Esta noche es como la niebla, y dicen que la niebla avanza con pequeños pasos de gato.
Yo tuve un gato -mi primer gato- y, obviamente, él avanzaba como la niebla.
Cuando él se fue de la casa, me sentí más triste que nunca en mi vida.
Cuando un gato se va de tu casa, es una especie de muerte, pero es peor que la muerte.
Nunca dejarás de sospechar que él sigue con vida, que sólo está perdido.
Las mamás lloran cuando sus hijos se van de la casa, pero siempre cabe la posibilidad de que ellos las visiten una vez al mes.
Cuando una mujer termina contigo, siempre cabe la posibilidad de que la llames por teléfono para escuchar su voz y colgar.
Cuando un gato se va de tu vida, es una especie de desapego, pero es peor que el desapego.
Nunca sabrás si él está con alguien mejor que tú, o si sólo está muerto.
Siempre cabrá la posibilidad de que esté con una persona que lo maltrata.
Seis meses después de que Sócrates se fue de la casa, acepté que nunca volvería a verlo.
Sin embargo, continúo recordándolo. Todavía lo echo mucho de menos.
Solía llamarlo Gatorata, porque sus ojos tomaban un matiz rojo -como los ojos de las ratas- cuando todo estaba a oscuras.
Él solía despertarme todas las mañanas, puntualmente, y rascaba la puerta de mi recámara y yo lo dejaba entrar y se echaba junto a la ventana hasta que me levantaba de la cama.
Yo admiraba su majestuosidad y paciencia desde la cama, mientras el sol bañaba su pelaje.
Ahora soy un ordinario, y a mi vida le da sentido la ausencia de Sócrates.
Soy consciente de que tarde o temprano buscaré a una mujer para olvidarlo, o para tolerar su pérdida.
Algunas veces camino por la calle y me detengo en cualquier sitio y tengo unos enormes deseos de llorar.
Nadie piensa en mí. Nadie se pregunta qué estoy haciendo justo ahora.
Algunas veces sucumbo ante la crisis y supongo que me haría feliz encontrar a una mujer y que ella pensara en mí, pero en realidad estoy convencido de que todos estos pensamientos mecánicos, no se irán jamás.
Y sin embargo, creo que todos estos pensamientos desaparecen cuando logro quedarme dormido (porque logro quedarme dormido.)
Logro quedarme dormido a pesar de tener todos los músculos -sobre todo, el corazón- tensos, rígidos y cansados, como una cuerda a punto de romperse.
Logro quedarme dormido, aun cuando mis sueños son recurrentes y angustiosos.
Siempre sueño que veo morir a Sócrates, atropellado por un horripilante camión de pasajeros, mientras él y yo cruzamos siempre la misma calle, siguiendo frenéticamente el aroma de una mujer que estoy a punto de conocer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario