miércoles, septiembre 12, 2018
Bienvenido a Pantitlán
Nos tuvimos que mudar a este departamento, hace cinco años.
Quería terminar todos los experimentos que había empezado -aunque no formaran parte de mi proyecto de investigación- y me entusiasmaba tanto la idea de publicar más artículos de los que necesitaba para titularme que se terminó el periodo de beca y estuve así todo un año*.
Los primeros seis meses sin beca, vivimos de nuestros ahorros y del sueldo que mi esposa obtenía de un horrible empleo que la hacía salir muy temprano de la casa y volver a las once de la noche, diariamente.
Los últimos seis meses conseguí una beca de ayudante de investigador, pero ese dinero no me alcanzaba ni para pagar la renta del departamento en donde vivíamos.
Estábamos a punto de acabarnos el dinero ahorrado y tuvimos que mudarnos.
La renta era más barata en esta colonia y el departamento no estaba mal.
Además, el dueño no tenía ningún problema con los gatos.
Aunque ya había vivido en esta parte de la ciudad, cuando volví todo me pareció mucho peor que antes y tuve la impresión de que estaba retrocediendo, en lugar de progresar.
Vivíamos en una colonia mejor ubicada y más cuidada.
El departamento era muy pequeño, pero valía la pena.
La gente de la colonia era respetuosa, no tiraba basura en la calle ni te obligaba a escuchar vallenato, salsa, banda o reguetón a todo volumen. Los automovilistas casi siempre respetaban al peatón. No había animales callejeros.
La primera impresión que tienes al vivir aquí es que hay más automóviles que libros. Tener un auto parece ser más importante que leer. Hay muchos talleres mecánicos y no hay más que una biblioteca que siempre está cerrada. No hay una sola librería.
El automovilista de esta colonia no respeta las señales de tránsito, no cede el paso a los peatones y conduce a toda velocidad, mientras escucha música a todo volumen. Se comporta como si tener un auto fuera lo más importante que uno pudiera hacer en la vida y como si un auto sirviera para marcar territorio.
En Pantitlán la mayoría de la gente maltrata, abandona o envenena a los animales. Escucha música a todo volumen, hace fiestas a todo volumen, tira basura en la calle y tiene sus propios hijos y les enseña que es normal todo lo anterior.
Cuando nos mudamos a este departamento, escuchaba frecuentemente una canción de Mark Lanegan.
La canción habla metafóricamente de la muerte como una nave que tarde o temprano llegará a recogerte estés donde estés, independientemente de si quieres morirte o no.
Yo no pensaba precisamente en morir cuando escuchaba la canción, sino en que viviría mejores tiempos.
Tenía pensamientos catastróficos.
Trataba de convencerme de que a nadie, excepto a mí mismo, tendrían que importarle los sacrificios que había hecho, pero me sentía tan decepcionado de tener apenas lo indispensable para vivir que varias veces pensé si valía la pena luchar por terminar el posgrado sin hacer el mínimo esfuerzo.
(¿Y si me graduaba con las publicaciones que tenía hasta entonces y le daba vuelta a la página...?)
(¿Y si me buscaba un trabajo que todo mundo entendiera y entonces me endeudaba con las mensualidades de un automóvil, para poder pasearme por la colonia a toda velocidad...?)
Ni siquiera mi familia tenía una idea aproximada de mi situación económica.
Algunas veces hasta tuve la impresión de que algunos miembros de mi familia pensaban que yo vivía en el paraíso.
¿Qué podía esperar de quienes apenas sabían mi nombre?
¿Qué podía esperar de quienes no me conocían y estaban en todo su derecho para asumir que yo simplemente era una persona más?
Te sorprendería descubrir lo poco que te conoce incluso la gente con quien has compartido varios años de tu vida.
Todos somos egocéntricos, pero no necesariamente nos damos cuenta.
Todos tenemos prejuicios, pero no necesariamente están basados en los mismos estereotipos.
Todos queremos ser reconocidos, pero no necesariamente por los mismos hechos.
Todos queremos ser escuchados, pero no necesariamente queremos escuchar a alguien más.
Desde esa época perdí el interés en conversar con otras personas, debido a las veces que las escuché y que no recibí el mismo trato por simple cortesía.
¿Es una enfermedad?
No me agrada la gente prejuiciosa y que se basa en las apariencias, y que sigue emitiendo un juicio aunque le expliques una y otra vez por qué no todo es lo que parece.
No soporto a la gente que se desconecta de la realidad cuando es tu turno de hablar en una conversación y (en lugar de escucharte) se queda pensando en lo que te va a decir mientras estás hablándole y te interrumpe antes de que expongas tu punto.
La mayoría de la gente es así.
Te sorprendería descubrir cuántas veces hacen lo mismo incluso tus familiares.
Pero la gente es tan horrible... independientemente de la colonia donde viva y de la preparación académica que haya recibido.
Incluso con el grado de doctor y perteneciendo al Sistema Nacional de Investigadores, no quedas exento de que algunos estudiantes de posgrado -que se supone conocen el trabajo que requiere tener una publicación; que se supone que valoran lo que significa correr experimentos a la una de la mañana sin recibir un centavo; que se supone que han trabajado en vacaciones y en días feriados sin que les paguen aguinaldo ni vacaciones, o sin que ni siquiera sus tutores reconozcan que lo hacen- no te devuelvan un saludo por simple cortesía.
En estos cinco años, me han invitado a dar charlas a eventos académicos, a programas de radio, a foros no académicos... he participado en la formación académica de estudiantes de licenciatura y de posgrado... he escrito proyectos de investigación para concursar por financiamiento... he acumulado más años de experiencia como docente en temas que no era experto... apenas esta semana fue publicado mi primer artículo en el que me permitieron ser corresponding author...
Sin embargo, me siento igual que como me sentía cuando regresé a Pantitlán.
Estoy estancado.
He buscado opciones para crecer profesionalmente y ninguna se ha concretado.
Escucho a Mark Lanegan -otra vez la misma canción que hace cinco años- y quiero convencerme de que no puede llover todo el tiempo.
There Is No Morphine, I'm Only Sleeping
*Uno de los requisitos para obtener el grado académico consiste en tener al menos un artículo de investigación original, publicado como primer autor en una revista indexada de calidad científica internacional. Cuando fue mi examen profesional, tenía tres publicaciones con estas características y una más se encontraba con los revisores de la revista.
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