La oxitocina está de moda.
En medios impresos y electrónicos, abundan las notas –"supuestamente" basadas en evidencia científica– que se enfocan en los hallazgos más llamativos relacionados con esta hormona.
Más que informar imparcialmente, el objetivo de estas notas parece ser "monetizar" y atrapar al incauto lector con clickbaits cuyos encabezados le venden un tópico "científico y controversial" que lo hará poseedor de una información envidiable.
En términos más formales, el nombre de la oxitocina proviene de dos términos griegos que traducidos al español significan "nacimiento rápido" y que le fueron adjudicados porque facilita la labor del parto y disminuye el dolor experimentado por la madre, al promover las contracciones uterinas.
La oxitocina también promueve la liberación de la leche materna durante la lactancia. Debido al fuerte vínculo existente –e innegable– entre la madre y su cría en este periodo, se ha sugerido que también participa en la formación del apego.
En este sentido, algunos investigadores sociales han ido más lejos, han antropomorfizado el constructo "apego" y han sugerido que la oxitocina participa en la formación de lazos emocionales y que facilita tanto la atracción sexual como la empatía, entre desconocidos.
Actualmente se ha mostrado que la oxitocina participa en diversos procesos fisiológicos que van desde la supresión del hambre hasta la sensibilidad por el consumo de sustancias adictivas*, pero a finales de la década de los ochenta comenzaron a ser publicados algunos estudios en los que se sugería que esta hormona guardaba una estrecha relación con la monogamia (y con la fidelidad) exhibida por una subfamilia de roedores.
En este contexto, más recientemente, en algunos estudios llevados a cabo en humanos, se ha observado que los niveles de oxitocina en sangre se elevan después del orgasmo en parejas monógamas y que la administración intranasal de oxitocina produce "un efecto de evitación hacia mujeres desconocidas" en hombres involucrados en una relación monógama.
Debido a esta clase de hallazgos, la oxitocina, por vox populi, es considerada "la hormona de la fidelidad".
Estos resultados también han hecho volar la imaginación de algunos empresarios y los ha llevado a considerar la posibilidad de crear "un perfume de la fidelidad".
(El detalle que omiten mencionar en sus campañas publicitarias es que, aparentemente, los solteros son inmunes a los efectos filiales inducidos por esta hormona.)
La conclusión más aceptada hasta hoy, entre los expertos en el tema, es que la oxitocina participa en el mantenimiento –más que en el establecimiento– de lazos afectivos.
No dudo que algunos autores de las notas más sensacionalistas sobre esta hormona, sean "investigadores exprés" y que recaben su información de Wikipedia, de Google o de blogs (no precisamente como éste.)
Aun cuando no sean expertos en el tema y aun cuando su meta sea –casi exclusivamente– vender una nota, no estoy de acuerdo en que sugieran que no falta mucho tiempo para que "un científico loco" sea contratado por algún gobierno del mundo con el malévolo propósito de diseñar una píldora que mimetice los efectos de la oxitocina y cuyo fin sea controlar nuestra fidelidad hacia cualquier autoridad que se nos imponga.
¿Se hacen pasar por ingenuos... o realmente no se dan por enterados de que los humanos practicamos diversas actividades que nos controlan del mismo modo en que el soma controlaba a los habitantes del mundo feliz de Aldous Huxley?
______________
*Información actualizada al 1 de diciembre del 2019.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario