Estábamos en plena huelga en la UNAM, cuando escuché The Downward Spiral.
La huelga se había alargado más de lo que todos esperaban -tenía casi 8 meses- y yo empezaba a tener problemas de salud.
Me sentía constantemente débil e inútil, sin un propósito en la vida.
El médico me había dicho que necesitaba distraerme -no hacía más que leer novelas y escribir, encerrado en mi recámara- y entonces me inscribí en un Taller de Creación Literaria.
Jamás había expuesto mis textos a desconocidos -sólo a algunas personas en particular a quienes les había escrito algo-, y someterlos a la crítica y conocer a otras personas con intereses literarios afines a los míos, surtió un efecto positivo en mí.
Aunque casi todos los compañeros del taller escribían poesía -yo escribía relatos-, gracias a ellos conocí a varios autores que ni siquiera sabía que existían y también aprendí a usar ciertos trucos para escribir.
El poeta que impartía el Taller se llamaba Leonel y nos contaba un montón de anécdotas de otros escritores con los que había convivido y que por desgracia he olvidado.
Al principio de la huelga, iba a Ciudad Universitaria con frecuencia.
Había muchas personas a favor del movimiento estudiantil.
En la Facultad de Psicología, estudiantes y familias enteras se encargaban de preparar alimentos y de salir en comisiones a informar al público en general cuáles eran las peticiones del Consejo General de Huelga.
El movimiento había comenzado como reacción a la modificación del Reglamento General de Pagos de la UNAM, pero en pocos meses todo se salió de control.
Asistí a un par de sesiones plenarias del CGH en el Auditorio "Che" Guevara y lo que vi allí me sorprendió. A pesar de que era un sitio de difícil acceso -todas las puertas de la Ciudad Universitaria estaban custodiadas o cercadas con malla ciclónica-, había periodistas nacionales y extranjeros, por todas partes.
El ambiente -por supuesto- era totalmente distinto a lo que decían en Televisa y en TV Azteca.
Me molestaba el poder que ejercían esas televisoras sobre la opinión de la gente.
Mi abuela, por ejemplo, leía mucho, pero constantemente me recomendaba que no anduviera con "esos vándalos" que habían tomado la UNAM.
(Si eso ocurría con mi abuela, ¿qué no pasaría con la gente que sólo veía televisión?)
Con el paso del tiempo, sin embargo, la Universidad fue convirtiéndose en un muladar y la gente fue dejando de interesarse en el movimiento estudiantil.
Incluso yo mismo dejé de ir a la Universidad.
En la Facultad había un grupo de "estudiantes" que se habían apropiado de la escuela.
A varios de ellos yo los había visto actuar como vándalos -aventar botellas de agua, hacer desmanes y comportarse como idiotas- en los conciertos de Manu Chao y de Café Tacuba, así como en un evento del EZLN, en el Zócalo.
En la Facultad los había visto burlarse de otros estudiantes que tenían las mejores intenciones para ayudar, pero que no tenían el mismo discurso que ellos, o que simplemente no sabían los detalles más específicos del movimiento estudiantil.
Por desgracia, cuando "terminó" la huelga, esos estudiantes consiguieron puestos políticos o becas para estudiar en el extranjero.
A los que les fue peor, después de algunos meses en prisión, los premiaron con plazas de esquiroles de la UNAM.
Por una estación de radio que escuchábamos mucho mi hermano y yo -no hacíamos gran cosa, aparte de escuchar música- anunciaban a una empresa que vendía álbumes de música por teléfono, a precios muy bajos.
Mi hermano se comunicó al teléfono de esa empresa y encargó The Downward Spiral, junto con un álbum de Björk.
Cuando terminó la huelga y toda la vida académica volvía lentamente a la normalidad, yo escuchaba mucho ese álbum en un viejo walkman que funcionaba milagrosamente.
Creo que me lo había regalado mi papá en el último año de secundaria, cuando Michael Jackson vino a la Ciudad de México, porque yo lo utilizaba principamente para escuchar Dangerous.
Tenía ese álbum en cassette y lo escuchaba todos los días de regreso de la escuela a la casa, preparándome para ver en vivo a MJ en El Estadio Azteca.
(Ahora que lo pienso, no sé qué efecto habría causado en mi vida si en lugar de ese álbum hubiera escuchado Nevermind.)
The Downward Spiral me gustó tanto que con mi primer dinero simbólico como becario de Servicio Social, más de un año después de la huelga, compré Closure -un VHS con todos los videos de NIN- y poco a poco los demás álbumes de estudio.
Cuando Trent Reznor y su banda vinieron a México, en el Tour de With Teeth, los escuché en vivo.
Salí un poco decepcionado del concierto.
Sabía que los conciertos de NIN se caracterizaban por el despliegue de tecnología, pero sólo habían recurrido a una pantalla de leds en en El Palacio de Los Deportes.
Trent Reznor es amante de la tecnología y suele emplear la tecnología más avanzada cuando NIN toca en vivo.
Su imaginería es deslumbrante. Sólo hay que ver algunos de los videos de su banda.
Supuestamente hasta David Lynch recurre a él en busca de consejos, cuando va a filmar alguna película.
The Slip y Year Zero -los álbumes que siguieron a The Fragile- no fueron de mi agrado completamente.
Tengo casi toda la discografía de Stone Temple Pilots.
Los álbumes que más me gustan son Core y Tiny Music... Songs From The Vatican Gift Shop, pero, ahora que lo pienso, casi nunca los escucho.
Hay algo en la relación entre los hermanos De Leo y Scott Weiland que me parece triste.
Ellos son músicos geniales, pero siempre me ha dado la impresión de que están supeditados al ego del vocalista.
A diferencia de NIN, nunca había tenido mucho interés por escucharlos en vivo.
A los Flaming Lips en realidad no los conozco.
Un día me encontré por internet un video en el que tocaban Pennyroyal Tea en un programa de televisión y me llamaron la atención.
Intenté escuchar su música, pero nunca le agarré el gusto.
Tenía unos meses de haberme casado y de haber ingresado al Doctorado en Ciencias Biomédicas de la UNAM, cuando me enteré que NIN, STP y Flaming Lips tocarían en un Festival en la Ciudad de México.
El Festival de música era organizado por una compañía de teléfonos celulares, y se llamaba MOTORKR.
Al principio, yo no tenía muchas ganas de ir.
Según recuerdo, los boletos estaban muy caros.
Además, no había escuchado mucho el último álbum de NIN y prefería quedarme en casa que salir a un concierto.
Pero el mismo día del evento hubo una promoción en la que los boletos costaban menos de la mitad del precio original -los organizadores no habían tenido el éxito que esperaban- y mi hermano y varios amigos suyos compraron boletos y Elizabeth y yo los acompañamos.
Llegamos al Foro Sol por la tarde, cuando iban a tocar los Flaming Lips.
Había mucha gente en el escenario principal, pero casi todos los demás escenarios estaban desiertos. El Festival incluía a muchas bandas mexicanas también.
Era un día nublado y hacía mucho frío.
Parecía invierno, aunque estábamos en octubre.
En esa época mi hermano escuchaba mucho a los Flaming Lips, y me había dicho que su música era muy psicodélica y alegre.
Lo que más recuerdo de la actuación de los Flaming Lips es que salió el sol durante un par de canciones y que Wayne Coyne se metió en una pelota gigante de playa y que comenzó a caminar entre el público.
Nos quedamos allí a esperar a los Stone Temple Pilots.
Cuando la banda de San Diego, California, subió al escenario, estaba oscureciendo.
El frío era muy intenso y el cielo estaba tan nublado que la lluvia parecía inminente.
Scott Weiland traía un sombrero y una bandana de color rojo.
Aunque caminaba de un lado a otro del escenario, se veía fatal.
Parecía que estaba bajo el influjo de algún opiáceo y que apenas podía mantenerse despierto y en pie.
A menudo él olvidaba las letras de las canciones y entonces los hermanos De Leo se turnaban para cantar las partes que quedaban incompletas.
Eric Kretz le pegaba con fuerza a la batería y el sonido de la guitarra y del bajo estaban bien, pero a la banda le faltaba algo.
Parecía que sólo toleraban a Scott Weiland y que no estaban disfrutando el concierto.
Los STP tocaron mis canciones preferidas: Big Bang Baby, Interstate Love Song y Trippin' On A Hole In A Paper Heart.
Uno de los amigos de mi hermano dijo que los hermanos De Leo habían tocado como músicos amateur y que habían sonado como una banda de bar.
En ese mismo escenario tocó NIN por la noche.
La banda de Trent Reznor salió a tocar bajo la lluvia, cuando el frío era insoportable.
No sé a cuántos grados estábamos, pero la sensación térmica debió de ser menor a 5º C.
En ese momento, el escenario principal de El Foro Sol estaba abarrotado.
Dado que había escuchado a NIN en El Palacio de Los Deportes, no tenía expectativas muy altas de ellos.
Suponía que simplemente saldrían a tocar la mayoría de sus éxitos y que aprovecharían para tocar varias canciones de su álbum de estudio más reciente.
The Slip era un álbum con un origen extraño.
Se podía descargar gratuitamente en internet, pero costaba mucho dinero en formato físico.
También había salido Ghosts I-IV, un álbum instrumental con 36 temas.
Sin embargo, la actuación de NIN fue estupenda, mucho mejor de lo que esperaba.
Trent Reznor y su banda tocaron todas las canciones más famosas de su repertorio, desde Pretty Hate Machine hasta Year Zero.
A diferencia de aquel concierto que ofrecieron en la Ciudad de México en el 2005, éste fue impresionante.
Había varias pantallas detrás del escenario que proyectaban imágenes y efectos visuales con diversos contenidos ad hoc para cada canción.
Las imágenes se fusionaban con la música a tal punto que a veces olvidabas que había una banda en el escenario tocando en vivo.
Parecía una película con música de alta calidad.
La mejor parte del espectáculo fue cuando la banda tocó algunas canciones de Ghosts I-IV y Trent Reznor aprovechó para presentar a cada uno de sus músicos, mientras la música no cesaba.
Me gustaría que hubiera un video del concierto, para poder disfrutarlo de nuevo.
Fotos Blogspot
Fotos Flikr
Fotos Me Hace Ruido
No hay comentarios.:
Publicar un comentario