viernes, enero 24, 2020

Escarnio Irrelevante

Qué ironía.

Este “culto héroe de la retórica”, en una ocasión, sin que nadie lo llamara (¡él no sabía ni mi nombre, ni nunca antes había sabido nada de mí, pero tenía tanta confianza en sí mismo y tanto amor propio que parecía muy convencido de conocerme mejor de lo que me conozco yo mismo!), salió de la nada, para señalarme y para tirarme su rollo pro-feminista en una publicación de FaceBook.

Yo había ido a parar a esa publicación porque alguien que conozco había posteado una noticia sobre una marcha feminista en la que habían corrido a un periodista y yo sólo quería saber –ingenuamente– por qué lo habían corrido con “cierta violencia”. 

Quizá me faltó tacto para preguntarlo, pero nunca quise herir susceptibilidades. 

(Aunque, de vez en cuando –¿una o dos veces al año?, ¿menos veces?–, pierdo el control y me enfrasco en alguna pelea sin sentido con desconocidos en redes sociales, ése no era el caso.) 

Mi punto era que no me parecía coherente que hubieran corrido de la marcha a ese hombre, con “cierto nivel de violencia”, cuando la marcha, precisamente, denunciaba la violencia de la que son víctimas las mujeres.

Nunca puse en duda que la violencia contra las mujeres es algo terrible que debe erradicarse, pero en su chip retórico —¿neocorteza?—, él leyó que sí: que yo estaba en contra de erradicar la violencia que sufren las mujeres y que yo era un representante estándar del machismo. 

Por si fuera poco, empleó un discurso que aborrezco: retórico, moralino, decimonónico, filosófico... 

También quiso evidenciar con su discurso que él tenía un aparato cognitivo superior al mío y que era una mejor persona –¿más consciente, en términos sociales?– que yo. ¿Cómo no aborrecer a esta clase de personas que se aparecen sin que nadie las llame, para dar una lección que nadie les está pidiendo...?

Yo ni siquiera había puesto a discusión el tema: las mujeres han sido oprimidas desde siempre, la violencia que sufren es algo terrible y hay que erradicarla. 

A diferencia de lo que él creía (ya mencioné que estaba convencidísimo de conocerme más de lo que me conozco yo mismo), acepto que no soy una buena persona, pero eso no significa que esté de acuerdo con el hecho de que a las mujeres les ocurran cosas terribles.
Más bien, en general, soy poco considerado con la humanidad*. 

Mi problema fue buscar (estúpidamente) una respuesta. Reconozco que me faltaba contexto –información– para comprender por qué habían corrido a Jenaro Villamil de esa marcha y de esa manera. (No haber estado en una marcha feminista y preguntar por qué se hacen las cosas de cierto modo, ¿me convierte automáticamente en machista?) 
Sólo quería saber qué era lo que no estaba viendo en esa situación, pero como resultado (¿por pendejo?) obtuve un pedantísimo y aburridísimo discurso biopsicosociopoliticocultural.

(¡Qué hueva!)

Ayer, alguien que sigo en twitter le dio Me gusta a este tweet.

(Maldigo la hora en que se me ocurrió distraerme en mi teléfono y encontrarme este tweet. Mejor hubiera continuado leyendo de qué manera Rick Deckard planeaba exterminar a las últimas tres unidades cerebrales Nexus-6, mientras bebía bourbon y se enamoraba de Rachael Rosen. Ya le dediqué al asunto más tiempo del que me hubiera gustado. Espero que, al menos, me sirva de desahogo.) 

Me bastaron unos segundos para leerlo, para darme cuenta de que era un ejemplo más de disonancia cognitiva** y para que todos estos recuerdos sobre los que escribo llegaran a mi mente. 

(El día que este sujeto me “diagnosticó” como machista, fue el 18 de septiembre del 2017.
Si todo esto hubiera ocurrido cualquier otro día, probablemente ni lo recordaría.
Sin embargo, tengo presente la fecha, porque en 24 horas, más o menos, me encontraría en el mismo lugar en el que revisaba mi muro de FaceBook, pero en una situación traumática. 

Lo demás, sí es irrelevante: estaba en el tercer piso del Edificio S, matando el tiempo, revisando mi muro de FaceBook, para lidiar con el hecho de que una estudiante de licenciatura me trataba como egresado de bachillerato y suponía que mi propósito en la vida era abrirle la puerta del laboratorio para que ella fuera a pesar a sus animales de experimentación.) 


En resumen: a juzgar por su tweet y por lo que me tocó compartir con él en FaceBooka él también le encanta el escarnio irrelevante***.

(De hecho, en algún momento de la discusión, cuando él estaba más indignado y convencido de que yo era “un idiota que no respetaba a las mujeres”, le dije que leyera bien lo que yo había escrito y después tuvo que ofrecerme una disculpa y retirarse de la publicación porque yo jamás había escrito eso que él estaba convencido de que yo había escrito.) 

Hay que preguntarse, seriamente, quién dice las cosas y desconfiar de la buena onda.

(¿Cómo tomarlo en serio después de que has descubierto que le gusta aparentar cosas que, evidentemente, no es?, ¿cómo le hacen sus lóbulos frontales para convencerlo de que conoce “de pies a cabeza” a un desconocido, que eso le permite señalarlo y juzgarlo, y al mismo tiempo, quizá, dejarle la impresión de que sus opiniones son deslumbrantes y modernas –lo más inteligente que ha dicho un ser humano–, aun cuando usa un lenguaje decimonónico y rebuscado para comunicarlas...?)

PD. Adornar innecesariamente un mensaje de 140 caracteres, no lo hace más significativo ni más interesante, creo yo.

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*Por “humanidad” me refiero a ese grupo de seres vivos que se considera el mamífero más evolucionado, pero cuyos especímenes pueden sacarse los ojos por un lugar en un estacionamiento público, pueden matar a un árbol para adornar sus casas durante un mes, pueden abandonar a sus mascotas en la calle, etc.

**Casi de manera automática, busco ejemplos de disonancia cognitiva en las redes sociales. De vez en cuando, los uso en mis clases. Creo que éste será el caso. 

***Señalar, en los demás, lo que él cree ver mal en los demás y así quedar como un héroe observador que “piensa diferente”. Todo este asunto es irónico, porque en este tweet, que él publicó –supongo que sin que nadie lo obligara a hacerlo–, él señala como estúpido, con un lenguaje pedantísimo y con un dejo de superioridad académica, justamente lo que él mismo hizo conmigo. (Su lenguaje es tan pedante que es muy probable que, de contar con el conocimiento básico, él diría “Mi musculatura distal no está siendo regulada apropiadamente... Intuyo que se debe a que ciertos axones sensoriales Ia... incluso motoneuronas gamma... no inervan suficientes husos musculares... También intuyo que puede deberse a que ninguno de estos componentes de la musculatura somática hace sinapsis con las interneuronas correctas de la sustancia gris de la médula espinal... En última instancia, tal vez esté dañado el tracto corticoespinal...”, en lugar de decir “Tengo mononeuropatías porque he estado tomando muchos medicamentos...”)

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