viernes, octubre 10, 2025
no puedes conectar emocionalmente con todo mundo
sábado, septiembre 06, 2025
(Help) you know I need someone
Debí de tener cuatro o cinco años cuando los escuché por primera vez, los domingos mi papá y yo salíamos a comprar el desayuno y luego pasábamos al puesto de periódicos, íbamos a pie, caminábamos varias cuadras, las calles estaban semi desiertas, me gustaba cerrar los párpados ocasionalmente y no dejar de caminar, varias veces estuve a punto de estrellarme contra un poste de luz, ahora que lo pienso seguramente esas mañanas eran muy diferentes al resto de la semana para mi papá, seguramente era una época en la que mi papá trabajaba desde muy temprano y hasta muy tarde casi todos los días, seguramente los domingos por la mañana de esos tiempos eran casi el único momento en el que podía olvidarse del trabajo.
Todo estaba en paz y todo parecía en orden, apenas iban a dar las nueve de la mañana cuando volvíamos al departamento y él se sentaba a leer el periódico y ponía Abbey Road en la tornamesa, y, sin embargo, la música de los Beatles casi nunca me remonta a esos domingos, por alguna razón Abbey Road nunca ha sido uno de mis álbumes favoritos de los Beatles, a lo mejor luego lo escuché obsesivamente en una época en la que me obsesioné con una chica que nunca se interesó en mí y no dejaba de imaginarla en mi vida, mientras ponía una y otra vez “She's so heavy”, quién sabe, a lo mejor esos domingos de mi infancia no fueron tan pacíficos y ordenados como los recuerdo, a lo mejor, en el fondo, yo mismo me boicoteé porque nunca quise que esa chica por la que me obsesioné y yo, estuviéramos juntos.
Estoy casi seguro de que escucharía más a los Beatles, si esos domingos hubiera escuchado “Help!” en lugar de “Because”, probablemente me habría convertido en súper fan de los Beatles y me habría obsesionado en formar una banda que también pudiera pasar de “I want to hold your hand” a “Sgt. Pepper's Lonely Heart's Club Band”, pero las cosas no fueron así, el punto es que quién sabe por qué no me gusta tanto Abbey Road y, cuando escucho rock inglés de los 60, raras veces escucho a los Beatles, más bien les compré a los Stones esa imagen de malosos, esa leyenda de Keith Richards fumándose las cenizas de su padre, y principalmente porque los Stones continuaron haciendo música y escuché muchas veces alguna que otra canción de Voodoo Lounge cuando entré a la prepa, principalmente porque el video de “Love Is Strong” llegó a la pantalla de la tv cuando tenía pocos días de haber entrado a la prepa y movió algo dentro de mí.
Ahora es sábado, los domingos de la infancia y los primeros días de la prepa quedaron varias décadas atrás, acaban de dar las 7: 30 am, Lennon canta...
... y ya se repitieron varias veces todas las canciones de Help!, estoy escribiendo y huyendo de lo que realmente me levantó de la cama y me trajo a la computadora desde las 6 am, vuelvo a desviarme del tema y espero que la app que uso para salir a correr sí funcione hoy y miro hacia la ventana y medio veo que aún no ha salido el sol y nunca jamás volveré a escuchar a los Beatles como antes, hace casi un mes me dijeron por Whats que habías partido a otra dimensión, y no he tenido tiempo para reflexionar, sólo sé que me duele, que te gustaban mucho los Beatles, que te conocí en una feria de ciencias, que formaste parte de mi comité tutoral del doctorado, que luego fuiste mi jefe en el postdoc, que me diste la oportunidad de hacer muchas cosas, de escribir mi propio proyecto de investigación, de publicar como autor corresponsal, de tener estudiantes de posgrado, de encontrar la mejor posición académica que he tenido, que eras una gran persona, que te vi varias veces por Zoom cada lunes desde agosto o septiembre del 2022, que trabajamos varias tardes por Zoom en un plan de estudios de una licenciatura que no se concretó, que siempre estabas de buen humor, que no te dije adiós.
domingo, agosto 10, 2025
haystack charm around your neck
Acabo de correr 8 km, son las 11: 28 am del domingo, a esta hora mañana ya me habré lanzado al mar, Dexter decía que el dolor es como el océano, a veces puede estar calmado y a veces puede estar embravecido y lo único que puedes hacer es aprender a nadar, pero yo no me refiero a lo mismo que Dexter, no me refiero a tener la oportunidad de terminar con la escoria del mundo, para mí comenzar una clase o un curso es como lanzarme al mar, cuando me dé igual dar una clase o una charla o un curso me dedicaré a otra cosa, dejaré de bucear, me ahogaré.
Quiero romper la rutina, concentrarme en el cansancio que atraviesa mis músculos, últimamente no he podido correr al menos tres veces a la semana, quiero enfocarme en que he estado escuchando a Elliott Smith, en que no puedo creer que no lo haya conocido antes, de pronto me acuerdo de una tarde en la que no estaba disfrutando nada escribir un MS a contrarreloj y preparar mis clases y las planeaciones de mis clases, todo al mismo tiempo, y que le pedí a Alexa que tocara Grace de Jeff Buckley y que en algún momento terminó de reproducir ese álbum y comenzó a reproducir canciones de Elliott Smith y que una de ellas, en particular, me sacudió, me movió algo por dentro, tal vez entonces llovía, tal vez entonces estaba exhausto mentalmente, tal vez entonces acababa de beberme un Jim Beam, tal vez entonces me preguntaba si mi vida cambiará a partir de mañana, cuando me vuelva a lanzar al mar, tal vez entonces me preguntaba si a partir de mañana encontraré lo que tanto he estado buscando toda mi vida, un trabajo más estable en el que pueda concentrarme casi exclusivamente en la docencia y en la escritura, nada de asesorías, nada de levantar la basura de los profes de base, tal vez el whisky me dio náuseas y sentí escalofríos, como si una aguja penetrara la piel de mi antebrazo y una IV de ketamina estallara en mi cerebro, en un departamento de Iztapalapa hace veinte años, tal vez me vi a mí mismo tendido en una alfombra, junto a dos mujeres y a un hombre más junkies que yo, tal vez me acordé del aroma de ese departamento, como a soledad y olvido y finales de octubre del 2004, y tal vez entonces la voz de Elliott Smith me devolvió al presente...
needle in the hay, needle in the hay, needle in the hay
... y tal vez me pregunté si llegaré al mismo callejón sin salida, si esta es otra salida falsa, y si finalmente me resignaré, si me dejaré devorar por los tiburones.
Pero acabo de correr 8 km y quiero romper la rutina, ya no quiero pensar en las mismas cosas de siempre, quién sabe cómo pero tengo alrededor de 2000 seguidores en total en distintas redes sociales, obviamente la escoria del mundo con la que quería acabar Dexter aguarda por allí, hay varios trolls que hacen comentarios ofensivos...
¿y qué tal, vivir de becas toda la vida...?
¡sí que tienes una desregulación emocional...!
¡qué martirio debe de ser trabajar contigo...!
¡acabo de ver tu perfil en PubMed, tu paper con más citas tiene 46 citas y no se ve que sepas gran cosa de medicina del sueño....!
¡de seguro todos tus papers los escribió el Doctor Todokoro!
... quiero romper la rutina, no caer en la tentación de meterme a mis redes sociales, no entiendo por qué un adulto no es capaz de darse cuenta de que las redes sociales son lo peor, que exponer a un niño a las redes sociales es lo peor, que el impacto de la exposición a redes sociales en la mente de cualquier persona es lo peor, no entiendo por qué un adulto le daría a un niño un teléfono celular para que use redes sociales, las redes sociales son drogas sintéticas, no penetran uno de tus antebrazos con una aguja hipodérmica, no estallan como un potente anestésico en tu cerebro, más bien entran como el aire que atraviesa tus ojos, más bien entran como un comercial basura que te encuentras 24/7 en todas partes y que te hace comprar algo que no necesitas porque ya dejó su ponzoña en tu mente.
Quiero romper la rutina, he estado súper ocupado, no quiero revisar mis redes sociales, no quiero leer ningún comentario de ningún troll, decenas de desconocidos comentan cosas chidas pero el cerebro está programado para enfocarse en un solo comentario negativo, me dispongo a tomarme unos minutos de paz, a escuchar música, a abrir la botella de suero y bebérmelo, y cierro los párpados, pero entonces un avión pasa muy cerca, su turbina rompe todo, suena como a dolor de muelas, suena como a una resaca en lunes por la mañana, suena como a un puñado de cohetes contaminándolo todo, y siento cómo mis tímpanos se mueven enloquecidamente, son unos animales asustados que huyen a toda prisa de su depredador, siempre hay interrupciones, siempre hay escándalo, somos parte del mundo, el mundo es escandaloso, el escándalo es inherente a la vida, no te conviene reflexionar ni tomarte unos minutos a solas, ¿ese es el mensaje?
viernes, agosto 01, 2025
I found the key but I return to find an open door
sábado, julio 19, 2025
The waiting drove me mad
Durante casi 20 meses consecutivos había estado corriendo “los experimentos”, todos los días, exceptuando uno que otro domingo, a las 8 AM. Nada ni nadie habían interrumpido esa rutina (“el amor por la investigación” y mi ingenuidad me cegaron y me hicieron creer que trabajar hasta en días feriados y en vacaciones, sin cobrar un centavo, eran la mejor forma en la que podía invertir mi tiempo y que me darían, tarde o temprano, la oportunidad de tener una plaza de académico de tiempo completo), pero, en fin, esa mañana rompí mi rutina. Las palomas, las cajas operantes de Skinner, Francis Mechner et al. y el laboratorio de Aprendizaje y Conducta Adaptativa, tuvieron que esperar. Pearl Jam había anunciado 2 fechas por primera vez en México, vendrían de gira con Riot Act –su séptimo álbum de estudio, lanzado apenas en el 2002, un álbum influenciado por el clima político y social que siguió a los atentados de Las Torres Gemelas y a la administración del “Texas leader”–, y esa mañana salían a la venta los boletos.
Traía mis walkman para matar el tiempo, así que me acomodé los audífonos, probablemente escuchaba Vs –uno de mis álbumes menos favoritos de PJ–, o la radio. Tomé mi lugar a varios kilómetros de distancia de las taquillas, entre toda esa gente melenuda con Levi’s, Martens y camisas de franela, y esperé. PJ nunca había sido mi banda favorita, mi devoción por Kurt Cobain me impedía apreciar su música, más bien creía que Vedder era un oportunista –lo delataba su desastroso pasado con Bad Radio, cuando era un desesperado imitador de Anthony Kiedis– y también creía que todo ese lío legal que PJ había armado en contra de Ticketmaster en la gira de Vitalogy sólo era mercadotecnia. Sin embargo, la chica con la que salía entonces era súper fan de la banda y me había convencido de que no podíamos perdernos ese concierto, así que allí estaba, en una especie de soledad compartida, con toda esa gente.
Alrededor de las 9 AM, un tipo esparció el rumor de que se habían agotado los boletos para los dos conciertos. Casi de inmediato, otro tipo esparció buenas noticias: Vedder y compañía acababan de abrir una tercera fecha. Sintonicé la radio en mi walkman (o eso creo) y Rulo, “el profeta de la radio pública para dummies”, lo confirmó. Así que sólo tenía que seguir esperando. La fila avanzaba lentamente, mientras escuchaba una y otra vez Vs, mientras me preguntaba una y otra vez cómo habría sido mi vida si hubiera estado consciente de la escena musical de Seattle en septiembre y en octubre de 1993, cuando salieron a la venta In Utero y Vs, cuando In Utero vendió alrededor de 200, 000 copias en su primera semana de lanzamiento, cuando Vs vendió más de 900, 000 copias en los primeros cinco días de su lanzamiento, cuando yo sólo era un mocoso de secundaria y convivía con otros mocosos que sólo tomaban Tecates a escondidas y que no sabían ni quiénes eran los Caifanes..., ¿habría seguido el camino de la academia, o me habría convertido en un imitador de Cliff Poncier...?
Tal vez dieron las 11 AM, cuando compré tres boletos: uno para la chica que me había convencido de ir a ese concierto, uno para Diego –mi hermano, el menor, que estaba terminando la secundaria– y uno para mí. Tal vez no me quité los audífonos y continué escuchando Vs, tal vez caminé de vuelta hasta Velódromo y transbordé en Centro Médico, tal vez caminé desde Copilco hasta la Facultad de Psicología y fui al laboratorio de Aprendizaje y Conducta Adaptativa, tal vez me encargué de correr las últimas sesiones experimentales, no lo sé. Lo que sí sé es que estuve en el concierto de PJ del 19 de julio del 2003 en El Palacio de Los Deportes, fue un sábado y llovió, y me tomé una o dos cervezas, teníamos unos lugares horrendos, PJ abrió con “Wash”, la banda tocó 3 canciones consecutivas, después de “Given to fly” hicieron la primera pausa del concierto y Eddie dijo algo como: «Sábado por la noche en México... Hablo español un poco... Lo siento...», y la gente lo ovacionó. Somos un público fácil.
En el concierto –que fue el último de la gira Riot Act por Latinoamérica y que transmitieron en vivo por radio a toda Latinoamérica– pasó de todo: Vedder llamó por teléfono a Marky Ramone, unos mariachis se subieron al escenario y le cantaron “Las Mañanitas” a Stone Gossard, Corin Tucker –la guitarrista y cantante de Sleater-Kinney– también se subió al escenario y acompañó a PJ a cantar “Hunger Strike”, las dos o tres últimas canciones las pasaron casi en directo por Telehit...
Hoy también es sábado, a lo mejor llueve por la tarde, a lo mejor escucharé un rato Riot Act y trataré de pensar en que no han transcurrido ya 22 años.
sábado, julio 12, 2025
People You May Know
miércoles, julio 09, 2025
And know I'm ready to close my mind
domingo, mayo 04, 2025
todo esto movió algo dentro de mí
Escuchaba esta canción, me preparaba mentalmente para ir al dentista, me cepillaba los dientes, me extraerían una muela del juicio, el dentista no era totalmente de mi agrado, ya sabes, era del tipo «Soy el Dr. Fulano y exijo un kilo de tortillas y traigo servilleta», pero la muela me dolía muchísimo, ya no soportaría otra noche en vela, el ketorolaco ya no era suficiente.
La clínica estaba en un barrio muy bonito, Paseo de Colón creo que se llama, y tenía una sala de espera muy pequeña, tan sólo estábamos 2 pacientes, uno muy separado del otro, y la recepcionista y uno que otro personaje que llegaba y pasaba directamente a algún consultorio, los tres llevábamos cubrebocas, la atmósfera era como del fin del mundo, me concentraba en la canción que sonaba en los audífonos...
... había estado escuchándola mucho, creo que hasta había medio intentado aprender a tocarla en guitarra, los Strokes nunca habían sido una de mis bandas favoritas pero era una canción que me había acompañado durante el dolor, no me remontaba más que a esa experiencia de dolor.
Una media hora antes de salir a la clínica me había mirado en el espejo y me había tomado una foto, pocas cosas me causaban el terror que me causaba ir al dentista, mis recuerdos se remontaban a la infancia, al consultorio de un dentista obeso que quedaba muy cerca del departamento en el que vivimos hasta 1990 mis papás, mis hermanos y yo, en general nunca había sufrido mucho, pero el ruido de los aparatos del dentista y estar sintiendo cómo te tallaba los dientes con esa especie de taladro que despedía un olor a tejido humano quemándose y también el penetrante aroma de los antisépticos y la cercanía del dentista, metiendo mano en mi boca, invadiendo mi privacidad, todo en conjunto, más bien me hacían tener una impresión desagradable de los consultorios dentales.
Tenía poco de conocer al dentista, vivía en el mismo fraccionamiento que yo, me lo habían recomendado unos conocidos, una que otra vez me lo había topado por allí, no recuerdo si ya había empezado a salir a correr al menos un día a la semana, no recuerdo si ya me habían hecho estudios de laboratorio y si ya sabía que me encontraba en un estado prediabético, pero, en todo caso, ya ubicaba al dentista, y tenía la impresión de que era un sujeto un tanto engreído, no exactamente como esos otros sujetos engreídos que también vivían en el fraccionamiento y que se ponían a lavar sus autos cada domingo –algunos tenían hasta tres autos y los usaban incluso para recorrer distancias menores a un kilómetro, como ir de sus casas a alguna de las tiendas del fraccionamiento– y que, mientras lavaban un Audi Q7, tenían abiertas las ventanas del Ford K y la música del reproductor del Ford K retumbando a todo volumen.
El dentista y yo apenas nos habíamos visto en su consultorio un par de veces, pero creo que él se sentía inferior a mí, pero él tuvo la culpa; en nuestra primera cita, entre junio y julio del 2021, se le ocurrió preguntarme a qué me dedicaba y cuando le contesté tal vez no me creyó –no había ido a cortarme el cabello en varios meses, traía dos pendientes, seguramente llevaba una playera y unos Levi's desgastados, nada que ver con el look de los profesionales de la salud o de los catedráticos– y me puso a prueba, me preguntó algo del cerebro, y de pronto ya estaba contándome que había impartido una clase en tal o cual universidad o que había ido a un congreso a Cancún.
Los minutos transcurrían, el dentista todavía no llegaba al consultorio, la canción de los Strokes agonizaba, además de todo tenía que lidiar con la impuntualidad del dentista, no quería estar allí, no quería pensar en que me extraerían una muela, en cuánto me dolería, prefería concentrarme en la otra misteriosa paciente escondida detrás de su cubrebocas a unos metros de distancia –¿cómo sería su rostro sin cubrebocas?, ¿a qué había acudido a la clínica?, ¿también tenía un insoportable dolor de muelas...?–, prefería concentrarme en que, a pesar de todo –la pandemia, esa atmósfera de fin del mundo, la interminable cantidad de trabajo en línea que tenía, el terrible dolor de muelas que había estado sintiendo en las últimas semanas–, tenía un trabajo y una fuente de ingresos estable.
Ya pasaron varios años de esto, no tengo ninguna muela del juicio, pero me encontré esta foto y escuché otra vez a Los Strokes y todo esto movió algo dentro de mí.
sábado, marzo 29, 2025
Soy humano y mi destino es ser mortal
Trato de enfocarme en cómo la canción es una especie de shot intravenoso de algún compuesto químico de los que mitiga el dolor físico y emocional y que además produce amnesia; no quiero pensar en el presente, no me gusta mi realidad; no quiero pensar en que no me gusta viajar en avión, en que, en mis más recientes vuelos, he tenido ataques de ansiedad; no quiero pensar en que podría estar a 10, 000 pies de altura sintiéndome atrapado, en una jaula; en que no habrá escape; en que todo estará en mi mente y en que, sin embargo, no podré hacer otra cosa más que cerrar los párpados y esperar a que el ataque termine.
Dárguelos canta, dice algo como «Soy humano y mi destino es ser mortal...», y aunque esta frase no tiene nada que ver con lo que pienso últimamente de mí mismo (creo), cobra un sentido diferente, así que prefiero concentrarme en la escena de Die Hard, cuando John McClane está en el avión que lo llevará a Los Ángeles, y me repito a mí mismo este mantra: «Tarde o temprano aterrizarás, tarde o temprano te registrarás en el hotel, tarde o temprano subirás a tu habitación y allí te podrás quitar los zapatos...»
*Nada es cierto, todo es cierto, una columna que podrías leer en un diario de circulación nacional, si pudiera escribir los 365 días del año.
sábado, marzo 22, 2025
ya pensaré con mayor claridad cuando vuelva a casa
Estoy de pie, recargado en la pared este (¿oeste...?, ¿norte...?, ¿sur...?) del Auditorio Polivalente, me siento exhausto, son como las 11 de la mañana, es el tercer día del Congreso de la SOMIMS, curiosamente mi primer Congreso de la SOMIMS también se llevó a cabo en Monterrey, eran otros tiempos, la ciudad era más insegura, nos recomendaron no salir a ningún lado, quedarnos en el hotel, durante ¡todo el Congreso!, y aun así nos dimos tiempo para salir al Parque Fundidora, apenas estaba preparándome para la entrevista de admisión al Doctorado en Ciencias Biomédicas, ya impartía 2 horas de un laboratorio de Sensopercepción en la Facultad de Psicología de la UNAM, pero no tenía ni idea de lo que me esperaba en la academia, si alguien me hubiera dicho que volvería a un Congreso de la SOMIMS en el 2025 como miembro de la Mesa Directiva y que entonces sería SNII 2, con más de 40 cursos de licenciatura y posgrado y más de 60 pláticas de divulgación de la ciencia y más de 20 papers publicados en revistas evaluadas por pares, pero sin haber sido profesor indeterminado un solo día de toda mi vida académica, tal vez no lo habría creído. Si alguien me hubiera dicho que daría una charla de alteraciones metabólicas asociadas a la restricción de sueño y que coordinaría un simposio al que invitaría a una experta en restricción de sueño y metabolismo, de la Universidad de Chicago, tal vez no lo habría creído. O si alguien me hubiera dicho que pasaría gran parte de una tarde charlando y caminando por la Universidad Autónoma de Nuevo León con un uruguayo experto en adicciones y orexinas/hipocretinas, del Sleep Research Center de la UCLA, tal vez tampoco lo habría creído.
| «¿Cómo dijiste...?
«Que se le botó un tornillo...»
«Ésa está buena, che...»
«¿Cómo dicen allá...?»
«Que se le descompuso el motor...» |
Si alguien me hubiera dicho que me encontraría casi medio año trabajando sin remuneración económica, viviendo de mis ahorros, lidiando con la frustración de ser SNII 2 sin cobrar el estímulo económico del SNII, que escribiría mi paper #20 en 3 meses y que sería publicado en medio de esa crisis, tal vez habría optado por no estudiar el posgrado en Ciencias Biomédicas y me habría enfocado en la búsqueda de otros intereses: en la escritura de narrativa literaria o en la música, por ejemplo.
Es sábado, deben de ser las 11 de la mañana, ya impartí mi charla, ya coordiné un simposio, la Dra. Erin Hanlon anda por ahí, ayer cenamos y platicamos muchas cosas, mi mente estaba en otra dimensión, no podía pensar en español, mucho menos en inglés, ella me preguntó qué pensamos en México de los ciudadanos de EEUU, si los vemos como vemos a Trump, o si distinguimos entre la administración de Trump y ellos, y también hablamos sobre las IAs y, obviamente, sobre ciencia.
| «I guess my favorite singer is Prince...»
«Really...? And what's your favorite song?»
«“Starfish and coffee”...»
«Oh...!» |
No he dormido bien, salí de la casa el miércoles, el día que cumplió 70 años Bruce Willis, mientras me dirigía al aeropuerto no podía dejar de pensar en las horribles experiencias que tuve en mis más recientes vuelos en avión, en junio, y tampoco podía dejar de pensar en lo que le decía a John McLane un pasajero del vuelo que los llevaría desde Nueva York hacia Los Ángeles, en Die Hard, esa película que veo casi religiosamente cada 24 de diciembre.
Estoy de pie, recargado en la pared este (¿oeste...?, ¿norte...?, ¿sur...?) del Auditorio Polivalente, me siento exhausto, son como las 11 de la mañana, es el tercer día del Congreso de la SOMIMS, un señor con saco y corbata se me acerca y me dice «Felicidades por tu plática, fuiste muy directo y claro» y me aprieta suavemente el brazo, luego me sonríe y vuelve a su asiento. El aire acondicionado está al máximo, ayer tuve que ponerme una frazada mientras escuchaba a otros conferencistas, se me tapó la nariz, soy muy friolento, acabo de salir a caminar por la Facultad de Medicina, por la mañana me parecía que era cualquier día entre semana, pero hace unos minutos todo estaba vacío, caía la tarde, me di cuenta de que era sábado, sólo tengo ganas de volver al hotel y tumbarme a dormir, estar en otra parte, me siento tan débil físicamente, estar en el congreso es como estar en una burbuja, ajeno a la realidad de cada día, viviendo el sueño que debería estar viviendo, el sueño que estaría viviendo si tuviera a un equipo de campaña apoyándome en una universidad (porque ¡vaya sorpresa! eso es más importante que tu trayectoria académica), he hablado con tantos colegas que no tienen por qué saber cómo estoy sobreviviendo, se me han acercado algunos estudiantes, como la chica que ayer se sentó frente a mí y que aprovechó un momento en el que le hacía una pregunta a una Dra. que hablaba sobre la incidencia de narcolepsia tipo 1 en México, y su micrófono dejó de funcionar.
| «Aprovechando la pausa, Dr., quisiera decirle que vi su contenido en redes...»
«¿En serio...?»
«¡Me encantó...!»
«¡Qué bueno...! ¿Y asististe a mi plática...?» |
Estoy muriéndome de frío, no quiero enfermarme, quisiera estar en otra situación, si tuviera una plaza definitiva volvería a la CDMX con potenciales colaboraciones, probablemente comenzaría a planear que algunos de los estudiantes de mi grupo hicieran una estancia corta en la Universidad de Chicago o en el Sleep Research Center de la UCLA, pero a quién le importa, ya estoy perdiendo la fe en la academia, ésa es la única verdad, a veces pienso que debería enfocarme en escribir, que es una profesión igual de incierta que la academia (y ¡por supuesto!, también hay publicistas, gente que te vende “al Dostoeivski mexicano”, gente que sigue las estrategias de Joseph Goebbels y repite la misma mentira una y otra vez hasta que los lectores dan por hecho que están leyendo al “Dostoievksi mexicano”, que serían unos tontos si no lo leyeran y no estuvieran convencidos de que se trata del “Dostoievksi mexicano”), en fin, tal vez sólo estoy exhausto, ya pensaré con mayor claridad en un par de días, cuando vuelva a casa.
domingo, marzo 09, 2025
Aquí está la cabeza sin cuerpo, más allá no hay nada
sábado, febrero 22, 2025
Bleed All Over
domingo, febrero 16, 2025
Los lunes en los tianguis
Desde hace un par de lunes vamos al tianguis de Metepec, me ha servido para distraerme, para sepultar ese algo terriblemente triste y solitario que tienen los lunes, me ha servido para no pensar en que ninguna puerta se abre, en que esto es apenas el principio, en que apenas en octubre dejé de tener un ingreso fijo y que no encontraré nada bueno muy pronto, no he querido escribir, apenas escribo lo básico en mi diario, no he disfrutado nada, he estado leyendo a Bram Stoker, he estado tomando un curso de capacitación en línea tres días a la semana, este curso lo tomo por curiosidad pero parece un fraude, hay mucha gente desesperada por generar ingresos, quien lo imparte tiene todo el look de un vende humo, nos conectamos a YouTube alrededor de 400 personas.
Desde hace un par de lunes vamos al tianguis de Metepec, todo lo que hago está empañado por mi estado de ánimo, es como si mis ojos y mi mente tuvieran una especie de neblina, como si me persiguiera una especie de sopor que no me deja ver claramente nada, ni disfrutar nada; independientemente de ello, hace unos días fue el Superbowl y no lo vimos, pero una canción sonó en el espectáculo del medio tiempo y el tipo que la canta también la baila de un modo pegajoso y no he podido sacármelo de la cabeza, y mientras transcurría el Superbowl, Lizzie y yo salimos a Town Square, y estaba tomándome mi Açai Refresher cuando yo siempre tengo la razón –un sujeto menor que yo y que conocí en el 2017, cuando estaba en el postdoc, y que luego me encontré en un concierto en el Alicia y con quien, más o menos desde que estuve concursando y ganando 3 evaluaciones curriculares consecutivas, con contratos de 2 trimestres al año y 15 horas de clase a la semana en el Distrito IV, hablé por teléfono dos o tres veces al año–, me mandó un Whats y luego otro y otro, aparentemente tenía muchas ganas de conversar y de “generar polémica”, es un tipo que me recuerda a mí mismo cuando acababa de entrar a la universidad, cuando idealizaba la academia y al mismo tiempo no le daba la menor importancia a la universidad, cuando me la pasaba leyendo novelas y poesía en lugar de estudiar a Skinner o a Mechoulam, en fin, yo siempre tengo la razón me empezó a decir cosas sobre divulgación de la ciencia, su discurso no me late, ¡por Dios!, unos colegas de la UV y yo estamos por publicar un paper en una revista Q1, escribí prácticamente yo solo el paper en 3 meses, tengo más de 20 papers publicados en revistas en inglés, hace casi 11 años fue mi examen de grado del PhD, he impartido más de 60 pláticas de divulgación de la ciencia y más de 70 cursos de licenciatura, y yo siempre tengo la razón, básicamente, insistió en que él tiene más que decir sobre la ciencia que yo, no me late su discurso, a veces es del estilo «todos tenemos derecho a pensar lo que nos dé la gana» (excepto si alguien pone en entredicho lo que yo pienso), y, en fin, su rollo fue subiendo de intensidad, y simplemente me desgastó y ya no quise contestarle, me recordó que lo invité así, casi de la nada, a dar una clase a uno de los grupos a los que les impartía Interdisciplina.
El tipo parece no darse cuenta de nada, para él es como si él y yo nos conociéramos desde el kínder, como si fuéramos pares, como si tuviéramos el mismo recorrido en la academia, y, ¡perdón!, pero no. El otro día me sacó de onda encontrármelo accidentalmente en redes sociales pidiendo informes para tomar un curso en línea ¡con Todokoro!, uff, ¡cuántas veces le dije que tengo media docena de papers publicados con Todokoro, que mi PhD lo estudié en su laboratorio...!, pero, claro, yo siempre tengo la razón, sólo me dio por mi lado, ni siquiera me preguntó nada sobre este curso de adicciones que quiero impartir en el Centro Neurológico y de Sueño, ni siquiera le interesó (aunque es un sujeto que pidió informes sobre el curso de adicciones que impartirá Todokoro y aunque es un sujeto al que le interesa la ciencia y el conocimiento), ni me preguntó nada al respecto, ni pudo descubrir que no sólo tengo media docena de papers publicados con Todokoro sino que he impartido ¡alrededor de 300 horas! de Neurofarmacología y Adicción en Distrito IV, ¿qué podría yo aportarle sobre el tema, si (en su mente) los dos nos conocemos desde el kínder...?, es más probable que (en su mente) Ruzzarín o Rudy III tengan una opinión más informada sobre neurofarmacología y adicciones y cannabis que yo.
Ir al tianguis también me recuerda que Lizzie y yo íbamos al tianguis cuando Distrito IV estaba en huelga y Lizzie y yo teníamos que vivir de nuestros ahorros, esa tampoco fue una buena época, pero, en perspectiva, al menos sabía que no duraría toda la vida, que la huelga terminaría en algún punto, pero el punto es que ir al tianguis es terapéutico en general, me ayuda a sentir que “conecto” con un montón de gente que sobrevive y que no parece lamentar su estilo de vida, sino que disfruta lo que hace, estar vendiendo sus frutas, sus verduras, sus gorditas, sus quesadillas, sus pescados, sus carnes frías, pero también, ocasionalmente, me trae estos flashbacks.
Lo que hacen todas estas personas para sobrevivir no tiene nada de académico, pero es igual de importante. O tal vez más importante que la academia. No creo que los vendedores de tianguis tengan dos pies izquierdos, no creo que estén pensando siempre en cómo tener más poder y en cómo rodearse de gente manipulable que siga sus órdenes. Creo que son más listos que un académico estándar, que saben responder a los madrazos de la vida y que saben cuándo les conviene asociarse con alguien que puede hacerlos crecer, en lugar de seguir órdenes para conservar sus chambas.
Ir al tianguis cada lunes también me recuerda cuando vivíamos en Agua Caliente, allí también se ponía un tianguis todos los lunes, era un poco diferente a éste, pero, en general, la gente también parecía disfrutar su estilo de vida. Visitar ese tianguis de Agua Caliente también me hacía recordar cuando iba a otros tianguis, cuando estaba en la prepa, cuando iba algunos domingos al tianguis de San Juan, en los límites entre Iztapalapa y Neza, y me gustaba ver otro tipo de cosas allí, también vendían las cosas que venden en un tianguis de lunes, pero me gustaba ver tennis, discos compactos y playeras de rock. Algunos puestos de ese tianguis de San Juan también se ponían los sábados en El Chopo. Allí me compré varios discos que escuché toda la prepa –Bleach, Blood Sugar Sex Magik, Live Through This... –, en fin, todo era tan diferente, todo esto ocurrió en una época que parece quedar a varios siglos de distancia, cuando ni siquiera había entrado a la universidad, cuando no pensaba en absoluto en cómo sería mi vida adulta, cuando aún no había conocido a personas poderosas y manipuladoras, cuando aún no había tratado a aspirantes a divulgador de la ciencia que no le dan crédito a nadie más que a ellos mismos y a las celebridades que no saben nada de nada pero que tienen un millón de seguidores, o que son unos sociópatas, en fin, hoy es domingo 16 de febrero y son las 18: 12, mañana también (espero) iremos al tianguis, y me pregunto cuándo habré digerido estas visitas de cada lunes al tianguis y podré escribir algo que me guste sobre cómo ir al tianguis de Metepec ha movido algo dentro de mí.
domingo, febrero 02, 2025
Caminar en círculos
Esta tos nerviosa no me deja en paz, me tomo un té de limón, son las 3 de la mañana del domingo 2 de febrero del 2025, han sido 3 ó 4 meses del carajo, me siento mal, me acosté temprano, estoy enfermo de la cabeza, como esos personajes de las novelas de sci fi que están paranoicos y que piensan que la CIA los está espiando, sólo quería apagar mis sentidos y mi mente, encendí la televisión, desperté hace una hora y ya no puedo volver a dormir, y no quiero pensar en que nada ha funcionado, no quiero pensar en que he hecho más de lo que debería haber hecho para obtener una plaza indeterminada, no quiero decirlo pero ahí están mi CV, mis papers, los cursos y las charlas de divulgación de la ciencia que he impartido, y también ahí está lo que piensa la mayoría de los estudiantes que han tomado mis cursos, y tampoco quiero decirlo pero ahí están un montón de comprobables objetivos más como muestra.
El punto es que nada de lo anterior sirve realmente, realmente sólo somos un dato más, excepto si tenemos suficientes recursos para hacernos publicidad, excepto si tenemos conectes con influencia que nos abran las puertas, o eso que es como tener “un golpe de suerte”, la academia es una de esas cosas que la gente romantiza y que en realidad son horribles, me han dicho varias veces que debes estar en el momento apropiado, que las cosas no ocurren por una razón, que las oportunidades llegan en el momento que deben llegar, pero ¿y si, más bien, todo lo que ha ocurrido, ha ocurrido porque está más que claro que nunca tendré una oportunidad como la que he buscado incansablemente...?
Vuelvo a toser y me pregunto cómo hizo esa estrella de rock para tener todo lo que siempre había deseado antes de los 27 años, me pregunto si tuvo un “golpe de suerte”, si leyó La Historia del Rock I, II y III, si supo cómo rodearse de personas influyentes y generosas, y también me pregunto por qué tengo esta sensación de estar caminando en círculos, por qué tengo la impresión de que no estoy llegando a ningún lado, como aquella vez, cuando me perdí en El Cerro del Tepozteco –debieron de ser también las 3 de la mañana– y acabé tumbándome en una cueva para protegerme de la lluvia, junto al cráneo de una vaca que debió de precipitarse por ese barranco mucho mucho tiempo atrás.
Escucho esta triste canción de Trent Reznor, sólo toca el piano y canta en un volumen bajo, la canción parece hablar sobre una mujer que está muriéndose o ahogándose, relata algo que suena como a la ruptura de una pareja o a la despedida de algo más grande que una relación sentimental, a que uno de los dos hizo algo imperdonable y que las luces en el cielo están de testigo, los fans especulan muchas cosas en internet, que él habla de su verdadero amor, que la canción está emparentada con “Beside you in time”, Search Labs dice que el mensaje es que “todos tenemos nuestro lugar”, sólo Trent Reznor sabe qué estaba sintiendo y pensando cuando escribió esa canción, lo que yo siento cuando la escucho no tiene nada que ver con lo que creo que cuenta, sólo me transmite esta sensación de caída, de resignación, sólo me dice que también yo debo dejar de romantizar la academia, que ya está muerta para mí, que fue uno de los amores de mi vida, que debo aceptar que sólo soy un dato más, que debo darle vuelta a la página, que debo reinventarme una vez más.
sábado, febrero 01, 2025
I do not want this
Estábamos casi en la quiebra, viviendo más o menos al día, cuando vino Mark Lanegan a dar un concierto en El Plaza. Apenas pude comprar un par de boletos, nuestros ingresos no me permitieron más que comprar una pequeña litografía, conseguir que él me la firmara, estrecharle una mano, aceptar que ese contacto sería lo más cercano que estaría a Kurt Cobain, y tomarme una foto con él. La banda trajo un montón de mercancía: libros que escribió Mark Lanegan, álbumes que no están a la venta en ninguna parte ni disponibles en ninguna plataforma de streaming, playeras y sudaderas de él y de su banda, stickers, cosas así. Me hubiera gustado comprar algo más. Pero, como ya dije, nuestros ingresos no me permitieron más que comprar la pequeña litografía y el par de boletos para su concierto. No todo fue malo: el día del concierto fue publicado mi primer paper como autor corresponsal, mi paper #7 en total.
Luego de un año más o menos conseguí un contrato temporal en otra universidad, tuvimos que mudarnos de ciudad, y todo pintaba mucho mejor, parecía que ésa era la manera de ingresar definitivamente a la academia, de obtener el trabajo de mis sueños, excepto que al mes de haber entrado a trabajar, apenas habiendo cobrado mi primera quincena, la universidad estalló en huelga. Estuvimos así 3 meses, sobreviviendo con los pocos ahorros que nos quedaban del último año fatal –habíamos sobrevivido con $10, 000 MXN mensuales– y teniendo que recurrir a pequeños préstamos para cubrir la renta y los gastos diarios. En marzo, cuando la huelga apenas cumplía un mes, Courtney Barnett vino a México. Ni siquiera pude comprar un par de boletos. Teníamos el dinero contado, no podíamos permitirnos un viaje a la CDMX. Mucho menos comprar un par de boletos para un concierto.
Ahora estamos otra vez en este círculo vicioso. Las condiciones no son tan malas como en el 2018 ni como en el 2019, ahora soy Investigador Nacional Nivel II, tengo más de 20 papers publicados, he impartido más de 40 cursos de licenciatura y posgrado, he impartido más de 60 pláticas de divulgación de la ciencia, he hecho mucho más de lo que debería haber hecho para obtener la oportunidad de concursar por una plaza indeterminada, he conseguido mucho más que cualquier persona con 10 años de trabajos temporales, y heme aquí, esencialmente quejándome de la mala fortuna que he tenido. Queriendo ignorar que he permanecido en el SNII y que no he recibido el estímulo económico del SNII durante más de medio año porque no he tenido contrato con ninguna universidad en los últimos 3 ó 4 meses de los 3 últimos años.
También he concursado por plazas de académico de tiempo completo en 6 universidades distintas en los últimos 4 meses, en todas me dicen que no soy psicólogo clínico o que no soy psiquiatra o biólogo o químico, nadie quiere ver que estoy más preparado que un psicólogo clínico y que compito con psiquiatras, con biólogos y con químicos, y hemos vivido de nuestros ahorros casi 3 ó 4 meses de cada uno de los últimos 3 años, y espero que un paper en el que soy primer autor sea aceptado para publicación en los siguientes días, y los gastos continúan, el trabajo no remunerado no para, las oportunidades escasean, y J Mascis viene a México.

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