Finalmente, después de haber estado planeando casi todo un año cómo acercarme a ella, me decidí a hablarle en los primeros meses de 1996.
Ella era de cuarto año y siempre estaba en una mesa de ping pong con unos melenudos que jugaban futbol americano los viernes y que los otros días sólo fumaban tabaco empedernidamente.
Los melenudos parecían mucho más grandes que la mayoría de los estudiantes.
Algunos de mis compañeros decían que los melenudos eran fósiles y que "mantenían bajo control" a los estudiantes, cuando las autoridades de la escuela se los pedían.
Yo no creía en estos rumores, pero estaba convencido de que ella tenía un romance con uno de los melenudos y no quería meterme en líos.
Siempre que la veía sentada en esa mesa de ping pong, junto a las canchas de basquetbol, ella se fumaba un cigarrillo y se ponía a leer.
En ese año, todos mis conocidos hablaban de Garbage.
Tenía poco tiempo que su álbum debut había salido a la venta.
Me gustaba el video de Only Happy When It Rains, pero aún no asimilaba que Butch Vig hubiera pasado de producir Siamese Dream y Nevermind a tocar la batería en una banda que empleaba loops.
Los sencillos de ese álbum no me gustaban tanto como para comprarlo, así que me limitaba a ver sus videos por MTV.
Todo cambió cuando vi el video de Queer.
El formato del video, las tomas de las cámaras, la presencia de Shirley Manson seduciendo a un hombre que parece no tener la intención de salir del clóset, el repetitivo riff de la guitarra, el repetitivo beat de la batería y del sintetizador y la letra de la canción, me llamaron la atención.
Mientras veía a Shirley arrastrar al hombre del video y creía que se trataba de mí, me di cuenta de que la chica de la prepa que me gustaba, se vestía como Shirley.
Al igual que Shirley, la chica de la prepa era de tez blanca, se pintaba los labios de negro y su cabellera también tenía un tono entre castaño y rojo. Creo que tenía algunos mechones rosas o morados.
También se pintaba sombras alrededor de los ojos.
El maquillaje que usaba la hacía verse sofisticada y un poco mayor.
El día que le hablé, había estado pensando en lo mucho que se parecía a Shirley Manson.
Por alguna razón, ella estaba sola en la mesa de ping pong.
Tal vez los melenudos habían ido a traficar drogas a una de las calles aledañas a la escuela.
Tal vez ese día tuvieron que ir a otra preparatoria a confrontar a los estudiantes.
Me quedé de pie a unos metros de la mesa.
Me cercioré de que los melenudos no estuvieran por ahí.
Me puse a pensar qué le diría y me acerqué a ella.
Ella le dio una chupada a su cigarrillo y dejó escapar el humo por la boca.
Nos miramos brevemente. Cerró su libro.
Leía Big Sur, o eso me pareció.
No tenía experiencia hablando con mujeres y fui muy directo.
La saludé y, sin más preámbulos, le dije que me gustaba.
Sorprendentemente, ella no se molestó y me invitó a sentarme a su lado.
Le pregunté si podíamos conocernos y ella me dijo que estaba bien.
("Soy de mente abierta... pero me gusta alguien más... y tengo meses esperando que me haga caso...")
Su voz sonó sobre actuada.
Iba de un tono funesto a un tono amistoso y de un tono grave a un tono agudo.
Ella me contó algunas hazañas del jugador de futbol americano que le gustaba –era un pelirrojo con frenillos y pecas que siempre llevaba un jérsey de los acereros de Pittsburgh–, y la interrumpí.
Se me ocurrió preguntarle si le gustaba Garbage.
Enfureció.
Me dijo que todo mundo le decía que se parecía a Shirley Manson y que ya estaba harta.
(Resultaba imposible no compararla con ella.)
Cambié de tema y le pregunté su nombre.
Bajó la voz y me dijo su nombre casi en un murmullo, como si no quisiera que lo escuchara.
(¿Se avergonzaba de su nombre...?)
No lo entendí.
(Tal vez dijo Alexa... o Teresa...
No quise verme como un tonto y no le pregunté de nuevo.)
Durante unos minutos, ella siguió contándome otras cosas irrelevantes del melenudo.
Mientras tanto, me fijé en sus uñas.
Las tenía pintadas con un barniz negro que se estaba cayendo.
No sé por qué me inquietó esa imagen ni por qué me hizo preguntarme –en un buen sentido– qué clase de mujer sería ella para no darle importancia al barniz de sus uñas. ¿Tenía cosas más importantes en qué pensar, que en el barniz de sus uñas...?)
Luego, se levantó de la mesa de ping pong y me dijo que tenía que ir a clase.
Creo que nunca le dije mi nombre, ni ella me lo preguntó.
Unas semanas después, ella empezó a andar con uno de los amigos de los melenudos.
Él no tenía, precisamente, aspecto de jugador de futbol americano –incluso parecía ser el bufón de los melenudos– y ella no se veía, precisamente, muy feliz a su lado.
Tal vez creyó que así le daría celos al melenudo pelirrojo. Tal vez su novio contaba buenos chistes y tenía un gran corazón.
Aunque nos vimos de frente varias veces y coincidimos en algún concierto en Ciudad Universitaria, jamás volvimos a hablarnos.
Hace unos minutos, mientras me decidía entre leer un artículo y preparar una clase, se me ocurrió salirme a caminar un rato por Las Islas y me fumé un cigarrillo y me puse a escuchar Queer y todos estos recuerdos llegaron a mi cabeza.
Ahora no puedo dejar de preguntarme cómo se ve ahora la chica de la prepa y que habrá sido de su vida.
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