientras se fuma un cigarrillo. Cruza ligeramente la pierna izquierda sobre la derecha -usa una minifalda, no trae medias, y sus piernas son estupendas- y me deja contemplarlas sin ninguna reserva.
Ella sabe que me gusta, y a veces sospecho que no le desagrada la idea.
En algún momento, finjo que el alcohol me ha debilitado y cierro los párpados y recuerdo que desde niño me la he pasado escribiendo acerca de las mujeres que me atraen -como, por ejemplo, ella- y que generalmente esas mujeres nunca se fijan en mí.
Entonces, le comparto mis recuerdos -sólo para sentirme un poco acompañado- y ella exclama tontamente:
"¡Tienes síndrome de Peter Pan!"
Le doy un sorbo al whisky, enciendo un cigarrillo y lamento mi suerte.
Probablemente debo empezar por decir que también toco la guitarra, que no practico ningún deporte y que consumo drogas ilícitas.
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