En este libro cuasi-periodístico de 17 capítulos y más de 300 páginas, publicado por Harper Collins (2019), Danny Goldberg nos comparte su percepción de Kurt Cobain como líder de Nirvana, como estrella de rock y como persona (no necesariamente en este orden).
Danny Goldberg –fundador de Gold Mountain Entertainment, junto con su colega John Silva–, conoció a los integrantes de Nirvana en noviembre de 1990, poco después del lanzamiento de Bleach –el álbum debut de Nirvana, publicado por la compañía discográfica independiente SubPop–, y se convirtió en su representante en los meses previos al lanzamiento del aclamado Nevermind.
Su relación laboral con Nirvana abarca la breve trayectoria de la banda –desde que pasaron de tocar en pequeños clubes, para un puñado de personas, hasta que encabezaron los más importantes festivales de música, en arenas y en estadios con capacidad para miles de espectadores–, y le permitió ser testigo del meteórico ascenso de la banda al estrellato y estar involucrado en el proceso creativo, en las finanzas y en las campañas publicitarias de cada uno de los álbumes que la banda publicó con David Geffen Records (la compañía discográfica trasnacional con la que firmó Nirvana después de haber roto su contrato con SubPop), y terminó de manera prematura con la muerte de Kurt Cobain, así que la importancia de su opinión es incuestionable (cuestionar su opinión es otro asunto), tal y como lo avalan los personajes que elogian Serving the servant (de hecho, algunos de ellos son citados en el libro), entre los que se encuentran Michael Azerrad –autor de la biografía autorizada de Nirvana–, Thurston Moore –cantante y guitarrista de Sonic Youth– y Joan Jett.
Para Danny Goldberg, Kurt Cobain no sólo era la estrella de rock y el líder de la banda más importante del mundo de la primera década de los noventa, sino el sujeto que le compartía sus inquietudes sobre el camino que quería que siguiera Nirvana –no le gustaba tener giras extenuantes ni tocar para miles de personas, pero quería vivir cómodamente y disfrutar a su familia–, que le pedía administrar minuciosamente los ingresos de la banda –cuando Courtney Love entró al mundo de Nirvana, ya no consideró justo que Krist Novoselic y que Dave Grohl recibieran las mismas regalías que él– y que le ayudara a lidiar con los ejecutivos de la disquera y con la prensa que siempre estaban metiéndose en su vida y poniendo en riesgo su estabilidad emocional.
Asimismo, Goldberg conoció al artista visionario detrás de cada una de las decisiones de Nirvana –según él, Cobain planeaba meticulosamente cada uno de los movimientos de la banda para mantenerla en el inconsciente colectivo, como cuando amenazó con tocar “Rape Me” en los primeros instantes de la presentación de Nirvana en los MTV Video Music Awards de 1992, tanto para desafiar a los ejecutivos de MTV como para darle una probada a la audiencia de lo que sería el próximo álbum de estudio de la banda–, pero también conoció al furioso marido de Courtney Love que la defendió cuando fue exhibida por Lynn Hirchsberg en un artículo de Vanity Fair como una drogadicta embarazada, y también conoció al padre primerizo que viajó al Reino Unido a encabezar el Reading Festival de 1992 a los días del nacimiento de Frances Bean, cuando la prensa daba por hecho la disolución de Nirvana –tenían varios meses sin ensayar– y la banda dio uno de sus conciertos más memorables, y también conoció a la estrella de rock con problemas de adicción a la heroína, que fue incapaz de lidiar con la fama y que, en apariencia, nunca logró asimilar que, al haberse convertido en una estrella de rock y al haber triunfado con su banda a nivel mundial, había traicionado los principios éticos del punk –¡no te dejes seducir por el glamour y el dinero de la industria del rock n' roll!, ¡no te conviertas en un cliché del rock n' roll!– en los que siempre había creído.
De todos los libros que he leído sobre Kurt Cobain y Nirvana –son tantos, que ya perdí la cuenta–, quizá éste no sea el más objetivo –tiene algunos pasajes muy personales; sobre todo, los que están relacionados con los últimos días de Kurt Cobain–, pero, sin duda, es el más completo.
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Goldberg ha sido representante de artistas desde la década de 1960. Fue vicepresidente de Swan Song Records –la compañía discográfica creada por Led Zeppelin– de 1973 a 1975. Es un prolífico escritor (Bumping into geniuses: my life inside the rock n' roll business, 2009; How the left lost teen spirit, 2005) que ha trabajado para revistas como Rolling Stone y Billboard Magazine. Actualmente es presidente de Gold Village Entertainment.
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