viernes, febrero 15, 2019

Smelling Dead Roses


Tenía una conversación irrelevante con unos tontos, cuando la vi por primera vez. 

Estos tontos querían que fuéramos a jugar pool a un sórdido billar. 

Uno de ellos quería que yo le diera dinero. Él era un bravucón. Su familia tenía negocios en El Mercado Sonora, y él pensaba que eso lo hacía peligroso y que le confería ciertas características de cacique. 

Sólo tomábamos algunas clases juntos, pero ellos creían que éramos amigos. 

A veces salíamos juntos a alguna parte después de clases, pero no significaba que fuéramos amigos. No tenía amigos de verdad. Huía de todo compromiso que involucrara tener una relación cercana con otras personas.

Su única meta en la vida parecía ser tener suficiente dinero para gastarlo en zapatillas deportivas. Los volvía locos el basquetball y querían tener las zapatillas deportivas que usaban los basquetbolistas más famosos. 



Ivonne caminó a unos pasos de donde estábamos. 

Su cabellera era tan rubia que casi me dejó ciego. 
Me temblaron las piernas. 

Era el tipo de chica por la que siempre me había sentido atraído.   

Mientras caminaba, su rubia cabellera parecía flotar alrededor de los hombros y parecía destilar un perfume embriagante. 

Me miró y me sonrió. 
Sentí que un puño golpeaba mi pecho.

Sus ojos parecían ser verdes o almendras. 

Durante toda la semana estuve pensando en ella. 
Quería saber su nombre, pero no quería simplemente preguntárselo. 



Varias semanas después, nos subimos al mismo autobús. 

¡Se sentó junto a mí!
¡Estábamos tan cerca que sus piernas rozaron mis piernas!

No recuerdo exactamente cómo, pero comencé a hablarle. 

Sus ojos eran verdes e impresionantes. 
Su voz era más femenina de lo que había imaginado. 

No recuerdo qué le dije, pero estoy seguro que hablé sobre música. 
Silverchair era una de las bandas que escuchaba en esa época.  

Era una banda de australianos adolescentes que tocaban punk

En 1994, habían ganado un concurso en su país y el premio les dio la oportunidad de grabar Frogstomp (1995). ¡Su primer albúm fue grabado en nueve días! 

Rolling Stone y Allmusic le dieron casi los puntajes más altos. 

Los miembros de Silverchair tenían quince años de edad, igual que yo. 

Tomorrow e Israel's Son son las canciones más conocidas de ese álbum. 

Alguien de la escuela me había prestado Freak Show (1997).

Su segundo álbum de estudio, tenía unos meses de haber sido lanzado a la venta. 
Había canciones potentes y rápidas que hablaban de la rabia y de la violencia que habían provocado las expectativas del primer álbum de Silverchair. Otras canciones eran más tranquilas y tenían más arreglos que las canciones del álbum predecesor. 

Los sencillos Freak, Abuse Me y Cemetery alcanzaron el top ten



Ivonne se bajó del autobús, a unas cuadras de la Delegación Venustiano Carranza.

Nos despedimos de mano.
Las entrelazamos de un modo raro, como si estuviéramos cerrando un negocio. 

Todo el fin de semana estuve pensando en esa despedida y en lo suaves y rosáceas que eran sus manos.  

A partir de entonces, hablamos regularmente en la escuela. 
Un día le dije a Ivonne que me gustaba.  
Se quedó callada –seguramente ya lo sabía– y sonrió. 

Nos llevábamos bien y sólo nos veíamos en la escuela. 
Ni siquiera hablábamos por teléfono. 

Lamenté haberle dicho que me gustaba. No estaba convencido de tener una novia.
Huía de todo compromiso que involucrara tener una relación cercana con otras personas. 



Conoció a un tipo más grande que yo –tenía barba, usaba aretes de pirata y botas de motociclista– y se hicieron novios. 

Era un fósil y formaba parte de los grupos de choque que defendían los intereses de la escuela, cuando había algún conflicto con los estudiantes –también vendía drogas– y sus amigos jugaban en el equipo de futbol americano. 

Un 14 de febrero, hace más de veinte años, los tontos con quienes tomaba algunas clases y jugaba pool en un sórdido billar, compraron unas rosas. 
Eran unos fracasados y pensaban que conseguirían algo, si se las regalaban a las chicas que les gustaban. 

Todas los habían ignorado. 

Uno de ellos me pidió que le sostuviera una de las rosas. 
Al mismo tiempo, el otro me empujó. 
Tal vez ya había visto a Ivonne y me empujó contra ella en el momento preciso. 
  
Su cabello estaba húmedo y ella olía a vainilla. 

Recordé sus suaves y rosáceas manos y la despedida formal en el autobús. 

Me sentí tan estúpido con esa rosa en la mano. 

Ivonne me miró de una manera extraña y no supe qué hacer. 

Me preguntó si la rosa era para ella. 

Pensé decirle que sí, pero le dije la verdad. 
Ella me empujó contra una pared y se marchó. 

Jamás volvimos a hablar. 

Los tontos se rieron. 

Me pregunto qué hará Ivonne ahora. 
¿Se acordará de mí?
¿Se casaría con el fósil?
¿Tendrán hijos?

Ni siquiera estoy seguro de que recuerde mi nombre. 

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