domingo, noviembre 30, 2025

unos días son más difíciles que otros

Son las 9: 15 del lunes. La radio está encendida, el conductor del Uber escucha el programa de Taradazo. Tengo un flashback

Aggh, quiero olvidar, meterme una de esas píldoras que provocan amnesia, hay un montón de cosas en las que no quiero pensar, me resisto a pensar en ellas, pero todo el tiempo están dándome vueltas en la cabeza. Aunque he aprendido a ahuyentarlas, la voz de Taradazo me hace recordar...

«¡A ver, a ver, es obligación del gobierno...!»

... cierro los párpados y ya estoy viajando en otro Uber, es una mañana aleatoria, está en curso el Trimestre 23 Otoño y me ajusto los Ray Ban y voy pensando «Si X y Z ya son profes de tiempo completo definitivo, si los 3 llegamos el mismo año a Distrito IV, si entonces yo ya era SNII-1 y ellos ni siquiera estaban en el SNII, si en esta convocatoria me dieron la distinción de SNII-2 y además estoy concursando por la Jefatura de Departamento, mi “suerte” tiene que cambiar...» 

«Disculpe, joven... Marcel es nombre de dama y de caballero, ¿verdad?», el conductor me interrumpe, me regresa a la realidad. Aunque no estoy seguro, le contesto que sí, y luego me pregunta si mi nombre tiene algún significado y me dice que a él le gusta saber el significado de los nombres. Tengo otro flashback, y me provoca escalofríos: en estos días un colega de la Ibero, que acabo de conocer, también me preguntó algo sobre mi nombre. Le contesto al conductor del Uber que no sé qué significa mi nombre. 

Aggh

Hacía tanto tiempo que nadie me preguntaba estas cosas sobre mi nombre, creo que la primera vez que alguien lo hizo fue en la prepa, allí me presenté por mi segundo nombre, el que siempre me había gustado pero que no usaba nunca, supongo que era la costumbre y que antes de la prepa el asunto del nombre no era tan importante, además en la secundaria a todos nos trataban como si fuéramos un puñado de adolescentes sin talento, nos llamaban por nuestros apellidos, como si estuviéramos en una prisión (de hecho, los varones teníamos que traer el cabello casi a rape) y en la primaria el asunto del nombre era mucho menos importante que en la secundaria, aunque odiaba cuando me llamaban “niño”, me daba igual que me llamaran por mi primer nombre, en la primaria nunca se me ocurrió que podía exigirle a mis compañeros que me llamaran por alguno de mis nombres en particular, supongo que apenas estaba construyendo mi identidad, supongo que era más Mauricio que Marcel, y todo mundo me decía Mauricio, algunos sobrevivientes de esa etapa aún me siguen llamando así, pero, en retrospectiva, la verdad es que Mauricio nunca me gustó realmente, suena como a actor de telenovela de los ochenta. 

Me acomodo en el asiento y me ajusto los Ray Ban de nuevo. Hace mucho sol y frío. No quiero pensar en nada más, un pensamiento puede precipitarme en otro, puedo acabar hundido en la maldición de los lunes, en que los lunes nunca me han gustado, además tengo un poco de náuseas, ayer no comí bien y me tomé varios Jack Daniel's, otra vez pienso en cuánto quisiera meterme una de esas píldoras que provocan amnesia –benzodiacepinas, antidepresivos tricíclicos, anticonvulsivos, opiáceos–, en que hay un montón de cosas en las que no quiero pensar, en que me resisto a pensar en ellas, en que todo el tiempo están dándome vueltas en la cabeza, y la voz de Taradazo insiste en recordármelas... 

«¡Y nuestros representantes están muy tranquilos... 
voltean a otro lado, hacen la vista gorda...!»

... ay, este tipo, tiene tantos seguidores y tantos patrocinadores y lo único que hace es despotricar –crítica fácil de dos centavos– en un programa de radio que aparentemente es el favorito de los conductores de Uber, cuando trabajaba en Distrito IV mis clases comenzaban muy temprano y tenía que escucharlo 2 ó 3 veces por semana, ahora no tengo clases tan temprano y en esta ruta sólo uno que otro conductor de Uber escucha su programa de radio... o a lo mejor tomo el Uber cuando su programa de radio ya terminó, no sé. 

Mmmh

Ya tenía un amplio recorrido en Distrito IV, trabajé allá entre el 2019 y el 2024, y aunque no es exactamente la misma situación de la prepa (cuando me presenté por mi segundo nombre y mis compañeros me hacían preguntas sobre su significado), la pregunta del conductor deja claras las cosas: estoy empezando de cero, otra vez. 

Al menos Taradazo ya se calló, cruzamos Las Torres en el Uber y escuchamos un comercial, ya casi llegamos al Interurbano. El conductor ya no me pregunta nada, me precipito en más pensamientos catastróficos que no tienen sentido: ¿por qué me tocó esta “suerte”...?, ¿por qué no soy profe indeterminado, como X y Z...?, ¿por qué las autoridades de Distrito IV prefirieron contratarlos a X y a Z, que ni siquiera estaban en el SNII cuando llegamos a trabajar a esa universidad, y que ahora mismo no son SNII-2, como yo...?, ¡es absurdo que el discurso de Distrito IV ante medios masivos de comunicación sea la excelencia académica; es una farsa...!, ¡si tan sólo tuviera un contrato, incluso temporal, en una IES pública, nada más por tener la distinción de SNII-2, habría alrededor de $500, 000 MXN “extras” en mi cuenta bancaria...!, ¿por qué el gobierno decidió retirar el estímulo económico del SNII a quienes somos miembros del SNII pero trabajamos en una universidad privada...?, ¿por qué el gobierno se preocupa más por la tecnología que por la ciencia...?  

Aggh, ya no quiero pensar en estas cosas, quisiera meterme una píldora de las que producen amnesia. Nunca he hecho nada sólo por dinero, hago lo que hago porque me gusta, he luchado por seguir haciendo lo que me gusta, pero eso es romántico y poco adaptativo, necesito dinero para todo, todos los días tengo que pagar al menos un servicio. 

Inhalo y exhalo, y me digo a mí mismo que todo está mejor, que ya tengo un empleo, que ya no estoy enviando solicitudes a distintas IES como loco, que acabaron esos ocho o nueve meses fatales de incertidumbre, que se fueron por el caño esas noches de insomnio en las que no podía dejar de pensar hasta qué punto resistiría, hasta cuándo cambiaría “mi suerte”..., y también pienso en que este trayecto en Uber es temporal, en que la voz de Taradazo...

«Labregones, así los llamaría mi abuela...»

... también es temporal, en que debo disfrutar el presente, enfocarme en lo que voy a hacer hoy en la universidad, por ejemplo, pero unos días resultan más difíciles que otros, hoy mismo tengo la impresión de que podría mandar todo a volar, que aún no me siento yo mismo en la Ibero, en que, más o menos, me siento como me sentía cuando estaba en la primaria y me daba igual si me llamaban por mi primero o por mi segundo nombre. 

Me bajo del Uber, el conductor me desea un buen día, yo también le deseo un buen día, veo en mi reloj que ya son las 9: 27, camino hacia el tren Interurbano, es un poco más tarde que otros días, hay 3 personas aprendiendo a cargar la tarjeta de movilidad en la taquilla del Interurbano, La máquina no está aceptando billetes, dice el vigilante, estas personas son muy lentas, inhalo y exhalo, esto no tiene por qué impacientarme, Estoy formado en la fila, no es el fin del mundo, me digo a mí mismo y me pongo los audífonos, apenas los compré la semana pasada, tienen cancelación de ruido, cuando trabajaba en Distrito IV el recorrido de la casa a la universidad era tan corto que ni siquiera pensaba en ponerme los audífonos para escuchar música... 

Entre unas cosas y otras dan las 9: 34 y finalmente puedo cargar mi tarjeta de movilidad, luego paso por los torniquetes y subo las escaleras eléctricas, el tren está llegando al andén, tengo que correr, alcanzo a subirme al último vagón del tren –otro pensamiento intrusivo: X y Z ya tenían auto cuando los tres llegamos a trabajar a Distrito IV en el 2019, y no hay que quebrarse la cabeza: la academia es un ámbito de privilegiados; 9 de cada 10 colegas no son lo que yo soy, no han vivido lo que yo he vivido y no soportarían estar en mis zapatos ni una semana–, ahora sí está lleno el tren, apenas encontré lugar, frente a una mujer que trae audífonos y que se parece muchísimo a una colega de Distrito IV, al fin y al cabo somos lo que somos, las coincidencias no existen, tal vez ella siempre viaja en tren pero yo estoy pensando en estas cosas y percibo las cosas así, que ella se parece muchísimo a una colega de Distrito IV, unos días son más difíciles que otros. 

Miro por la ventana del tren y espero que este trayecto no sea particularmente escandaloso, la gente suele ser súper irrespetuosa, me ha tocado enterarme de conversaciones ajenas porque algunos usuarios del tren va hablando a todo volumen o viendo TikToks o Reels a todo volumen, me ha tocado soportar diez veces en un recorrido “El son de la negra” o “La llorona”, en fin, me acomodo en el asiento, me ajusto los Ray Ban, trato de ignorar a esta mujer que se parece a la colega de Distrito IV, trato de concentrarme en la clase de hoy, voy a explicarles a los estudiantes cómo una vesícula sináptica se fusiona con la membrana plasmática para liberar un neurotransmisor mediante exocitosis... o ¿mejor les hablo de algo más amable, por ejemplo, de esa historia de Michael Jackson y el propofol que lo mató...? 

Evalúo los pros y los contras de una y otra cosa, y, de pronto, así, ¡de la nada!, la música mueve algo dentro de mí, se adueña de mis pensamientos, y todo es diáfano en mi interior, una corriente de bienestar inunda mi ser, son las endorfinas, la música es lo único que vale la pena, y ahora mismo es la voz de Charly García la que mueve algo dentro de mí, él canta algo sobre una extraña influencia, dice...

«Si yo fuera otro ser, no lo podría entender...» 

... y aunque no tengo en mi radar esta canción, es como si ya la conociera de toda la vida, me identifico con lo que canta Charly, cuando escribió la canción él probablemente se sentía de un modo similar al modo en el que me siento el día de hoy, unos días son más difíciles que otros, tal vez me siento así porque los lunes nunca me han gustado, tal vez me siento así porque mi primer nombre nunca me ha gustado, tal vez me siento así porque sé que X y Z ya son profes indeterminados y no tienen mi trayectoria ni mi perfil ni mis habilidades, tal vez me siento así porque unos días son más difíciles que otros y porque no puedo dejar de pensar en que si ellos son profes indeterminados obviamente yo también debería serlo ya.

Aggh. Estos pensamientos, todo el tiempo están dándome vueltas en la cabeza, aunque he aprendido a ahuyentarlos, unos días son más difíciles que otros, prefiero enfocarme en la letra de la canción...

«Si fue hecho para mí, lo tengo que saber...» 

... y otra vez Charly mueve algo dentro de mí, y ya nada importa, ésta es la vida que me tocó vivir, nadie me lo ha contado, la academia no es académica, no importa cuántas veces lo intentes, hay un montón de factores extra académicos que influyen en tener una plaza indeterminada, 9 de cada 10 colegas no son lo que yo soy, no han vivido lo que yo he vivido y no soportarían estar en mis zapatos ni una semana, yo no volteo a otro lado cuando algo está fatal, no soy de los que cobran su cheque y están convencidos de que están donde están porque son los mejores de todos.

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