Escucho la última canción que grabaron a finales de enero de 1994, y te imagino con unas gafas Christian Roth, con un gorro de los Buzzcocks, con una playera de Half Japanese, con una chamarra de esquimal, con unos jeans raídos y unos Converse.
Imagino que caminas encorvado y cabizbajo –justo como cuando acaban de tocar “Territorial Pissings” en el programa de Jonathan Ross, quien esperaba uno de los éxitos de Nevermind–, rumbo al Viretta Park, que, según la prensa y los admiradores, queda a unos metros de tu mansión en Lake Washington.
No puedo evitar preguntarme de quién o de qué habla la letra de la canción. Tampoco puedo evitar Solías decirle a la prensa que tus letras no tenían sentido y que eran frases aisladas sobre diversos temas que se te ocurrían, pero es evidente que , y me pregunto si tenías un problema en la columna vertebral –escoliosis congénita–, si el continuo peso de la guitarra lo agravó y si en verdad te dolía tanto la espalda en esa sesión en los estudios de Robert Lang que te tumbaste en el suelo y que los coros revelan un dolor real.
También me pregunto si tenías un problema estomacal que ningún médico pudo diagnosticar apropiadamente y si esa fue la razón por la que comenzaste a consumir drogas.
Pienso en algunas de las declaraciones más polémicas que le hiciste a la prensa.
A otros medios de Estados Unidos les dijo que alguien ya había destruido un árbol para construir sus guitarras y que por esa razón no encuentra nada de malo en destrozarlas.
A partir de 1993, John Duncan –su técnico de guitarra– se encarga de arreglar, afinar y modificar todas las guitarras que Cobain destruye al final de los conciertos.
Él mismo lo hacía antes de volverse mundialmente famoso, en la época en que compró la Jaguar '65 con un adelanto de Geffen.
Duncan asegura que Cobain está por abandonar Stratocaster.
Courtney Love le regaló una Telecaster y Duncan la ha adaptado con todos los cambios que el líder de Nirvana le ha sugerido.
En un lapso de tres años, desde que Nevermind (1991) –el segundo álbum de estudio de su banda– le arrebató el primer lugar de la lista de Billboard al Rey del Pop, se ha encargado de repetirle a la prensa que nunca quiso ser una estrella de rock y que odia los reflectores.
Su vestimenta dista mucho de ser lo que cualquiera consideraría "bajo perfil".
Además, no importa qué tan discreto vista.
En ese momento es quizá la persona más conocida en todo el mundo.
Tiene tantos admiradores que puede darse el lujo de exigirles a aquellos que son homofóbicos, misóginos, machistas y fanáticos religiosos que dejen de asistir a sus conciertos y que dejen de comprar sus discos.
Es tan famoso que cualquier declaración suya es noticia.
Habla de sus problemas de adicción a la heroína y luego se queja de la prensa amarillista que ha inventado historias acerca de él y de su esposa y que los señala como criminales.
En algunos medios, circula una grabación telefónica en la que amenaza de muerte a una columnista de Vanity Fair.
En un lapso de tres años, Nirvana ha tocado para miles de personas en eventos tan importantes como Reading Festival (1991 y 1992) y Hollywood Rock (1993).
Su banda ha encabezado festivales en Europa, en Sudamérica y en Australia.
En los últimos dos meses de 1993, tocaron para MTV en los estudios de Sony en Nueva York y en el Pier 48 de Seattle.
Apenas en marzo, Cobain canceló la gira de In Utero en Europa, después de un extraño concierto con laringitis y fallas eléctricas, en la terminal aérea abandonada de Münich.
Sus mánagers lo presionan para que no rechace la oferta multimillonaria de Lollapalooza.
Su mujer insiste en que firme ese contrato, porque le hará ganar tanto dinero que podrá renunciar a Nirvana e incluso pagarle a los abogados que lo demandarán por haber cancelado la gira en Europa.
Cobain ni siquiera ha cumplido treinta años y ya tiene al mundo rendido a sus pies.
Aun si abandonara la música, seguiría siendo famoso.
David Fricke –uno de los periodistas más influyentes de Rolling Stone–, lo ha comparado con John Lennon.
Los periodistas más ortodoxos no están de acuerdo, pero Fricke se defiende.
Dice que Cobain no sólo hace música que llega al corazón de las masas, sino que la hace sin respetar las reglas establecidas por la industria predadora, tal y como Lennon lo hacía en su época.
Cobain le ha repetido a la prensa que toda su vida había estado enfermo y que había usado drogas para lidiar con el dolor, porque ningún tratamiento médico había funcionado.
También ha repetido que había decidido volverse un drogadicto porque había sido tan miserable que todos los días pensaba en acabar con su vida.
Sin embargo, sus declaraciones cambiaron desde el lanzamiento de In Utero (1993).
Frances Bean, su hija, tiene dos años de edad, y lo hace muy feliz la oportunidad de verla crecer y de ofrecerle un hogar como el que él perdió cuando sus padres se divorciaron, tal y como lo canta con un cierto hartazgo en Serve The Servants.
En las pruebas de sonido de un concierto en Lisboa, escuchó una canción compuesta por Dave Grohl y está seguro de que, en su siguiente álbum –que ha prometido "será más etéreo que los anteriores" y que dejará a un lado "la fórmula Nirvana"–, la música de su banda ya no dependerá exclusivamente de él.
Exhausted terminará en el primer álbum de los Foo Fighters.
Se reunió con Courtney en El Hotel Excelsior de Roma y mezcló accidentalmente alcohol con rohypnol y tuvo que ser intervenido de emergencia.
Según algunos medios, estuvo en coma alrededor de veinticuatro horas.
Según los médicos, cuando despertó se le veía feliz y más como una persona que disfrutaba jugar con su hija que como un suicida.
A nadie, dentro de la órbita de Nirvana, le convenía que el Departamento de Protección de Menores tuviera motivos para quitarles la tutela de Frances Bean a él y a su esposa.
Si Cobain hubiera sufrido otra separación de su hija, habría sido más difícil convencerlo de que saliera de gira. Poco después de que naciera Frances Bean, a él y a su esposa les retiraron la tutela, debido a una nota de Vanity Fair en la que se sugería que Love consumía heroína durante su embarazo. Él desapareció de los reflectores.
Todo es una vorágine.
Sólo uno de los tíos de Kurt murió accidentalmente por un disparo de escopeta, cuando él ni siquiera había nacido, pero durante tres años Courtney Love se ha encargado de esparcir rumores entre la prensa, acerca de los genes suicidas de la familia Cobain.
El incidente en Roma reforzó esa idea.
La opinión general es que Kurt siempre ha sido un suicida.
Extrañamente, el Departamento de Protección de Menores creyó ciegamente la versión del accidente en Roma.
Sus amigos y sus conocidos, sin embargo, siempre dicen que él no tiene rasgos suicidas.
Dentro de unas semanas, la prensa amarillista especulará que debido a este incidente, Cobain sufrió un daño cerebral que le impidió volver a tocar la guitarra y que su muerte era la única opción que tenían los mercenarios detrás de él para mitificarlo y seguir viviendo de las ventas de sus discos.
Más de veinte años después, en Montage Of Heck –el documental autorizado por su viuda y producido por Frances Bean–, Courtney Love declarará que ella viajó hasta Roma en esa ocasión para encontrarse con su esposo, porque él sospechaba que ella había estado viendo a Billy Corgan mientras Nirvana estaba de gira en Europa.
Según ella, Kurt estaba destrozado y pensaba que ella lo estaba engañando y por esa razón había intentado acabar con su vida, mezclando benzodiacepinas con champaña.
El incidente en Roma reforzará esta idea, incluso veinte años después de su muerte.
Desde que regresó a Seattle, tras permanecer en observación unos cuantos días en El American Hospital de Roma, su familia y sus amigos lo han presionado para que ingrese a un centro de rehabilitación.
Les preocupa su salud, pero es obvio que les preocupa, sobre todas las cosas, que el imperio de Nirvana se desmorone.
Les preocupa su salud, pero es obvio que les preocupa, sobre todas las cosas, que el imperio de Nirvana se desmorone.
Hay algunos rumores entre gente cercana a la banda que señalan que Kurt despidió a Novoselic y a Grohl, a finales de marzo, y que les dijo que Nirvana es su banda y que él puede hacer lo que quiera con ella y que estaba pensando seriamente en invitar a otros músicos a formar parte de ella.
Años después, circulará una carta de puño y letra de Kurt en la que despide a Novoselic y le reclama su pasividad hacia la banda, durante los últimos meses.
También está cansado de que Buzz Osborne –su amigo y cantante de Melvins– quiera entrometerse en la dirección que debe tomar su banda.
La tensión es tan fuerte que, sólo unos días atrás, Novoselic y él se pelearon.
El bajista de Nirvana lo llevaba en su auto al aeropuerto de Seattle para que viajara a Los Ángeles e ingresara a Exodus. Kurt se quejó y lloró en el camino, se rehusó a hacer check-in en el aeropuerto, le dio un puñetazo a Novoselic en el rostro y huyó maldiciéndolo.
Será la última vez que se verán.
Otros rumores circulan entre allegados a la familia Cobain.
Kurt quiere hacer canciones como Neil Young y tiene pensado colaborar con Michael Stipe.
Según su abogada, Rosemary Carroll –esposa de Danny Goldberg, mánager general de Nirvana–, Kurt ha pensado en el divorcio y quiere cambiar su testamento.
Será la última vez que se verán.
Otros rumores circulan entre allegados a la familia Cobain.
Kurt quiere hacer canciones como Neil Young y tiene pensado colaborar con Michael Stipe.
Según su abogada, Rosemary Carroll –esposa de Danny Goldberg, mánager general de Nirvana–, Kurt ha pensado en el divorcio y quiere cambiar su testamento.
Cobain continúa caminando con la cabeza baja y encorvado.
La escoliosis congénita no lo deja en paz.
Algunos admiradores lo identifican.
Les sonríe y ellos, curiosamente, respetan su privacidad.
Se quita el gorro de los Buzzcocks.
Incluso para tratarse de un lunes de abril y de haberse mudado a su casa en Lake Washington a principios de año, Kurt Cobain es un personaje al que se ve con relativa frecuencia por allí.
Su casa queda a unas cuadras del Viretta Park.
Si los admiradores supieran que ésta será la última vez que lo verán por allí, probablemente lo acosarían en busca de un autógrafo o de un mechón de cabello.
El líder de Nirvana levanta la vista momentáneamente y se rasca la cabeza.
Parece que ha recordado algo importante a última hora y que está a punto de volver a su casa.
Quizá sólo le da comezón la cabeza. No se ha lavado el cabello desde el sábado, cuando escapó de Exodus. Courtney Love le ha confesado a la prensa en múltiples ocasiones que su esposo no es amante de lavarse el cabello.
O tal vez ha recordado los acordes de una de las canciones que improvisó con Pat Smear en el sótano de su casa, aquella tarde en la que su familia y sus amigos lo presionaron para que ingresara a un centro de rehabilitación.
A lo mejor la situación es totalmente distinta y sólo siente la necesidad de escribirle una carta a Frances, a Courtney, a Krist y a Dave.
Quizá sólo quiere volver a su casa y tumbarse a dormir.
Analiza si continúa su camino o vuelve a su casa, cuando una corriente de aire le pega en el rostro y le alborota el cabello.
Usa uno de los índices para pasarse el cabello detrás de una oreja y quitarse un mechón que le cubre la frente.
La sensación del viento en su cuerpo, lo hace reparar en que está vestido como si se encontrara en el invierno más crudo de todos los tiempos.
También repara en los tres jeans que usa para disimular su delgadez** y en el reloj de pulsera que aprisiona su muñeca izquierda.
Estira las piernas y abre y cierra el puño izquierdo, mientras contempla el brazalete de Exodus que no se ha quitado aún.
Se ríe. El brazalete le hace recordar el chiste que le contó Gibby Haynes, el cantante de Butthole Surfers y su compañero de habitación.
Pudiendo haber salido por la puerta del centro de rehabilitación, él mismo –al igual que el personaje del chiste– escapó saltando la barda.
Vuelve a avanzar.
Le da la impresión de que sus pisadas suenan a papel celofán en el césped, conforme aplastan las hojas caídas de los árboles.
Baja la mirada y se da cuenta de que la agujeta de su tenis derecho se ha desanudado.
Se pone de cuclillas y comienza a atarla.
Los Converse azules que usa tienen una estrella blanca a los costados.
El viernes, cuando Gary Smith encuentre su cadáver y lo reporté a una estación de radio y al 911 y en pocas horas el mundo de la música lamente su pérdida, un paparazzi se subirá a uno de los árboles que rodean el invernadero de su casa y conseguirá fotografiarle un brazo, una pierna y ese tennis cuya agujeta está atándose.
Por muchos años, esa imagen será lo único que sus admiradores verán de la escena de su muerte, en la que su cuerpo yace en el suelo con una Remington en el pecho, apuntando a su boca.
Aun ahora, veinticuatro años más tarde, es difícil imaginar el estado de su rostro y la posición del cañón de la escopeta. Algunos periodistas amarillistas han hecho hasta lo imposible para que salgan a la luz todas las fotografías de su rostro deshecho.
Por fortuna, Frances Bean y el Departamento de Policía de Seattle lo han impedido.
Otras fotografías circularán en los medios, en los siguientes meses: la de su billetera, la de su licencia de manejo en la que luce un extraño corte de pelo y la de una caja de puros Moore, llena de jeringas de 1 ml, cucharas con quemaduras y encendedores.
En unos días, Kurt se convertirá en lo que más odiaba: un cliché del rock n' roll.
Unas horas después de ese macabro descubrimiento, su rostro aparecerá en las portadas de decenas de revistas. Por el resto de los tiempos, estará condenado a aparecer puntualmente, cada 5 de abril.
La leyenda de su suicidio y de las teorías conspirativas alrededor de su muerte, no cesarán jamás. Alimentarán libros, documentales, cómics, blogs...
Año tras año, millones de adolescentes confundidos e iracundos, se sentirán atraídos por el encanto de su muerte (más que por el legado de su música) y terminarán idolatrándolo y llenando los bolsillos de quienes no se cansarán de explotar su nombre.
Está tan abrumado que todo le es ajeno.
No imagina el impacto que causaría su muerte en quienes se sienten identificados con su música, en quienes han seguido su carrera, en quienes han oído hablar del concierto de Nussbaum de 1987, en quienes han conseguido una copia de Fecal Matter, en quienes asistieron al Paramount Theatre en la noche de Halloween de 1991, en quienes quedaron atónitos cuando él solo interpretaba Pennyroyal Tea en los estudios Sony de MTV en noviembre de 1993, en quienes jamás asistiremos a un concierto de Nirvana.
Kurt se quita las gafas vintage Christian Roth y las guarda en uno de los bolsillos de su chamarra de esquimal.
Se sienta en una banca del Viretta Park.
Se le antoja un cigarrillo.
Echa un vistazo alrededor.
Hay algunas personas por ahí.
¡Cuántas veces ha deseado pasar desapercibido, como en ese momento!
Su banda es la banda más popular en todo el mundo.
Los momentos como éste son raros.
La idea lo abruma.
Le llega a su cabeza el coro de la pista número cinco de In Utero.
Desde hace unos meses, hasta cuando está triste, se siente incómodo y vigilado.
Muchas personas lo rodean, pero nadie está cerca de él.
Todos quieren una rebanada de Kurt Cobain y de Nirvana.
Todos quieren pedirle favores.
Todos quieren explotar la mina de oro.
Extraña la época en la que podía salir a la calle como cualquier otra persona y componer canciones todo el día en un departamento de Olympia.
Extraña la época en la que su banda tocaba en bares de mala muerte y hacía giras infernales por la Costa Este de Estados Unidos.
Se coloca un cigarrillo en los labios.
Tiene todo el aspecto de una estrella de rock.
Es imposible creerle cuando dice que odia la fama y que siempre quiso estar en un segundo plano y ser como Ringo Starr en Los Beatles.
Siempre ha sido evidente que le gusta rodearse de reflectores.
Si odiara tanto la fama, no habría permitido que Michael Azerrad lo entrevistara para que pudiera escribir la biografía autorizada de Nirvana, ni se la pasaría diciéndole a la gente de MTV que necesita tomar un curso que le enseñe a ser una estrella de rock.
Suspira.
Piensa en encender el cigarrillo.
Piensa en la forma de las volutas de humo, esfumándose en la nada.
Esa imagen tal vez lo remite a una pregunta: ¿en verdad es mejor quemarse que desvanecerse, como dice la canción de Neil Young...?
Tal vez reflexiona en los problemas que lo han atormentado en las últimas semanas.
Todos son recurrentes.
Se repiten en su cabeza como un delirio febril.
¿Acaso sí tiene un problema de adicción a la heroína, pero no encuentra un motivo para rehabilitarse?
¿Lo único que necesita es alejarse del mundo de Nirvana y olvidarse de la música y de la gira europea que canceló unas semanas atrás?
¿Siente remordimiento y desea hacer las paces con Krist y formar una nueva banda con Pat Smear?
¿Quiere hacer carrera solista y divorciarse?
¿Quiere poner a prueba a Dave Grohl, para saber hasta dónde puede llegar como compositor?
¿Cometió un grave error, al rechazar la oferta de encabezar el festival de Lollapalooza?
¿Y si le da un giro a su carrera y comienza a componer canciones al estilo de Johnny Cash?
¿Y si busca a Mark Lanegan y retoma The Jury?
¿Qué clase de álbum podrían grabar él y Michael Stipe?
¿Y si hubiera una manera de volver al anonimato de Olympia... y si encontrara una forma para concentrarse en dibujar?
¿Y si su pesar fuera transitorio y en un mes se volviera a sentir como en aquellos tiempos, cuando vivía con Tracy y su máxima ambición era tener una banda y una canción que saliera por la radio?
¿Y si regresa a Exodus y, en sólo un mes, la ausencia de droga en su cuerpo le permitiera ver todo más claramente y sentirse tan emocionado como cuando escuchó por primera vez la versión de Love Buzz de su banda en la radio?
¿Y si, independientemente de lo que hiciera, jamás volviera a sentir la emoción de salir al escenario, cuando las luces del foro se apaguen y sus admiradores comiencen a gritar?
En los últimos conciertos en Italia y en Eslovenia, sus viejos amigos –los Melvins, con quienes se siente en deuda por haber traicionado los principios punk que ellos respetan– lo acompañaron durante la gira.
Ni siquiera con su presencia fue capaz de sentir todas estas cosas que sentía cuando audicionó para tocar el bajo con ellos y los nervios lo traicionaron.
Se supone que el líder de la banda más popular del mundo, debería sentirse estremecido por la música que crea y por la reacción de sus admiradores.
¡Si tan sólo tuviera un gramo de la pasión que Freddie Mercury desbordaba en el escenario!
Últimamente se siente un farsante y no quiere seguir engañando a nadie.
Frunce el ceño.
Está tan ensimismado en sus pensamientos que el cigarrillo se le ha pegado en los labios.
Ha olvidado encenderlo.
Cruza una pierna encima de la otra y se queda contemplando el horizonte.
Ya casi no hay sol en el Viretta Park.
La gente que andaba por ahí, ha desaparecido.
Se acomoda en la banca.
Se despega el cigarrillo de los labios.
Siente un ligero dolor, como si se hubiera arrancado un pedazo de piel muy sensible.
Pone el cigarrillo frente a sus ojos y lo contempla detenidamente, como si fuera un viejo enemigo***.
Se lo lleva a los labios y saca un encendedor de una de las bolsas de su chamarra de esquimal.
Se vuelve a poner el gorro de los Buzzcocks que ha sujetado bajo una de las axilas y enciende el cigarrillo.
Mientras le da una chupada al cigarrillo y deja escapar el humo por la boca y observa las volutas de humo esfumarse entre los árboles, no tiene idea de que le restan menos de veinticuatro horas de vida y que un electricista encontrará su cadáver hasta el viernes ocho de abril.
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*En una sesión de fotografías para la promoción de In Utero, Jesse Frohman lo fotografió usando estas gafas que se pondrán de moda veinte años después y que serán conocidas como "el modelo Kurt Cobain".
**Tracy Marander –su novia en la época de Bleach (1988)–, le dará una entrevista a Nick Broomfield a finales de 1994 y le confesará que Kurt Cobain siempre se avergonzó de su delgadez. Sin Marander, quién sabe si Kurt hubiera tenido tiempo para trabajar en las canciones de Bleach. Mientras él escribía y componía, ella trabajaba todo el día y cubría todos los gastos. El departamento en el que ambos vivían en Olympia ahora es una atracción turística.
***Juego con la letra de Come As You Are.
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